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El hombre prudente ve el peligro y se protege; el imprudente ciegamente avanza y sufre las consecuencias.

La humildad y el respeto hacia el Señor llevan al hombre a la riqueza, a la honra y a una larga vida.

El camino del perverso está lleno de espinas y trampas, pero el que estima su vida se mantendrá alejado de ellas.

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