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Los lazos de la muerte me enredaron;
    me sorprendió la angustia del sepulcro,
    y caí en la ansiedad y la aflicción.
Entonces clamé al Señor:
    «¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!»

El Señor es compasivo y justo;
    nuestro Dios es todo ternura.

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