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¡Fortaleced las manos cansadas,
afirmad las rodillas endebles!
Decid a los de corazón apocado:
«¡Esforzaos, no temáis!
He aquí que vuestro Dios viene
con retribución, con pago;
Dios mismo vendrá y os salvará.»
Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos
y destapados los oídos de los sordos.

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