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35 Cuando llegaron a la escalinata, la multitud estaba tan enardecida, que los soldados tuvieron que llevar en volandas a Pablo; 36 detrás, el pueblo en masa vociferaba sin cesar:

— ¡Mátalo!

Autodefensa de Pablo

37 Estaban ya a punto de introducirlo en el interior de la fortaleza, cuando Pablo dijo al comandante:

— ¿Puedo hablar un momento contigo?

— ¿Sabes hablar griego? —le dijo extrañado el comandante—.

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