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¡Qué grande eres!

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!

SEÑOR mi Dios, qué grande eres;
    te vistes de gloria y honor.
Estás envuelto de luz como con un manto;
    extiendes los cielos sobre la tierra como si fueran un velo.
Tú construiste tu hogar por encima de los cielos[a];
    usas las oscuras nubes como carruaje
    y cruzas el cielo con las alas del viento.
Hiciste de los vientos tus ángeles[b];
    y de las llamas de fuego tus siervos.

Tú pusiste la tierra sobre una base sólida,
    y jamás será removida.
La cubriste con el mar como si fuera un vestido,
    y el agua cubrió todas las montañas.
Pero retaste las aguas y salieron huyendo;
    tu boca emitió trueno y se fueron corriendo.
El agua corrió hacia abajo desde las montañas, llegó a los valles
    y luego al lugar que le habías asignado.
Tú pusiste los límites de los mares
    para que el agua nunca volviera a cubrir la tierra.

10 Tú haces que el agua fluya de los manantiales hasta los ríos;
    que baje desde las montañas.
11 Las corrientes de agua alimentan a los animales del campo;
    todos los animalitos se acercan a ellas para beber.
12 Las aves se acercan a los manantiales
    y cantan en las ramas de los árboles.
13 Dios riega las montañas desde su hogar en lo alto,
    con el fruto de sus obras la tierra se sacia.
14 Hace crecer la hierba para que se alimenten los animales,
    y las plantas que el ser humano cultiva,
    para obtener su alimento de lo que produce la tierra:
15 el vino que alegra el ánimo,
    el aceite que suaviza la piel,[c]
    y el alimento que sustenta al ser humano.
16 Los árboles del SEÑOR están saciados,
    los cedros del Líbano que él plantó.
17 En ellos hacen las aves sus nidos;
    en los pinos vive la cigüeña.
18 Las altas montañas son el hogar de la cabra,
    y en los peñascos se refugia el damán.

19 Tú nos diste la luna para mostrarnos
    cuándo comienzan los días festivos;
    y el sol que sabe cuándo ocultarse.
20 Tú haces la oscuridad y llega la noche,
    entonces salen los animales del bosque.
21 Los leones rugen cuando agarran su presa,
    le piden su comida a Dios.
22 Entonces sale el sol,
    los animales regresan a su habitación a descansar,
23 y la gente sale a trabajar
    hasta el anochecer.

24 SEÑOR, ¡qué numerosas son tus obras,
    todas ellas nos muestran tu sabiduría!
    La tierra está llena de tus criaturas.
25 Allí está el mar, tan inmenso,
    donde viven tantas criaturas.
Hay criaturas grandes y pequeñas;
    son muchas, imposibles de contar.
26 Los barcos viajan por el mar mientras juega allí Leviatán,
    la criatura que tú hiciste.

27 Todos ellos dependen de ti;
    tú les das su alimento en el momento adecuado.
28 Tú les das y ellos recogen;
    abres tus manos y comen hasta quedar satisfechos.
29 Cuando te alejas de ellos, se asustan;
    si les quitas el aliento[d], mueren
    y se vuelven polvo de nuevo.
30 Pero cuando tú envías tu Espíritu, ellos recobran su salud
    y así haces que la faz de la tierra se renueve.

31 Que la gloria del SEÑOR permanezca para siempre;
    que el SEÑOR disfrute de su creación.
32 Basta con que él mire a la tierra para que ella tiemble;
    toca las montañas y ellas echan humo.

33 Mientras yo tenga vida cantaré al SEÑOR;
    cantaré alabanzas a mi Dios.
34 Espero que mis pensamientos alegren al SEÑOR
    porque yo soy feliz con él.
35 Que los pecadores desaparezcan de la tierra;
    que los perversos desaparezcan para siempre.

¡Con todo mi corazón alabo al SEÑOR!
    ¡Aleluya!

