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Un canto de victoria

15 Entonces Moisés y los israelitas cantaron en honor de Dios este himno:

«Voy a cantar en honor de mi Dios,
pues ha tenido una gran victoria:
¡hundió en el mar caballos y jinetes!

»Yo le dedico este himno,
porque él me da fuerza y me salva.
Él es mi Dios;
por eso lo alabo.
Él es el Dios de mi padre;
por eso lo adoro.

»¡Mi Dios es el Dios de Israel!
¡Mi Dios es un gran guerrero!
Hundió en el mar los carros egipcios,
¡el ejército entero del rey!
¡Mi Dios ahogó en el Mar de los Juncos
a los mejores oficiales de Egipto!
¡Todos ellos se hundieron como piedras
en lo más profundo del mar!

»Dios mío,
con tu gran poder destruiste al enemigo,
con tu fuerza lo derribaste,
con tu enojo lo quemaste como paja.
Soplaste, y el mar se dividió;
en el fondo del mar
el agua dejó de moverse
y formó dos grandes paredes.

»Nuestros enemigos pensaron:
“¡Vamos a perseguirlos!
¡Vamos a darles alcance!
¡Vamos a acabar con ellos!
¡Les quitaremos todo lo que tengan,
y nos lo repartiremos!”
10 Pero tú soplaste con fuerza
y los hundiste en el mar.
¡En medio de las aguas poderosas
se hundieron como plomo!

11 »Dios mío,
¡no hay otro Dios como tú!
¡Sólo tú eres grande!
¡Sólo tú eres poderoso!
Tú has hecho grandes maravillas;
tú nos llenas de asombro.
12 Decidiste usar tu gran poder
y la tierra se tragó a los egipcios.

13 »Tanto amas a tu pueblo
que con tu fuerza lo has salvado
y ahora lo vas guiando
al lugar donde has decidido vivir.
14-15 Cuando los filisteos lo sepan,
se llenarán de angustia;
los jefes edomitas y los cananeos
empezarán a temblar de miedo.
16 ¡Todos ellos se llenarán
de angustia y de terror!

»Dios mío,
tu gran poder los dejará espantados,
¡inmóviles como piedras,
hasta que tu pueblo haya pasado!
17 Dios mío,
tú nos llevarás a la montaña
que elegiste para ti,
y allí nos harás vivir para siempre.
¡Tú mismo la hiciste!
¡Tú mismo preparaste allí tu casa!

18 »Dios mío,
tú reinarás hoy, mañana y siempre».

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