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Introducción

Durante el tercer año del reinado de Joaquim, rey de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia llegó a Jerusalén y rodeó la ciudad con su ejército. El Señor dejó que Nabucodonosor capturara a Joaquim, y que también cayeran en su poder gran parte de los utensilios del templo de Dios. Nabucodonosor se llevó los prisioneros a Babilonia, y puso los utensilios sagrados en el tesoro del templo de sus dioses; además, ordenó a Aspenaz, jefe del servicio de palacio, que de entre los israelitas de familia real y de familias distinguidas trajera jóvenes bien parecidos, sin ningún defecto físico, cultos e inteligentes, entendidos en todos los campos del saber y aptos para servir en el palacio real. A ellos se les enseñaría el lenguaje y la literatura de los caldeos. Nabucodonosor ordenó también que a esos jóvenes se les diera todos los días de los mismos alimentos y vinos que a él le servían, y que los educaran durante tres años, al cabo de los cuales quedarían a su servicio.

Daniel y sus compañeros en el palacio del rey

Entre estos jóvenes estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de la tribu de Judá, a quienes el jefe del servicio de palacio les cambió de nombre: a Daniel le puso Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-negó. Pero Daniel se propuso no contaminarse con la comida y el vino del rey, y pidió al jefe del servicio de palacio que no le obligara a contaminarse con tales alimentos. Por obra de Dios, el jefe del servicio de palacio vio con buenos ojos a Daniel, 10 pero le dijo:

—Tengo miedo de mi señor, el rey. Él me ha dicho lo que ustedes deben comer y beber, y si los ve con peor aspecto que los otros jóvenes, serán ustedes la causa de que el rey me condene a muerte.

11 Daniel habló entonces con el mayordomo a quien el jefe del servicio de palacio había encargado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y le dijo:

12 —Ruego a usted que haga una prueba con estos servidores suyos: ordene usted que durante diez días nos den de comer solamente legumbres, y de beber solamente agua. 13 Pasado ese tiempo, compare usted nuestro aspecto con el de los jóvenes alimentados con la misma comida que se sirve al rey, y haga entonces con nosotros según lo que vea.

14 El mayordomo estuvo de acuerdo, y durante diez días hizo la prueba con ellos. 15 Pasados los diez días, el aspecto de ellos era más sano y más fuerte que el de todos los jóvenes que comían de la comida del rey. 16 Así pues, el mayordomo se llevaba la comida y el vino que ellos tenían que comer y beber, y les servía legumbres.

17 A estos cuatro jóvenes, Dios les dio inteligencia y entendimiento para comprender toda clase de libros y toda ciencia. Daniel entendía además el significado de toda clase de visiones y sueños. 18 Al cumplirse el plazo que el rey había señalado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe del servicio de palacio los llevó a su presencia. 19 El rey habló con ellos y, entre todos los jóvenes, no encontró ni uno solo que pudiera compararse con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, quienes, por lo tanto, quedaron al servicio del rey. 20 En todos los asuntos que requerían sabiduría e inteligencia, y sobre los cuales les preguntó el rey, los encontró diez veces más sabios que todos los magos y adivinos que había en su reino. 21 Y Daniel se quedó allí hasta el primer año del reinado de Ciro.

El sueño del rey Nabucodonosor

Durante el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños, y por causa de ellos llegó a estar tan preocupado que no podía dormir. Entonces mandó llamar a magos, adivinos, hechiceros y sabios, para que le explicaran aquellos sueños. Ellos fueron y se presentaron ante el rey, el cual les dijo:

—He tenido un sueño y estoy muy preocupado tratando de comprenderlo.

Y los sabios dijeron al rey, en arameo:

—¡Que viva Su Majestad para siempre! Cuente Su Majestad a estos servidores suyos lo que ha soñado, y nosotros le explicaremos lo que significa.

—Ésta es mi decisión —contestó el rey—: Si no me dicen ustedes qué es lo que soñé y lo que significa, serán hechos pedazos y sus casas serán convertidas en un montón de escombros. Pero si me dicen lo que soñé y lo que mi sueño significa, recibirán regalos de mi parte, y favores y grandes honores. Así pues, díganme qué fue lo que soñé, y explíquenme su significado.

