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El perjurar, el engañar, el asesinar, el robar y el adulterar han irrumpido. Uno a otro se suceden los hechos de sangre. Por eso la tierra está de duelo, y todo habitante de ella desfallece junto con los animales del campo y las aves del cielo. Aun los peces del mar perecen.

“Nadie contienda ni amoneste a ninguno, porque es contigo con quien tengo pleito, oh sacerdote.

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