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Una sola cosa le pido al Señor,
    y es lo único que persigo:
habitar en la casa del Señor
    todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del Señor
    y recrearme en su templo.
Porque en el día de la aflicción
    él me resguardará en su morada;
al amparo de su tienda me protegerá,
    y me pondrá en alto, sobre una roca.
Me hará prevalecer
    frente a los enemigos que me rodean;
en su templo ofreceré sacrificios de alabanza
    y cantaré salmos al Señor.

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