Los sabios respondieron por segunda vez:

—Cuéntenos Su Majestad lo que soñó, y nosotros le explicaremos el significado.

—Sé muy bien —contestó el rey— que ustedes quieren ganar tiempo, porque han oído mi decisión. Por lo tanto, si no me dicen lo que soñé, todos ustedes sufrirán la misma sentencia, pues se han puesto de acuerdo para darme como respuesta mentiras y falsedades, en espera de que cambie la situación. Díganme, pues, el sueño, y así sabré que también pueden explicarme su significado.

10 —No hay nadie en el mundo —respondieron los sabios— que pueda decir lo que Su Majestad desea saber. Por otra parte, jamás ningún rey, por grande y poderoso que haya sido, ha pedido semejante cosa a ningún mago, adivino o sabio. 11 Lo que Su Majestad pide es tan difícil que no hay nadie que se lo pueda decir, a no ser los dioses; ¡pero ellos no viven entre los hombres!

12 Al oír esto, el rey se puso furioso y ordenó matar a todos los sabios de Babilonia. 13 Una vez publicada la orden, buscaron también a Daniel y a sus compañeros para quitarles la vida.

Daniel interpreta el sueño del rey

14 Entonces Daniel habló de manera discreta y sensata con Arioc, el jefe de la guardia real, que ya se disponía a matar a los sabios. 15 Y le preguntó:

—¿Por qué ha dado el rey esta orden tan terminante?

Arioc le explicó el motivo. 16 Entonces Daniel fue a ver al rey y le suplicó que le concediera algún tiempo para poder explicarle el sueño y su significado. 17 Luego se fue a su casa e informó de todo a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías, 18 para que pidieran ayuda del Dios del cielo sobre aquel misterio, a fin de que no los mataran junto con los otros sabios de Babilonia. 19 Aquella noche el misterio le fue revelado a Daniel en una visión, por lo cual Daniel bendijo al Dios del cielo 20 con estas palabras:

«Bendito sea por siempre el nombre de Dios,
porque suyos son la sabiduría y el poder.
21 Él cambia los tiempos y las épocas;
quita y pone reyes,
da sabiduría a los sabios
e inteligencia a los inteligentes.
22 Él revela las cosas profundas y secretas;
conoce lo que está en la oscuridad,
pues la luz está con él.
23 A ti, Dios de mis padres,
te doy gracias y te alabo,
porque me has hecho sabio y fuerte;
y ahora me has hecho saber lo que te pedimos:
nos has dado a conocer lo que preocupaba al rey.»

24 Después de esto, Daniel fue a ver a Arioc, a quien el rey había ordenado matar a los sabios de Babilonia, y le dijo:

—No mates a los sabios. Llévame ante el rey, y yo le explicaré todo su sueño.

25 En seguida Arioc llevó a Daniel ante el rey Nabucodonosor, y le dijo al rey:

—Entre los judíos desterrados he hallado un hombre que explicará a Su Majestad el significado de su sueño.

26 Entonces el rey le dijo a Daniel, a quien llamaban Beltsasar:

—¿Puedes tú decirme lo que soñé, y lo que mi sueño significa?

27 Daniel respondió:

—No hay ningún sabio ni adivino, ni mago ni astrólogo, que pueda explicar a Su Majestad el misterio que desea conocer. 28 Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios, y él ha hecho saber a Su Majestad lo que va a pasar en el futuro. Voy a explicarle a Su Majestad el sueño y las visiones que ha tenido mientras dormía: 29 Su Majestad se hallaba en su cama; se puso a pensar en lo que va a pasar en el futuro, y el que revela los misterios se lo ha dado a conocer. 30 También a mí me ha sido revelado este misterio, pero no porque yo sea más sabio que todos los hombres, sino para que yo explique a Su Majestad lo que el sueño significa, y que así Su Majestad pueda comprender los pensamientos que han venido a su mente.

