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Jesús ante Pilato(A)

27 Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo dispusieron contra Jesús un plan para entregarlo a muerte. Lo llevaron atado y lo entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

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Pilato interroga a Jesús(A)

11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo:

—¿Eres tú el Rey de los judíos?

Jesús le dijo:

—Tú lo dices.

12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 13 Pilato entonces le dijo:

—¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra, de tal manera que el gobernador estaba muy asombrado.

Jesús es sentenciado a muerte(B)

15 Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisieran. 16 Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17 Reunidos, pues, ellos, les preguntó Pilato:

—¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo? 18 (Porque sabía que por envidia lo habían entregado.) 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:

—No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de él.

20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiera a Barrabás y que se diera muerte a Jesús. 21 Respondiendo el gobernador, les dijo:

—¿A cuál de los dos queréis que os suelte?

Y ellos dijeron:

—A Barrabás.

22 Pilato les preguntó:

—¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?

Todos le dijeron:

—¡Sea crucificado!

23 El gobernador les dijo:

—Pues ¿qué mal ha hecho?

Pero ellos gritaban aún más, diciendo:

—¡Sea crucificado!

24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo:

—Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros.

25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo:

—Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.

26 Entonces les soltó a Barrabás, y habiendo azotado a Jesús, lo entregó para ser crucificado.

27 Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía. 28 Lo desnudaron y le echaron encima un manto escarlata; 29 pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo:

—¡Salve, rey de los judíos!

30 Le escupían, y tomando la caña lo golpeaban en la cabeza. 31 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos y lo llevaron para crucificarle.

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Jesús ante Pilato(A)

15 Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el Concilio, llevaron a Jesús atado y lo entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:

—¿Eres tú el Rey de los judíos?

Respondiendo él, le dijo:

—Tú lo dices.

Y los principales sacerdotes lo acusaban mucho. Otra vez le preguntó Pilato, diciendo:

—¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.

Pero Jesús ni aun con eso respondió, de modo que Pilato quedó muy extrañado.

Jesús sentenciado a muerte(B)

En el día de la Fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidieran. Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. Viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre les había hecho. Pilato les respondió diciendo:

—¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?, 10 porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes. 11 Pero los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltara más bien a Barrabás. 12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez:

—¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?

13 Y ellos volvieron a gritar:

—¡Crucifícalo!

14 Pilato dijo:

—¿Pues qué mal ha hecho?

Pero ellos gritaban aun más:

—¡Crucifícalo!

15 Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado.

16 Entonces los soldados lo llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y reunieron a toda la compañía. 17 Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona tejida de espinas 18 y comenzaron a saludarlo:

—¡Salve, Rey de los judíos!

19 Le golpeaban la cabeza con una caña, lo escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. 20 Después de haberse burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus propios vestidos y lo sacaron para crucificarlo.

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Jesús ante Pilato(A)

23 Levantándose entonces todos, llevaron a Jesús a Pilato. Y comenzaron a acusarlo, diciendo:

—Hemos encontrado que este pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César diciendo que él mismo es el Cristo, un Rey.

Entonces Pilato le preguntó, diciendo:

—¿Eres tú el Rey de los judíos?

Respondiéndole él, dijo:

—Tú lo dices.

Pilato dijo a los principales sacerdotes y a la gente:

—Ningún delito hallo en este hombre.

Pero ellos porfiaban, diciendo:

—Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí.

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Jesús sentenciado a muerte(A)

13 Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo, 14 les dijo:

—Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero, habiéndolo interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en él delito alguno de aquellos de que lo acusáis. 15 Ni tampoco Herodes, porque os remití a él. Nada digno de muerte ha hecho este hombre, 16 así que lo soltaré después de castigarlo.

17 Tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta.

18 Pero toda la multitud gritó a una, diciendo:

—¡Fuera con ése; suéltanos a Barrabás!

19 Éste había sido echado en la cárcel por rebelión en la ciudad y por un homicidio. 20 Les habló otra vez Pilato, queriendo soltar a Jesús; 21 pero ellos volvieron a gritar, diciendo:

—¡Crucifícalo, crucifícalo!

22 Él les dijo por tercera vez:

—¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; lo castigaré y lo soltaré.

23 Pero ellos insistían a gritos, pidiendo que fuera crucificado; y las voces de ellos y de los principales sacerdotes se impusieron. 24 Entonces Pilato sentenció que se hiciera lo que ellos pedían. 25 Les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por rebelión y homicidio, a quien habían pedido, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

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