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Job, sentado en el polvo, se rascaba con una tejuela. Su mujer le dijo:

— ¿Todavía persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete.

10 Job contestó:

— Hablas como una insensata. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

A pesar de lo ocurrido, Job no pecó con sus labios.

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