31 »En el sueño, Su Majestad veía que en su presencia se levantaba una estatua muy grande y brillante, y de aspecto terrible. 32 La cabeza de la estatua era de oro puro; el pecho y los brazos, de plata; el vientre y los muslos, de bronce; 33 las piernas, de hierro; y una parte de los pies era de hierro, y la otra de barro. 34 Mientras Su Majestad la estaba mirando, de un monte se desprendió una piedra, sin que nadie la empujara, y vino a dar contra los pies de la estatua y los destrozó. 35 En un momento, el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro quedaron todos convertidos en polvo, como el que se ve en verano cuando se trilla el trigo, y el viento se lo llevó sin dejar el menor rastro. Pero la piedra que dio contra la estatua se convirtió en una gran montaña que ocupó toda la tierra.

36 »Éste es el sueño. Y ahora voy a explicar a Su Majestad lo que el sueño significa. 37 Su Majestad es el más grande de todos los reyes, porque el Dios del cielo le ha dado el reino, el poder, la fuerza, el honor 38 y el dominio sobre todos los lugares habitados por hombres, animales y aves; él lo ha puesto todo bajo el poder de Su Majestad, que es la cabeza de oro. 39 Después del reino de Su Majestad habrá otro reino inferior al suyo, y luego un tercer reino de bronce, que dominará sobre toda la tierra. 40 Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro; y así como el hierro lo destroza todo y lo destruye, así ese reino destrozará y destruirá a todos los otros reinos.

41 »Su Majestad vio también que una parte de los pies y de los dedos era de barro, y la otra, de hierro; esto quiere decir que será un reino dividido, aunque con algo de la fortaleza del hierro, pues Su Majestad vio que el hierro estaba mezclado con el barro. 42 Los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de barro, y eso significa que el reino será fuerte y débil al mismo tiempo. 43 Y así como Su Majestad vio el hierro mezclado con el barro, así los gobernantes de este reino se unirán por medio de alianzas matrimoniales; pero no podrán formar un solo cuerpo entre sí, como tampoco puede el hierro mezclarse con el barro. 44 Durante el gobierno de estos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni dominado por ninguna otra nación, sino que acabará por completo con todos los demás reinos, y durará para siempre. 45 Eso es lo que significa la piedra que Su Majestad vio desprenderse del monte, sin que nadie la hubiera empujado; piedra que convirtió en polvo el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha revelado a Su Majestad lo que va a pasar en el futuro. El sueño es verdadero, y su interpretación, cierta.»

46 Entonces el rey Nabucodonosor se puso de rodillas delante de Daniel, inclinó la cabeza hasta el suelo y mandó que le ofrecieran sacrificios e incienso. 47 Después le dijo a Daniel:

—Verdaderamente el Dios de ustedes es el más grande de todos los dioses; es el Señor de los reyes y el que revela los misterios, pues tú has podido descubrir este misterio.

48 Luego el rey puso a Daniel en un alto puesto y le hizo muchos y espléndidos regalos; además lo nombró gobernador de la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de aquella nación.

49 A petición de Daniel, el rey puso a Sadrac, Mesac y Abed-negó en importantes cargos de la administración de la provincia de Babilonia. Daniel mismo se quedó en la corte del rey.

La adoración de la estatua de oro

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, que tenía treinta metros de alto por tres de ancho, y ordenó que la pusieran en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. Después mandó llamar a todos los gobernadores regionales, jefes del ejército, gobernadores provinciales, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás autoridades de las provincias, para que asistieran a la dedicación de la estatua que él había mandado hacer. Todas estas grandes personalidades de la nación se reunieron ante la estatua, para celebrar su dedicación. El encargado de anunciar el comienzo de la ceremonia ordenó en voz alta: «Atención, hombres de todos los pueblos, naciones y lenguas: En cuanto oigan ustedes tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el salterio, la gaita y todos los instrumentos musicales, se pondrán de rodillas y adorarán a la estatua de oro que hizo construir el rey Nabucodonosor. Todo aquel que no se arrodille y adore a la estatua, será arrojado inmediatamente a un horno encendido.»

Así pues, en cuanto la multitud allí reunida oyó el sonido de todos aquellos instrumentos de música, se puso de rodillas y adoró a la estatua de oro.

