Add parallel Print Page Options

La hierba se seca, la flor se marchita bajo el aliento de Dios. Igual le ocurre al frágil ser humano. La hierba se seca, y se marchita la flor, pero la Palabra de nuestro Dios permanecerá viva para siempre.

¡Oh heraldo de buenas noticias, grítale a Jerusalén desde la cumbre de los montes! ¡Grítale más alto! ¡Sin temor! Diles a las ciudades de Judá: «¡Ya viene Dios!».

Read full chapter