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Las costas e islas son testigos de mi poder
    y tienen miedo.
Los sitios remotos de la tierra tiemblan de miedo.
    Ya se acercan, llegaron.
Se ayudan unos a otros
    y se dicen «¡ánimo!»
El artesano anima al orfebre;
    y el que deja maleable el metal
    con el martillo anima al escultor,
diciéndole: «La soldadura está lista»;
    y con clavos fija bien el ídolo
    para que no se caiga.

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