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El pescado providencial

El muchacho se fue acompañado por el ángel. El perro también salió y se fue con ellos. Empezaron su viaje, y la primera noche la pasaron junto al río Tigris. El muchacho bajó al río a lavarse los pies. Entonces un pez enorme saltó del agua y amenazaba con comerle el pie al muchacho. Éste dio un grito. Pero el ángel le dijo:

—¡Agarra el pescado, no lo sueltes!

El muchacho agarró el pescado y lo sacó a la orilla. El ángel le dijo:

—Ábrelo y sácale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos. Son un remedio muy útil. Los intestinos, tíralos.

El muchacho abrió el pescado y separó la hiel, el corazón y el hígado. Luego puso a asar un poco de pescado y se lo comió. El resto lo saló y lo guardó. Y siguieron juntos el viaje hasta que llegaron cerca de Media. Entonces el muchacho preguntó al ángel:

—Amigo Azarías, ¿para qué sirven de remedio la hiel, el corazón y el hígado del pescado?

Él contestó:

—Cuando una persona es atacada por un demonio o espíritu malo, si se queman delante de esa persona el corazón y el hígado del pescado, cesa el ataque y no se repite jamás. Y cuando una persona tiene nubes en los ojos, si se untan con la hiel y se sopla en ellos, queda sana.

Rafael habla de Sara a Tobías

10 Habiendo llegado a Media, se acercaban ya a Ecbatana. 11 Entonces le dijo el ángel Rafael al muchacho:

—Amigo Tobías.

—¡A tus órdenes! —contestó él.

El ángel le dijo:

—Debemos pasar esta noche en la casa de Ragüel. Es pariente tuyo. Tiene una hija que se llama Sara. 12 Es su hija única. Tú tienes más derecho que ningún otro a casarte con ella, y a ti te corresponde también heredar los bienes de su padre. La joven es inteligente, valiente y muy bonita. Su padre es un hombre excelente. 13 A ti te corresponde pedir su mano. Escúchame, amigo: yo le voy a hablar al padre esta noche acerca de la joven, para que pidamos la mano de ella. Y cuando volvamos de Ragues celebraremos tu boda con ella. Estoy seguro de que Ragüel no va a poder negártela ni dársela a otro como esposa. Eso sería exponerse a la pena de muerte que decreta el libro de Moisés, pues él sabe que tú tienes más derecho a casarte con ella que ningún otro. Escúchame, pues, amigo: esta misma noche le vamos a hablar de la joven y haremos el compromiso. Y cuando volvamos de Ragues, celebraremos tu boda con ella y la llevaremos con nosotros a tu casa.

14 Tobías le contestó a Rafael:

—Amigo Azarías, he oído decir que ya antes ha sido dada como esposa a siete hombres, y que todos ellos han muerto la misma noche de bodas, en la habitación nupcial, cuando querían unirse a ella. También he oído decir que es un demonio quien los mata. 15 El demonio no le hace a ella ningún mal, pero si otro quiere acercarse a ella, lo mata. Tengo miedo de que me mate. Con eso haría que mi padre y mi madre terminaran su vida llenos de pesar por mí, pues soy su único hijo; no tienen otro hijo que les dé sepultura.

16 El ángel le dijo:

—¿No te acuerdas de las recomendaciones que te hizo tu padre? ¿De cómo te recomendó que te casaras con una mujer de la misma familia que él? Escucha, pues, amigo: no te preocupes por este demonio, y pídela. Yo sé que esta misma noche te la van a dar como esposa. 17 Cuando entres en la habitación nupcial, toma el hígado y el corazón del pescado, y colócalos sobre las brasas en que se quema incienso. El olor se esparcirá; y cuando el demonio lo huela, saldrá huyendo y nunca más volverá a su lado. 18 Y antes de que te unas a ella, levántense primero, hagan oración y pídanle al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los proteja. No tengas miedo. Dios te la tiene destinada desde la eternidad. Tú la vas a sanar. Ella se irá contigo, y pienso que tendrás hijos de ella y que los vas a querer mucho. No te preocupes.

