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Ésta es la historia de Tobit. Tobit era hijo de Tobiel y descendiente de Ananiel, de Aduel, de Gabael, de Rafael y de Ragüel, los cuales descendían de Jahseel, de la tribu de Neftalí. En tiempos del rey Salmanasar de Asiria, Tobit fue llevado cautivo desde Tisbé, aldea que se encuentra en la Galilea superior, al sur de Quedes de Neftalí, más arriba de Hasor, hacia el occidente, y al norte de Sefat.

Vida de Tobit en el destierro

Yo, Tobit, llevé una conducta sincera y honrada todos los días de mi vida. Hice muchas obras de caridad entre mis parientes y mis compatriotas que habían sido desterrados conmigo a Asiria, a la ciudad de Nínive. Cuando yo era joven y estaba en mi tierra, en Israel, toda la tribu de Neftalí, a la cual pertenezco, se había separado de la dinastía de David y de Jerusalén. Sin embargo, Jerusalén era la ciudad escogida entre todas las tribus de Israel como lugar donde ellas debían ofrecer sus sacrificios. Allí había sido construido el templo donde Dios habitaba y que había sido dedicado a él para siempre. En todos los montes de Galilea, todos mis parientes, y en general la tribu de Neftalí a la que pertenezco, ofrecían sacrificios al becerro que Jeroboam, rey de Israel, había mandado hacer en Dan.

Muchas veces, yo era el único que iba a Jerusalén en las fiestas, como se ordena que lo haga siempre todo el pueblo de Israel. Me iba de prisa a Jerusalén a llevar los primeros frutos de mis cosechas, las primeras crías y la décima parte del ganado, y la primera lana que recogía de mis ovejas. Y se lo daba a los sacerdotes, descendientes de Aarón, para el servicio del altar. También daba a los levitas encargados del servicio del templo en Jerusalén la décima parte del trigo, del vino, del aceite, de las granadas, de los higos y de las demás cosechas. Otra décima parte la vendía cada año, y durante seis años seguidos iba a gastar ese dinero en Jerusalén. La tercera décima parte la repartía cada tres años entre los huérfanos, las viudas y los extranjeros que se habían convertido a nuestra religión y se habían unido a los israelitas. Con esa décima parte celebrábamos el banquete, como se ordena en la ley de Moisés y según me lo había recomendado Débora, mi abuela por parte de padre, pues mi padre había muerto dejándome huérfano.

Ya mayor de edad, me casé con una parienta mía, llamada Ana. De ella tuve un hijo, al que puse por nombre Tobías.

10 Cuando me llevaron desterrado a Asiria, llegué a Nínive. Todos mis parientes y los demás israelitas comían los mismos alimentos que comen los paganos. 11 Yo, en cambio, tenía cuidado de no comerlos. 12 Y como había sido fiel a Dios de todo corazón, 13 el Dios altísimo hizo que el rey Salmanasar me mirara con buenos ojos, y llegué a ser el encargado de comprar sus provisiones. 14 Iba al país de Media y hacía compras para él. Así lo hice hasta que el rey murió. En Ragues de Media dejé una vez la cantidad de trescientos treinta kilos de plata, consignada en depósito, al cuidado de un pariente mío, llamado Gabael, hijo de Gabrí.

15 Cuando Salmanasar murió, reinó en su lugar su hijo Senaquerib. Los caminos para ir a Media se volvieron inseguros, y ya no pude volver a aquel país.

Obras de caridad de Tobit

16 En tiempos de Salmanasar ayudé muchas veces con obras de caridad a los demás israelitas. 17 Compartía mi comida con los que padecían hambre, y daba de mi ropa a quienes no tenían. Y cuando algún israelita moría y su cadáver era arrojado fuera de las murallas de Nínive, si yo lo veía, iba y lo enterraba. 18 Cuando Senaquerib se puso a decir palabras ofensivas contra Dios, el Rey del cielo, y fue castigado por ello y tuvo que salir huyendo de Judea, se enojó y mató a muchos israelitas. Pero yo fui y los enterré. Robé los cadáveres y los enterré. Senaquerib los buscó, pero no pudo encontrarlos. 19 Entonces un ciudadano de Nínive fue y avisó al rey que yo era quien los había enterrado, y tuve que esconderme. Cuando supe que ya el rey sabía de mí, y que me buscaba para matarme, tuve miedo y me escapé. 20 Me quitaron todo lo que tenía, y se lo llevaron al tesoro del rey. Sólo me dejaron a Ana mi esposa y a Tobías mi hijo.

21 Aún no habían pasado cuarenta días, cuando Senaquerib fue asesinado por sus dos hijos, quienes huyeron a las montañas de Ararat. En lugar de Senaquerib reinó su hijo Esarhadón, quien encargó a Ajicar, hijo de mi hermano Anael, el oficio de llevar las cuentas del reino; Ajicar tenía la dirección general de la administración. 22 Entonces Ajicar habló en mi favor, y de esa manera pude volver a Nínive. Porque cuando Senaquerib era rey de Asiria, Ajicar fue jefe del servicio de mesa, encargado de guardar el sello real y jefe de administración y cuentas. Asarhadón le volvió a dar esos cargos. Ajicar era de mi familia, sobrino mío.

