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El Señor DIOS ha abierto mi oído
    y yo no fui rebelde,
    no me eché para atrás.
No opuse resistencia a los que me golpeaban la espalda;
    dejé que me arrancaran la barba.
Les puse la cara
    a los que me insultaban y escupían.
El Señor DIOS me ayuda,
    y los insultos no me hieren.
Por eso me mantendré firme,
    y sé que no seré avergonzado.

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