19 Cuando Tobías oyó lo que dijo Rafael, que Sara era parienta suya, de la familia de su padre, sintió por ella mucho cariño y se enamoró de ella.

Relato del viaje de Tobías y Rafael

Tobías y el ángel iniciaron su viaje, y un perro los siguió. Ese día caminaron hasta que se hizo de noche, y acamparon a la orilla del río Tigris. Tobías bajó al río a lavarse los pies, pero un pez muy grande saltó del agua y quiso morderle el pie. Tobías gritó, pero el ángel le dijo:

—¡Atrapa ese pez y no lo sueltes!

Entonces Tobías agarró el pez y lo arrojó al suelo. 4-5 Y el ángel le dijo:

—Abre el pescado y sácale la hiel, el corazón y el hígado. Guárdalos, porque sirven como remedio. Pero tira los intestinos.

Tobías le hizo caso. Luego asó un pedazo de pescado y se lo comió. Al resto del pescado le puso sal y lo guardó.

Siguieron el viaje hasta que llegaron al territorio del país de Media. Entonces Tobías le preguntó al ángel:

—Azarías, ¿qué enfermedades se pueden curar con la hiel, el corazón y el hígado del pescado?

El ángel le contestó:

—Cuando un espíritu malo o un demonio ataca a una persona, se queman delante de esa persona el corazón y el hígado, y nunca más la vuelven a atacar. Si una persona tiene cataratas en los ojos, se le unta hiel en ellos y se les sopla, y la persona queda curada.

10 Cuando se acercaban a la ciudad de Ecbatana, 11 el ángel Rafael dijo:

—¡Amigo Tobías, escúchame!

—¿De qué se trata? —contestó Tobías.

El ángel le respondió:

—Esta noche tenemos que quedarnos en casa de tu pariente Ragüel. Él tiene una hija que se llama Sara. 12 Es su única hija, y tú eres el pariente con más derecho a casarse con ella, y a heredar las riquezas de su padre.

»Sara es inteligente, valiente y muy bella. Además, su padre es un buen hombre. 13 Escúchame bien, tú tienes el derecho de casarte con ella; por eso esta misma noche le pediré a su padre que ella se case contigo. Cuando regresemos de Ragues celebraremos la boda y la llevaremos a tu casa.

»No tengo duda de que Ragüel te la dará como esposa a ti y no a otro. Él sabe bien que tú eres el que tiene más derecho a casarte con ella. No puede negarte ese derecho, pues sería castigado con la muerte. Así lo establece la ley de Moisés.

14 Pero Tobías le contestó:

—Azarías, he oído que ella se ha casado siete veces, y que un demonio ha matado a los siete esposos en la misma noche de bodas, justo antes de que tuvieran relaciones sexuales. 15 Dicen que el demonio no le hace daño a ella, pero que mata a cualquiera que desee enamorarla. Tu plan me da miedo, pues el demonio podría matarme. Mis padres se morirían de tristeza, pues yo soy su único hijo. Si yo muero, no habrá quien entierre a mis padres.

16 Pero el ángel le respondió:

—Acuérdate de los consejos que te dio tu padre. Él te recomendó que te casaras con una mujer de la familia de tu padre. ¡Hazme caso, amigo mío! No le tengas miedo a ese demonio, y cásate con Sara.

»Tengo la seguridad de que esta misma noche te podrás casar con ella. 17 Si así fuera, cuando entres al cuarto con ella, toma un poco del hígado y del corazón del pescado. Échalos en el hornillo del incienso para que se quemen. Cuando el humo llene la habitación, el demonio saldrá huyendo, y nunca más se acercará a Sara.

18 »Antes de tener relaciones sexuales con ella, levántense de la cama, pónganse a orar y pídanle al Dios del cielo que tenga compasión de ustedes y los libre del mal. No tengas miedo, porque desde un principio Dios ha planeado que ella sea tu esposa. Tú la librarás del demonio, y ella irá contigo y te dará hijos, a los cuales amarás mucho. No te preocupes de nada.

19 Cuando Tobías escuchó que Sara y él eran parientes, se enamoró de ella.