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vino Hananí(A), uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá, y les pregunté por los judíos, los que habían escapado y habían sobrevivido a la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: «El remanente, los que sobrevivieron a la cautividad(B) allá en la provincia, están en gran aflicción y oprobio(C), y la muralla de Jerusalén está derribada y sus puertas quemadas a fuego(D)».

Cuando oí estas palabras, me senté y lloré; hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando(E) delante del Dios del cielo(F).

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