Unos caldeos aprovecharon esta oportunidad para acusar a los judíos ante el rey Nabucodonosor, diciendo:

—¡Viva Su Majestad para siempre, y sea su nombre siempre recordado! 10 Su Majestad ha ordenado que todo el mundo se arrodille y adore a la estatua de oro tan pronto como se oiga el sonido de los instrumentos musicales, 11 y que aquel que no lo haga sea arrojado a un horno encendido. 12 Pues bien, hay unos judíos, a quienes Su Majestad puso al frente de la administración de la provincia de Babilonia, que no guardan el menor respeto por Su Majestad, ni adoran a los dioses ni a la estatua de oro que Su Majestad ha mandado levantar. Ellos son Sadrac, Mesac y Abed-negó.

13 Nabucodonosor se puso muy furioso, y mandó que llevaran ante él a Sadrac, Mesac y Abed-negó. Y cuando ya estaban en su presencia, 14 les preguntó:

—¿Es verdad que ustedes no adoran a mis dioses ni a la estatua de oro que yo he mandado hacer? 15 ¿Están ustedes dispuestos, tan pronto como oigan la música, a inclinarse ante la estatua que yo he mandado hacer, y adorarla? Porque si no la adoran, ahora mismo serán arrojados a un horno encendido; y entonces, ¿qué dios podrá salvarlos?

16 —No tenemos por qué discutir este asunto —contestaron los tres jóvenes. 17 Nuestro Dios, a quien adoramos, puede librarnos de las llamas del horno y de todo el mal que Su Majestad quiere hacernos, y nos librará. 18 Pero, aun si no lo hiciera, sepa bien Su Majestad que no adoraremos a sus dioses ni nos arrodillaremos ante la estatua de oro.

Los tres jóvenes son librados del horno de fuego

19 Al oír Nabucodonosor estas palabras, la cara se le puso roja de rabia contra los tres jóvenes. Entonces ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo acostumbrado; 20 luego mandó que algunos de los soldados más fuertes de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-negó, y que los arrojaran a las llamas del horno. 21 Los tres jóvenes, vestidos todavía con la misma ropa de los altos cargos que ocupaban, fueron atados y arrojados al horno ardiente. 22 Y como el rey había mandado que su orden se cumpliera al instante, y el horno estaba muy encendido, las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que habían arrojado en él a los tres jóvenes, 23 los cuales cayeron atados dentro del horno.

24 Entonces Nabucodonosor se levantó rápidamente, y muy asombrado dijo a los consejeros de su gobierno:

—¿No arrojamos al fuego a tres hombres atados?

—Así es —le respondieron.

25 —Pues yo veo cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego sin que les pase nada, y el cuarto hombre tiene el aspecto de un ángel.

26 Y diciendo esto, Nabucodonosor se acercó a la boca del horno y gritó:

—¡Sadrac, Mesac y Abed-negó, siervos del Dios altísimo, salgan y vengan aquí!

Los tres salieron de entre las llamas, 27 y todas las autoridades de la nación allí presentes se acercaron a aquellos hombres, cuyos cuerpos no habían sido tocados por el fuego, y comprobaron que ni un pelo de la cabeza se les había chamuscado ni sus vestidos se habían estropeado, y que ni siquiera olían a quemado.

28 En ese momento Nabucodonosor exclamó: «¡Alabado sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-negó, que envió a su ángel para salvar a sus siervos fieles, que no cumplieron la orden del rey, prefiriendo morir antes que arrodillarse y adorar a otro dios que no fuera su Dios! 29 Ahora pues, yo ordeno que cualquier hombre que hable mal del Dios de estos jóvenes, sea descuartizado, y su casa convertida en un montón de escombros, sea cual sea su pueblo, nación o lengua, pues no hay otro dios que pueda salvar así.»

30 Luego el rey dio a estos tres jóvenes cargos más importantes en la provincia de Babilonia.

La locura del rey Nabucodonosor

(3.31) «Yo, el rey Nabucodonosor, deseo paz y prosperidad a los hombres de todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan la tierra. (3.32) Quiero que sepan ustedes las cosas tan maravillosas que el Dios altísimo ha hecho conmigo. (3.33) ¡Qué grandes son sus prodigios y milagros! Su reino durará por siempre, y su poder continuará de generación en generación.

