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¡País que por el mar, y en naves de junco, envía mensajeros sobre las aguas! ¡Vayan, mensajeros veloces, a esa gente de gran estatura y de brillante piel! ¡Vayan al pueblo siempre temible! ¡Vayan a esa gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por los ríos! Y ustedes todos, habitantes de la tierra, ¡fíjense bien cuando se agite la bandera en los montes! ¡presten atención cuando se toque la trompeta!

Porque así me ha dicho el Señor:

«Voy a mantenerme quieto, pero desde mi mansión estaré observando; como el sol brillante después de la lluvia, como una nube de rocío en el calor del verano.»

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