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11 Cuando bajaban los amorreos por la cuesta de Bet-horón para escapar de los israelitas, Dios dejó caer sobre ellos grandes piedras de granizo. Esto ocurrió por todo el camino hasta Azecá, y el granizo mató más hombres que el ejército israelita.

12 El día en que Dios les dio la victoria sobre los amorreos, Josué oró a Dios, y delante de todos los israelitas exclamó:

«Sol, no te muevas;
quédate en Gabaón.
Y tú, luna,
espera en el valle de Aialón.

13 »Y el sol se detuvo,
y la luna no se movió,
hasta que los israelitas
se vengaron de sus enemigos».

Esto ha quedado registrado así en el libro del Justo. El sol se quedó quieto en medio del cielo, y durante casi un día entero no se ocultó.

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