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Salmo de alabanza

51 Yo te alabo, oh Dios, mi salvador,
te doy gracias, Dios y Padre mío.
Voy a proclamar tu nombre, refugio de mi vida,
porque me salvaste de la muerte,
porque libraste mi cuerpo de la tumba,
porque no dejaste que cayera en el reino de la muerte.
Me salvaste de las malas lenguas,
de las calumnias de los mentirosos.
Por tu gran amor me ayudaste,
te pusiste a mi lado contra mis enemigos,
contra los que querían quitarme la vida.
Me salvaste de grandes aflicciones,
de angustias que me cercaban como fuego,
de una hoguera que no podía apagarse,
del fondo del abismo,
de labios pérfidos y llenos de mentira,
de las flechas de lenguas traicioneras.
Ya estaba yo cerca de la muerte,
y mi vida casi en lo más hondo del abismo;
miré alrededor, y no había quien me ayudara,
busqué un apoyo, pero no lo había.
Entonces me acordé de la misericordia del Señor
y de su amor, que es eterno.
El Señor salva a quienes a él se acogen,
y los libra de todo mal.
Alcé la voz desde la tierra,
grité desde las puertas del sepulcro,
10 y oré: «Señor, tú eres mi padre,
tú tienes poder para salvarme;
no me abandones en el momento del peligro,
en la hora del terror y la desolación.
Te alabaré continuamente
y te invocaré en mis oraciones.»
11 Entonces el Señor oyó mi voz,
escuchó mi súplica
y me libró de todo mal;
me salvó en el momento del peligro.
12 Por eso le doy gracias,
y alabo y bendigo el nombre del Señor.
12a Den gracias al Señor, porque él es bueno,
    porque su amor es eterno.
12b Den gracias al Dios de la alabanza,
    porque su amor es eterno.
12c Den gracias al protector de Israel,
    porque su amor es eterno.
12d Den gracias al Creador del universo,
    porque su amor es eterno.
12e Den gracias al redentor de Israel,
    porque su amor es eterno.
12f Den gracias al que reúne a los israelitas dispersos,
    porque su amor es eterno.
12g Den gracias al que reconstruye la ciudad y el templo,
    porque su amor es eterno.
12h Den gracias al que hace renacer el poder de la dinastía de David,
    porque su amor es eterno.
12i Den gracias al que escogió como sacerdotes a los descendientes de Sadoc,
    porque su amor es eterno.
12j Den gracias al protector de Abraham,
    porque su amor es eterno.
12k Den gracias al refugio de Isaac,
    porque su amor es eterno.
12l Den gracias al Dios poderoso de Jacob,
    porque su amor es eterno.
12m Den gracias al que eligió a Sión,
    porque su amor es eterno.
12n Den gracias al Rey de todos los reyes,
    porque su amor es eterno.
12ñ ¡Él ha dado poder a su pueblo!
Alabanza de todos sus fieles,
de los israelitas, su pueblo cercano.
¡Alabado sea el Señor!

Búsqueda de la sabiduría

13 Cuando yo era joven, antes de irme a recorrer mundo,
deseaba ardientemente recibir sabiduría.
14 Y ella vino a mí en toda su belleza;
yo la busqué hasta que di por fin con ella.
15 Estaba en su punto, como racimo maduro,
y en ella se alegró mi corazón.
Yo seguí fielmente su camino,
porque desde pequeño la había aprendido.
16 En el poco tiempo que estuve escuchándola,
aprendí muchas cosas.
17 Someterme a ella me fue un honor,
por eso doy gracias a quien me la enseñó.
18 Decidí alcanzar algún bien,
y no cambiarlo por nada cuando lo encontrara.
19 Me enamoré de ella,
y en ella tuve siempre fija la mirada.
Abrí la puerta de su casa
para abrazarla y contemplarla.
20 La deseé con toda mi alma,
y la encontré en toda su pureza.
Desde el primer momento me enamoré de ella,
y por eso no la abandonaré,
jamás me apartaré de ella.
21 Mi corazón ardía como un horno al contemplarla,
por eso la adquirí, ¡qué gran tesoro!
22 El Señor me concedió lo que le pedía,
por eso le daré gracias en voz alta.
23 Gente ignorante: vengan a mí
y vivan en mi escuela.
24 ¿Hasta cuándo quieren privarse de todo esto
y seguir sufriendo esa terrible sed?
25 Esto les digo acerca de la sabiduría:
Adquiéranla gratuitamente,
26 sométanse a ella,
acepten las tareas que les impone.
Ella está cerca de quienes la buscan;
el que se empeñe, la encontrará.
27 Vean con sus propios ojos qué poco he trabajado
y qué gran descanso he logrado encontrar.
28 Escuchen todos lo que aprendí en mi juventud,
y así adquirirán oro y plata.
29 ¡Alégrense en mi escuela!
¡No se avergüencen de mis enseñanzas!
30 Lleven una vida recta
y Dios les dará oportunamente el premio.
¡Bendito sea el Señor eternamente,
y alabado sea su nombre por todas las edades!