(1) »Yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi palacio y disfrutaba de una gran prosperidad. (2) Pero una noche, estando ya acostado, tuve un sueño que me espantó, y pensamientos y visiones que me llenaron de terror. (3) Entonces ordené que vinieran a verme todos los sabios de Babilonia, para que me explicaran el significado del sueño. (4) Vinieron todos los magos, adivinos, sabios y astrólogos de Babilonia, y yo les conté el sueño, pero no pudieron decirme lo que significaba. (5) Por último se presentó Daniel, llamado también Beltsasar en honor a mi dios, y cuya vida está guiada por el espíritu del Dios santo, y le conté mi sueño de la siguiente manera: (6) “Beltsasar, jefe de los adivinos, yo sé que el espíritu del Dios santo te guía, y que conoces todos los misterios. Escucha, pues, lo que he visto en mi sueño, y dime lo que significa. 10 (7) Éstas son las visiones que tuve mientras estaba acostado:

»”‘En medio de la tierra había un árbol muy alto.
11 (8) El árbol creció y se hizo muy grueso;
su copa tocaba el cielo, y se le podía ver
desde los puntos más lejanos de la tierra.
12 (9) Eran tan hermosas sus hojas
y tan abundante su fruto,
que bastaba para alimentar a todos.
Las bestias del campo se ponían a su sombra,
en sus ramas hacían nidos las aves
y la vida de todo el mundo dependía de él.’

13 (10) »”De repente vi en mis visiones un ángel centinela que bajaba del cielo, 14 (11) y que en voz alta decía:

»”‘Echen abajo el árbol, córtenle las ramas,
quítenle las hojas, esparzan sus frutos.
Que huyan las bestias que están bajo su sombra
y las aves que están en sus ramas.
15 (12) Pero dejen en la tierra el tronco y sus raíces;
sujétenlo con cadenas de hierro y de bronce,
y déjenlo entre la hierba del campo.
Que caiga el rocío sobre él,
y que comparta con las bestias la hierba del campo.
16 (13) Que su mente se trastorne
y se vuelva como la de un animal,
y que ese mal le dure siete años.
17 (14) Ésta es la sentencia que han dictado
los santos ángeles centinelas,
para que todos los hombres sepan
que el Dios altísimo tiene poder
sobre los reinos humanos,
que él da el gobierno a quien quiere dárselo
y hace jefe de una nación
al más humilde de los hombres.’

18 (15) »”Éste es el sueño que yo, el rey Nabucodonosor, tuve. Ahora, Beltsasar, dime su significado, pues ninguno de los sabios de mi reino lo ha entendido; pero tú podrás interpretarlo, porque en ti está el espíritu del Dios santo.

19 (16) »”Entonces Daniel, al que llamaban Beltsasar, se quedó un momento pensativo, horrorizado por los pensamientos que le venían a la mente. Pero yo, el rey, le dije: ‘Beltsasar, no te preocupes por el sueño que he tenido, ni por su explicación.’ Y Beltsasar contestó: ‘¡Ay, que todo lo que el sueño significa recaiga sobre los enemigos de Su Majestad! 20 (17) El árbol alto y grueso que vio Su Majestad, el cual llegaba hasta el cielo y se podía ver desde los puntos más lejanos de la tierra, 21 (18) que tenía hojas hermosas y fruto abundante que alcanzaba para alimentar a todos, a cuya sombra se arrimaban las bestias del campo y en cuyas ramas hacían su nido las aves, 22 (19) ese árbol es Su Majestad, que ha crecido y se ha hecho poderoso. La grandeza de Su Majestad ha aumentado hasta alcanzar la altura del cielo, y su dominio se ha extendido sobre toda la tierra. 23 (20) Su Majestad vio también que un santo ángel centinela bajaba del cielo y decía: Echen abajo el árbol y destrúyanlo, pero dejen en la tierra el tronco y sus raíces; sujétenlo con cadenas de hierro y de bronce, y déjenlo entre la hierba del campo. Que caiga el rocío sobre él, y que comparta con las bestias la hierba del campo durante siete años. 24 (21) Esto significa la sentencia que el Dios altísimo ha dictado contra Su Majestad. 25 (22) Y Su Majestad será separado de la gente y vivirá con los animales; comerá hierba, como los bueyes, y el rocío empapará su cuerpo. Así vivirá Su Majestad durante siete años, hasta que reconozca que el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos humanos, y que es él quien pone como gobernante a quien él quiere. 26 (23) La orden de que se dejara en la tierra el tronco y sus raíces, significa que se devolverá a Su Majestad el reino cuando Su Majestad haya reconocido que Dios es quien tiene el poder. 27 (24) Por tanto, siga Su Majestad este consejo mío: actúe con rectitud y no peque más; ponga fin a sus maldades y ocúpese de ayudar a los pobres. Tal vez así pueda Su Majestad seguir viviendo en paz y prosperidad.’”»

