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El rey Josías y el profeta Jeremías

49 El nombre de Josías es como incienso aromático
preparado por un experto perfumista;
su recuerdo es dulce como la miel
o como la música en un banquete.
Porque él se entristeció con nuestras traiciones
y destruyó los ídolos detestables.
Se entregó a Dios de todo corazón
y fue bondadoso en un tiempo de violencia.
Con excepción de David, Ezequías y Josías,
todos los otros reyes de Judá
llevaron una vida mala
y abandonaron la ley del Altísimo.
Por eso Dios entregó su poder a otros,
y su gloria pasó a una nación extranjera e insensata,
que incendió la ciudad santa
y asoló sus calles.
Así lo había anunciado Jeremías,
hecho profeta desde antes de nacer,
para arrancar, derribar, destruir y demoler,
y también para construir, plantar y restaurar;
pero la gente lo maltrató.

Ezequiel y los otros profetas

Ezequiel tuvo una visión
y describió los seres del carro de Dios.
También mencionó a Job,
que se mantuvo firme en su rectitud.
10 También están los doce profetas:
¡que sus huesos florezcan en la tumba!
Pues animaron al pueblo de Jacob
y lo salvaron con la seguridad de la esperanza.

Después del destierro

11 ¡Cómo podremos honrar a Zorobabel,
que es como un anillo en la mano derecha,
12 y a Josué, hijo de Josadac!
Ellos reconstruyeron el altar
y levantaron el sagrado templo
que debía tener gloria eterna.
13 Nehemías, de glorioso recuerdo,
reconstruyó nuestra ciudad en ruinas,
reparó la muralla derruida
y puso puertas y cerrojos.

Los patriarcas primitivos

14 Pocos ha habido en el mundo como Henoc:
él también fue arrebatado de esta tierra.
15 No ha nacido un hombre igual a José,
jefe de sus hermanos y gloria de su pueblo;
su cuerpo fue enterrado cuidadosamente.
16 Sem, Set y Enós también recibieron honores,
pero la gloria de Adán es superior
a la de cualquier otro ser viviente.

El rey Josías

49 Recordar al rey Josías
es como oler un suave perfume,
como paladear la dulzura de la miel
o escuchar la música de un banquete.
A Josías le daba mucha tristeza
ver que el pueblo no se arrepentía;
por eso acabó con la idolatría.
Aunque vivió en tiempos de violencia,
buscó a Dios de todo corazón
y fue siempre un ejemplo de bondad.

Jeremías y los últimos reyes

Con la excepción de David,
de Ezequías y de Josías,
todos los reyes de Judá
no hicieron más que pecar.
Se apartaron de las enseñanzas de Dios,
y por eso Dios se apartó de ellos.
Tuvieron que rendirse ante reyes extranjeros,
los cuales prendieron fuego
al templo y a la ciudad,
y dejaron desiertas las calles.
Todo esto les sucedió
por maltratar al profeta Jeremías,
a quien Dios había elegido
desde antes de su nacimiento
para destruir o derribar,
pero también para levantar y reconstruir.

El profeta Ezequiel

Ezequiel vio al Dios glorioso
sobre un carro que llevaban
unos querubines.
También mencionó a Job,
quien se mantuvo firme
en medio de los problemas.

Los profetas menores

10 ¡Que Dios dé nueva vida
a los huesos de los doce profetas!
Porque consolaron al pueblo de Dios
y lo ayudaron a mantenerse firme
y a no perder la esperanza.

Zorobabel y Josué

11-12 ¡No encuentro las palabras
para alabar al gran Zorobabel!
¡Tampoco sé cómo alabar
al sacerdote Josué hijo de Josadac!
Reconstruyeron el altar y el templo
que había sido consagrado
para honrar a Dios por siempre.

Nehemías

13 Nehemías fue un gran hombre,
pues reconstruyó los muros de Jerusalén,
puso a la ciudad puertas y cerraduras,
y reconstruyó nuestros hogares.

Los primeros antepasados

14 No hay nadie en el mundo
que pueda compararse con Henoc,
pues Dios se lo llevó al cielo.
15 Tampoco hay otro igual a José,
que llegó a ser jefe de sus hermanos
y siempre apoyó a su pueblo.
Por eso sus restos mortales
fueron enterrados con respeto.

16 Sem y Set merecen ser alabados,
pero no hay en toda la creación
nadie que esté por encima de Adán.