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Hay que buscar la sabiduría

13 Cuando yo era joven,
antes de andar por el mundo,
le pedí a Dios en oración
que me permitiera llegar a ser sabio.
14 Se lo pedí a la entrada del templo,
y no descansé hasta llegar a serlo.
15 Cuando la sabiduría maduró en mí,
como maduran las frutas en el árbol,
mi corazón se llenó de alegría,
pues la busqué desde mi juventud,
y me llevó por el buen camino.

16-18 En cuanto llegué a ser sabio,
decidí actuar siempre con sabiduría,
y gracias a ella pude progresar.
19 Me esforcé mucho por alcanzarla,
y cumplí fielmente sus enseñanzas.
Oré a Dios con las manos en alto,
pero con gran dolor me di cuenta
que me faltaba mucho por aprender.

20-21 Me dediqué a buscar la sabiduría,
pues para mí valía más que un tesoro.
La sabiduría me dio inteligencia,
y por eso Dios no me abandonará.
22 El premio que Dios me dio
fue poder alabarlo con mis labios.

23-24 Ustedes, que no tienen sabiduría
pero que quieren alcanzarla,
vengan y entren en mi escuela.
No digan que no pueden encontrarla.
25 Yo estoy dispuesto a hacerlos sabios,
y no tienen que pagarme nada.
26-28 La sabiduría está cerca de nosotros,
tan cerca que es posible alcanzarla.
Fíjense en mí:
con muy poco esfuerzo
he alcanzado esta gran felicidad.

Aun si tuvieran que pagar mucho,
no les conviene dejar de aprender,
porque así obtendrán mayores riquezas.
29 Alégrense en el amor de Dios,
y nunca se avergüencen de alabarlo.
30 Cumplan con lo que deben hacer
antes de que les llegue la muerte,
y Dios, a su debido tiempo,
les dará el premio que merecen.

Ésta es la Sabiduría de Jesús hijo de Sirac.

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