Himno de acción de gracias

51 Te doy gracias, mi Dios y salvador;
alabo tu nombre, mi rey soberano.
Me has librado de la muerte,
me has protegido de las mentiras
que mis enemigos decían de mí.
3-5 Por tu gran misericordia
me libraste de los enemigos,
que querían quitarme la vida;
me libraste de la angustia,
del fuego y de muchos sufrimientos;
me libraste de las mentiras,
que hieren como flechas mortales;
¡me libraste de caer en el sepulcro!

Yo estaba a punto de morir.
Busqué alguien que me ayudara,
pero nadie vino en mi ayuda.
Me acordé entonces de tu amor,
y de que nunca dejas de amarnos;
me acordé de que tú salvas
y libras de todos los peligros
a los que confían en ti.

Cuando elevé a ti mi oración
para que me libraras de la muerte,
10 te dije: «Mi Dios y padre,
no me dejes desamparado;
¡tú puedes salvarme del peligro
en los momentos de angustia!
¡Yo te alabaré por siempre;
te cantaré himnos de gratitud!»

11 Y tú escuchaste mis ruegos
y me salvaste del peligro.
12 Por eso siempre te daré gracias,
y cantaré himnos a tu nombre.

Otro canto de acción de gracias

Alaben a Dios, porque él es bueno.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que es digno de alabanzas.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al protector de Israel.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que hizo todas las cosas.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que ha salvado a Israel.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que reúne a los israelitas
que andan dispersos por el mundo.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que devolverá a David
la grandeza de su reino.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que eligió como sacerdotes
a los descendientes de Sadoc.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al protector de Abraham.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al defensor de Isaac.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al Dios fuerte de Jacob.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al que eligió a Jerusalén
para tener allí su templo.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Alaben al Rey de reyes.
¡Dios nunca deja de amarnos!

Dios dio poder a los israelitas,
su pueblo fiel y cercano,
para que siempre lo alaben.
¡Alabado sea Dios!

Hay que buscar la sabiduría

13 Cuando yo era joven,
antes de andar por el mundo,
le pedí a Dios en oración
que me permitiera llegar a ser sabio.
14 Se lo pedí a la entrada del templo,
y no descansé hasta llegar a serlo.
15 Cuando la sabiduría maduró en mí,
como maduran las frutas en el árbol,
mi corazón se llenó de alegría,
pues la busqué desde mi juventud,
y me llevó por el buen camino.

16-18 En cuanto llegué a ser sabio,
decidí actuar siempre con sabiduría,
y gracias a ella pude progresar.
19 Me esforcé mucho por alcanzarla,
y cumplí fielmente sus enseñanzas.
Oré a Dios con las manos en alto,
pero con gran dolor me di cuenta
que me faltaba mucho por aprender.

20-21 Me dediqué a buscar la sabiduría,
pues para mí valía más que un tesoro.
La sabiduría me dio inteligencia,
y por eso Dios no me abandonará.
22 El premio que Dios me dio
fue poder alabarlo con mis labios.

23-24 Ustedes, que no tienen sabiduría
pero que quieren alcanzarla,
vengan y entren en mi escuela.
No digan que no pueden encontrarla.
25 Yo estoy dispuesto a hacerlos sabios,
y no tienen que pagarme nada.
26-28 La sabiduría está cerca de nosotros,
tan cerca que es posible alcanzarla.
Fíjense en mí:
con muy poco esfuerzo
he alcanzado esta gran felicidad.

Aun si tuvieran que pagar mucho,
no les conviene dejar de aprender,
porque así obtendrán mayores riquezas.
29 Alégrense en el amor de Dios,
y nunca se avergüencen de alabarlo.
30 Cumplan con lo que deben hacer
antes de que les llegue la muerte,
y Dios, a su debido tiempo,
les dará el premio que merecen.

Ésta es la Sabiduría de Jesús hijo de Sirac.