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De modo que los hijos de Israel fueron a Egipto, junto con mucha gente de otros pueblos, porque el hambre en Canaán era muy grande.

Y como José era el gobernador de todo Egipto y estaba a cargo de la venta del trigo, sus hermanos llegaron y, en señal de respeto, se inclinaron delante de él, hasta tocar el suelo con la frente. José los reconoció instantáneamente, pero hizo como que no los conocía.

―¿De dónde son ustedes? —les preguntó ásperamente.

―Somos de Canaán —respondieron—. Hemos venido a comprar trigo.

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