Principio de la historia

Yo soy Tobit hijo de Tobiel, y ésta es mi historia. Mi familia es de la tribu de Neftalí, y éstos son mis antepasados:

Jahseel,

Ragüel,

Rafael,

Gabael,

Aduel,

Ananiel y

Tobiel.

Soy de un pueblo llamado Tisbé, en la parte norte de Galilea. Al norte de este pueblo está Quedes de Neftalí; Sefat está al sur, y al sureste, Hasor. Pero en la época en que el rey Salmanasar gobernaba en Asiria, fui tomado prisionero y me llevaron a Nínive.

Toda mi vida he sido un hombre justo y honrado. Siempre he ayudado a mi familia, y también ayudé a mucha gente de mi pueblo cuando nos llevaron prisioneros a Nínive, la capital de Asiria.

Cuando yo era joven y vivía en mi tierra, mi tribu les retiró su apoyo a los descendientes del rey David y dejó de ir a Jerusalén. Dios había elegido a esta ciudad de entre todas las ciudades de Israel, para que allí le presentáramos ofrendas. Por eso en Jerusalén se construyó un templo, el cual se dedicó a Dios para que fuera su habitación para siempre.

Sin embargo, todos los de mi tribu, incluyendo a mi familia, en vez de ir a Jerusalén, iban a la ciudad de Dan, en las colinas de Galilea, para ofrecerle sacrificios al toro que Jeroboam, rey de Israel, había colocado allí.

Según nuestras leyes, todo israelita debía ir a Jerusalén y participar de las fiestas ordenadas por nuestro Dios, pero en muchas ocasiones, yo era el único que lo hacía. Llevaba los primeros frutos de mis cosechas, las primeras crías de mis animales y la primera lana de mis ovejas. Todo esto se lo entregaba a los sacerdotes, junto con la décima parte del ganado, del trigo, del vino y del aceite. Los frutos de mis árboles los distribuía de la siguiente manera: Una parte se la daba a los ayudantes de los sacerdotes que servían a Dios en el templo de Jerusalén; otra parte, la cual acumulaba por seis años, la cambiaba por dinero, el cual usaba en Jerusalén para adorar a Dios. Cada tres años, repartía una tercera parte entre los huérfanos, las viudas y los extranjeros que habían aceptado nuestra religión y vivían en nuestro país. Esta última parte la comíamos juntos, tal y como lo indica la ley de Moisés. Así me lo había enseñado Débora, mi abuela por parte de padre. Para ese entonces, mi padre Ananiel había muerto y me había dejado huérfano.

Cuando ya fui mayor, me casé con una parienta mía, llamada Ana. Tuvimos un hijo y le puse por nombre Tobías.

10 Tiempo después, los asirios me sacaron de mi pueblo y me llevaron preso a Nínive, capital de Asiria. Al llegar allí descubrí que todos los israelitas, incluyendo a mis parientes, comían los alimentos que están prohibidos por nuestra ley. 11 Pero yo tuve mucho cuidado, y no seguí su ejemplo.

12-14 Como yo siempre tenía en cuenta al Dios altísimo para todo, él hizo que Salmanasar, rey de Asiria, se fijara en mí. Entonces el rey me nombró como el encargado de hacer todas sus compras, para lo cual tuve que viajar muchas veces al país de Media. Esto lo hice hasta que el rey murió. En uno de esos viajes dejé guardados en casa de Gabael unos sacos con trescientos treinta kilos de plata. Gabael era hermano de Gabrí, y vivía en un pueblo de Media llamado Ragues.

15-17 Mientras Salmanasar reinaba, yo hice muchas buenas obras en favor de los israelitas: alimenté a los que no tenían qué comer, di ropa a los desnudos, y enterré a los que morían y eran arrojados como basura fuera de las murallas de Nínive.

Cuando Salmanasar murió, su hijo Senaquerib reinó en su lugar. Entonces los caminos fueron cerrados, y ya no pude volver al país de Media.

18 En cierta ocasión, cuando el rey Senaquerib estaba en Judea, ofendió a Dios. Entonces Dios lo castigó y el rey tuvo que huir de Judea. Al llegar a Nínive, cobró venganza y mató a muchos israelitas. Como yo no soportaba que los muertos quedaran tirados, iba a escondidas y los levantaba para enterrarlos. Cuando el rey iba a buscarlos, ya no los encontraba. 19 Pero un hombre de Nínive fue y le contó que yo era quien enterraba los cadáveres. Así que tuve que esconderme por un tiempo, y cuando supe que me buscaban para matarme, me dio mucho miedo y huí. 20 Lo que no pude evitar fue que me quitaran todos mis bienes, y que se los entregaran al rey. Lo único que no me quitaron fue a mi esposa Ana y a mi hijo Tobías.

21-22 Cuarenta días después, Senaquerib fue asesinado por dos de sus hijos, quienes huyeron a las montañas de Ararat. Su hijo Esarhadón reinó en su lugar, y dejó que mi sobrino Ajicar continuara como administrador del reino y jefe de los coperos. Ajicar, que era hijo de mi hermano Anael, habló con el rey Esarhadón para que me dejara volver a Nínive, y el rey aceptó.

'Tobit 1 ' not found for the version: Reina-Valera 1960.