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11 Y Dios contestó:

«Cuando llegue el día del castigo,
se le dirá a este pueblo de Jerusalén:
“Desde los áridos cerros del desierto
sopla un viento muy caluroso,
y se dirige a Jerusalén,
la capital de nuestro pueblo”.
No se tratará de la suave brisa
que limpia de paja el trigo;
12 el viento que yo haré soplar
será mucho más fuerte.
Ahora mismo dictaré
sentencia contra ellos.

13 »Entonces dirán los israelitas:

“¡Miren cómo avanza el enemigo!
¡Parece el nubarrón de una tormenta!
Sus carros y sus caballos de guerra
son más veloces que las águilas;
¡hasta parecen un huracán!
¿Qué será de nosotros?
¡No tenemos escapatoria!”

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