Add parallel Print Page Options

Pablo había recogido también una brazada de leña; al arrojarla a la hoguera, una víbora, huyendo de las llamas, hizo presa en su mano. Cuando los isleños vieron al reptil colgando de la mano de Pablo, se dijeron unos a otros:

— Este hombre es realmente un asesino; aunque se ha librado de la tempestad, la justicia divina no permite que viva.

Pablo, sin embargo, se sacudió el reptil arrojándolo al fuego y no experimentó daño alguno.

Read full chapter