Footnotes

  1. 104:3 por encima de los cielos Textualmente sobre el agua. Esta es una imagen del mundo similar a la que presenta Génesis 1. Allí el cielo es como una vasija llena de agua que se vertió sobre la tierra. Había agua bajo la vasija y por encima de ella.
  2. 104:4 Hiciste […] ángeles o Tú creaste tus espíritus mensajeros.
  3. 104:15 que suaviza la piel Textualmente que hace brillar nuestra cara. Esto puede significar también, que nos hace felices.
  4. 104:29 aliento o espíritu. Ver el versículo 30.

Dios cuida de su creación

104 Bendice, alma mía, a Jehová.

Jehová Dios mío, mucho te has engrandecido;

Te has vestido de gloria y de magnificencia.

El que se cubre de luz como de vestidura,

Que extiende los cielos como una cortina,

Que establece sus aposentos entre las aguas,

El que pone las nubes por su carroza,

El que anda sobre las alas del viento;

El que hace a los vientos sus mensajeros,

Y a las flamas de fuego sus ministros.(A)

Él fundó la tierra sobre sus cimientos;

No será jamás removida.

Con el abismo, como con vestido, la cubriste;

Sobre los montes estaban las aguas.

A tu reprensión huyeron;

Al sonido de tu trueno se apresuraron;

Subieron los montes, descendieron los valles,

Al lugar que tú les fundaste.

Les pusiste término, el cual no traspasarán,

Ni volverán a cubrir la tierra.

10 Tú eres el que envía las fuentes por los arroyos;

Van entre los montes;

11 Dan de beber a todas las bestias del campo;

Mitigan su sed los asnos monteses.

12 A sus orillas habitan las aves de los cielos;

Cantan entre las ramas.

13 Él riega los montes desde sus aposentos;

Del fruto de sus obras se sacia la tierra.

14 Él hace producir el heno para las bestias,

Y la hierba para el servicio del hombre,

Sacando el pan de la tierra,

15 Y el vino que alegra el corazón del hombre,

El aceite que hace brillar el rostro,

Y el pan que sustenta la vida del hombre.

16 Se llenan de savia los árboles de Jehová,

Los cedros del Líbano que él plantó.

17 Allí anidan las aves;

En las hayas hace su casa la cigüeña.

18 Los montes altos para las cabras monteses;

Las peñas, madrigueras para los conejos.

19 Hizo la luna para los tiempos;

El sol conoce su ocaso.

20 Pones las tinieblas, y es la noche;

En ella corretean todas las bestias de la selva.

21 Los leoncillos rugen tras la presa,

Y para buscar de Dios su comida.

22 Sale el sol, se recogen,

Y se echan en sus cuevas.

23 Sale el hombre a su labor,

Y a su labranza hasta la tarde.

24 ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!

Hiciste todas ellas con sabiduría;

La tierra está llena de tus beneficios.

25 He allí el grande y anchuroso mar,

En donde se mueven seres innumerables,

Seres pequeños y grandes.

26 Allí andan las naves;

Allí este leviatán(B) que hiciste para que jugase en él.

27 Todos ellos esperan en ti,

Para que les des su comida a su tiempo.

28 Les das, recogen;

Abres tu mano, se sacian de bien.

29 Escondes tu rostro, se turban;

Les quitas el hálito, dejan de ser,

Y vuelven al polvo.

30 Envías tu Espíritu, son creados,

Y renuevas la faz de la tierra.

31 Sea la gloria de Jehová para siempre;

Alégrese Jehová en sus obras.

32 Él mira a la tierra, y ella tiembla;

Toca los montes, y humean.

33 A Jehová cantaré en mi vida;

A mi Dios cantaré salmos mientras viva.

34 Dulce será mi meditación en él;

Yo me regocijaré en Jehová.

35 Sean consumidos de la tierra los pecadores,

Y los impíos dejen de ser.

Bendice, alma mía, a Jehová.

Aleluya.