28 (25) Todas estas cosas anunciadas al rey Nabucodonosor, se cumplieron: 29 (26) Un año después, mientras el rey se paseaba por la terraza de su palacio de Babilonia, 30 (27) dijo: «¡Miren qué grande es Babilonia! Yo, con mi gran poder, la edifiqué como capital de mi reino, para dejar muestras de mi grandeza.»

31 (28) Todavía estaba hablando el rey cuando se oyó una voz del cielo, que decía: «Oye esto, rey Nabucodonosor. Tu reino ya no te pertenece; 32 (29) serás separado de la gente y vivirás con los animales; comerás hierba como los bueyes durante siete años, hasta que reconozcas que el Dios altísimo tiene poder sobre todas las naciones de la tierra, y que es él quien pone como gobernante a quien él quiere.»

33 (30) En ese mismo instante se cumplió la sentencia anunciada, y Nabucodonosor fue separado de la gente; comió hierba, como los bueyes, y el rocío empapó su cuerpo, hasta que el pelo y las uñas le crecieron como si fueran plumas y garras de águila.

Curación de Nabucodonosor

34 (31) «Cuando el tiempo de la sentencia se cumplió, yo, Nabucodonosor, miré al cielo y me sentí curado de mi locura; entonces bendije al Dios altísimo y alabé con estas palabras al que vive para siempre:

»“Su poder durará siempre;
su reino permanecerá de generación en generación.
35 (32) Ante él nada son
los habitantes de la tierra.
Él actúa según su voluntad,
tanto en el cielo como en la tierra.
No hay nadie que pueda oponerse a su poder
ni preguntarle por qué actúa como actúa.”

36 (33) »En aquel mismo momento recobré el juicio, el esplendor de mi reino, mi honor y mi grandeza. Mis consejeros y las altas personalidades de mi gobierno vinieron a buscarme, y me puse nuevamente al frente del gobierno de mi nación, llegando a tener un poder todavía mayor del que había tenido antes.

37 (34) »Ahora pues, yo, Nabucodonosor, alabo, honro y glorifico al Rey del cielo, porque todo lo que hace es verdadero y justo, y puede humillar a los que se creen importantes.»

La escritura en la pared

Belsasar, rey de Babilonia, invitó a un gran banquete a mil de las altas personalidades de la nación; y, durante la comida, el rey y sus invitados bebieron mucho vino. 2-3 Excitado por el vino, el rey Belsasar mandó traer las copas y tazones de oro y plata que su padre Nabucodonosor se había llevado del templo de Jerusalén. Las copas y tazones fueron traídos, y bebieron en ellos el rey, sus mujeres, sus concubinas y todos los demás asistentes al banquete. Todos bebían vino y alababan a sus ídolos, hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra.

En aquel momento apareció una mano de hombre que, a la luz de los candiles, comenzó a escribir con el dedo sobre la pared blanca de la sala. Al ver el rey la mano que escribía, se puso pálido y, del miedo que le entró, comenzó a temblar de pies a cabeza. Luego se puso a gritar y llamar a los adivinos, sabios y astrólogos de Babilonia, y les dijo:

—El que lea lo que ahí está escrito, y me explique lo que quiere decir, será vestido con ropas de púrpura, llevará una cadena de oro en el cuello y ocupará el tercer lugar en el gobierno de mi reino.

