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Al Señor busqué en el día de mi angustia:

Mi mal corría de noche y no cesaba:

Mi alma rehusaba consuelo.

Acordábame de Dios, y gritaba:

Quejábame, y desmayaba mi espíritu. (Selah.)

Tenías los párpados de mis ojos:

Estaba yo quebrantado, y no hablaba.

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