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¡Ensillad los caballos,
    montad los corceles!
¡Alistaos, poneos los cascos!
    ¡Afilad las lanzas, vestíos las corazas!
Pero ¿qué es lo que veo?
    Sus guerreros están derrotados;
    aterrados retroceden.
Sin mirar atrás, huyen despavoridos.
    ¡Cunde el terror por todas partes!
            —afirma el Señor—.
El más veloz no puede huir
    ni el más fuerte, escapar.
En el norte, a orillas del río Éufrates
    trastabillan y caen.

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