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Fortalezcan las manos débiles,
aseguren las rodillas vacilantes;
digan a los alocados:
“Sigan firmes, no teman,
que viene su Dios a vengarlos,
él les trae la recompensa
y viene en persona a salvarlos”.
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se destaparán.

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