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31 Al verlo, Labán le dijo:

«¡Bienvenido! Dios lo ha traído con bien hasta este lugar. Venga usted a mi casa; no se quede aquí afuera. ¡Ya he preparado un lugar para usted, y también para los camellos!»

32 El mayordomo lo acompañó, y una vez en la casa, Labán les dio agua a él y a sus hombres para que se bañaran. A los camellos les quitaron la carga y les dieron de comer. 33 Cuando le sirvieron de comer, el mayordomo dijo:

—No comeré hasta que les cuente por qué estoy aquí.

Labán lo dejó hablar,

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