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Desde antes que nacieran los montes
    y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos
    y hasta los tiempos postreros,
    tú eres Dios.

Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
    cuando dices: «¡Volveos al polvo, mortales!»
Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
    son como unas cuantas horas de la noche.

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