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Las naciones verán tu justicia,
    y todos los reyes, tu gloria;
recibirás un nombre nuevo,
    que el Señor mismo te dará.
Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa,
    ¡como una diadema real en la palma de tu Dios!
Ya no te llamarán «Abandonada»,
    ni a tu tierra la llamarán «Desolada»,
sino que serás llamada «Mi deleite»;
    tu tierra se llamará «Mi esposa»;
porque el Señor se deleitará en ti,
    y tu tierra tendrá esposo.

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