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12 Los reyes de la tierra no lo creyeron.
    Tampoco lo creyó ningún habitante de la tierra.
No podían creer que un enemigo
    pudiera cruzar los portales de Jerusalén.

13 A causa de los pecados de sus profetas
    y los crímenes de sus sacerdotes,
se derramó dentro de Jerusalén
    la sangre de gente justa.

14 Los profetas y sacerdotes
    vagaron ciegamente por las calles,
tan manchados por la sangre
    que nadie quiere tocar sus vestidos.

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