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Bienaventurado el hombre que hace esto,
el hijo del hombre que lo abraza:
que guarda el sábado para no profanarlo,
y que guarda su mano de hacer lo malo.
Que el extranjero que sigue a Jehová
no hable diciendo:
«Me apartará totalmente Jehová de su pueblo»,
ni diga el eunuco:
«He aquí, yo soy un árbol seco.»
Porque así dijo Jehová:
«A los eunucos que guarden mis sábados,
que escojan lo que yo quiero
y abracen mi pacto,

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