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Todo el tiempo de su nazareato será santo al SEÑOR.

“Si alguien muere de repente junto a él, y contamina su cabeza de nazareo, entonces rasurará su cabeza en el día de su purificación; en el séptimo día la rasurará. 10 Y en el octavo día traerá al sacerdote dos tórtolas o dos pichones de paloma, a la entrada del tabernáculo de reunión.

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