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Alzad una enseña en un otero,
gritadles a voz en cuello,
hacedles señas con la mano
y que entren por las puertas de los príncipes.
He adiestrado a mis consagrados,
he convocado a los soldados de mi ira,
que celebran mi honor con entusiasmo.
Ecos de un tropel en los montes,
parece una gran muchedumbre;
ecos de un tumulto de reinos,
de una coalición de naciones.
El Señor del universo revista
sus tropas para el combate.

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