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Satanás se ensaña otra vez con Job

Llegó el día en que los seres celestiales vinieron a presentarse nuevamente ante el SEÑOR. Satanás vino entre ellos a presentarse ante el SEÑOR. El SEÑOR le dijo a Satanás:

—¿Dónde has estado?

Satanás le respondió:

—He estado vagando por la tierra.

Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás:

—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra. Job es un hombre intachable, honesto, respeta a Dios y rechaza el mal. Se mantiene intachable, a pesar de que tú trataste de convencerme de que lo destruyera sin ningún motivo.

Satanás respondió al SEÑOR:

—¡Entre la bolsa o la vida, mejor dar la bolsa![a] Verdaderamente un hombre daría todo lo que tiene con tal de salvar su vida. Pero si tú usaras tu poder para lastimar su cuerpo, seguro que te maldeciría[b] en tu propia cara.

Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás:

—Haz lo que quieras con Job, menos matarlo.

Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR y afligió a Job con llagas dolorosas que lo cubrían de pies a cabeza. Job para rascarse agarró un pedazo de teja y se sentó en medio de un montón de ceniza. Su esposa lo vio y le dijo:

—¿Todavía sigues queriendo ser intachable? ¡Maldice a Dios y muérete de una vez!

10 Pero Job le respondió a su esposa:

—Estás hablando como una tonta. ¿Vamos a recibir de Dios lo bueno, pero no lo malo?

En todo esto Job no cometió ningún pecado en lo que dijo.

Tres amigos vienen a verlo

11 Tres amigos de Job supieron de todas las desgracias que le habían sucedido y salieron de sus hogares para ir a visitarlo. Eran Elifaz de la región de Temán, Bildad de la región de Súah y Zofar de la región de Namat. Ellos decidieron ir a expresarle sus condolencias y darle consuelo. 12 Pero cuando los tres amigos vieron a Job desde lejos difícilmente lo reconocieron. Empezaron a llorar, rasgaron su ropa y se arrojaron cenizas al aire sobre la cabeza. 13 Entonces se sentaron en el suelo con Job durante siete días y siete noches sin decir una palabra porque veían que Job estaba sufriendo demasiado.

Footnotes

  1. 2:4 ¡Entre la […] bolsa! Textualmente ¡Piel por piel!, indicando que una persona hace lo que sea con tal de evitar que su vida corra peligro.
  2. 2:5 maldeciría Textualmente bendeciría. Los copistas tenían miedo de escribir expresiones como maldecir a Dios, así que colocaban bendecir confiando en que por el contexto el lector supiera que en realidad se trataba de maldecir. Ver también versículo 9.

Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. 10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarle. 12 Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo. 13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.