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31 ¡Tiene que ser terrible caer en las manos del Dios viviente!

Nos espera una gran recompensa

32 Recordad aquellos días, cuando apenas acababais de recibir la luz de la fe y tuvisteis ya que sostener un encarnizado y doloroso combate. 33 Unos fuisteis públicamente escarnecidos y sometidos a tormentos; otros os hicisteis solidarios con los que así eran maltratados.

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