Todos los sabios que estaban al servicio del rey entraron en la sala, pero nadie pudo entender el significado de lo escrito ni explicárselo al rey. Entonces le entró tanto miedo al rey Belsasar, que su cara se puso completamente pálida. Las personalidades del gobierno no sabían qué hacer, 10 pero la reina madre, atraída por los gritos de su hijo el rey y de los grandes personajes invitados, entró en la sala del banquete y dijo:

—¡Que viva Su Majestad para siempre! Y no se preocupe ni se ponga pálido, 11 que en su reino hay un hombre guiado por el espíritu del Dios santo. Cuando el padre de Su Majestad era rey, ese hombre demostró tener una mente clara, e inteligencia y sabiduría como la de los dioses. Por eso el rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, nombró a ese hombre jefe de todos los magos, adivinos, sabios y astrólogos de la nación, 12 ya que en Daniel, a quien el rey puso el nombre de Beltsasar, había un espíritu extraordinario e inteligencia y ciencia para entender el significado de los sueños, explicar el sentido de las palabras misteriosas y resolver los asuntos complicados. Llame Su Majestad a Daniel, y él le dará a conocer el significado de lo que está escrito en la pared.

13 Daniel fue llevado ante el rey, y el rey le preguntó:

—¿Eres tú Daniel, uno de aquellos prisioneros judíos que mi padre, el rey Nabucodonosor, trajo de Judea? 14 Me han dicho que el espíritu de Dios está en ti, que tienes una mente clara, y que eres muy inteligente y sabio. 15 Pues bien, los hombres más sabios de la nación han estado aquí para leer esas palabras y explicarme su significado, pero ni siquiera las entienden. 16 Sin embargo, he oído decir que tú puedes aclarar dudas y resolver cuestiones difíciles. Si tú puedes leer esas palabras y decirme lo que significan, haré que seas vestido con ropas de púrpura, que te pongan una cadena de oro en el cuello y que ocupes el tercer lugar en el gobierno de mi reino.

17 Entonces Daniel le contestó:

—Quédese Su Majestad con sus regalos, y ofrézcale a otro el honor de estar en su palacio. Yo le explicaré de todos modos a Su Majestad lo que quieren decir las palabras escritas en la pared.

18 «El Dios altísimo dio el reino, y también grandeza, gloria y honor, a Nabucodonosor, padre de Su Majestad. 19 Por el poder que le dio, gente de todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetaban y temblaban ante él. Y él mataba o dejaba vivir a quien él quería; a unos los ponía en alto y a otros los humillaba. 20 Pero cuando se llenó de soberbia, y actuó terca y orgullosamente, se le quitó el poder y la gloria que tenía como rey. 21 Fue apartado de la gente y se convirtió en una especie de animal; vivió con los asnos salvajes, comió hierba como los bueyes y el rocío empapó su cuerpo, hasta que reconoció que el Dios altísimo tiene poder sobre todos los reinos humanos, y que él da la dirección del gobierno a quien él quiere. 22 Y ahora Su Majestad, Belsasar, que es hijo de aquél y que sabe lo que le pasó, tampoco ha vivido con humildad. 23 Al contrario, Su Majestad se ha burlado del Señor del cielo mandando traerse a la mesa las copas y tazones del templo, y, junto con sus invitados, ha bebido vino en ellos y ha dado alabanza a dioses hechos de oro, plata, bronce, hierro, madera y piedra; dioses que no ven, ni oyen, ni saben nada. En cambio, no ha alabado al Dios en cuyas manos está la vida de Su Majestad y de quien depende todo lo que haga. 24 Por eso, él envió la mano que escribió esas palabras, 25 MENÉ, MENÉ, TEKEL y PARSÍN, 26 las cuales significan lo siguiente: MENÉ: Dios ha medido los días del reinado de Su Majestad, y le ha señalado su fin; 27 TEKEL: Su Majestad ha sido pesado en la balanza, y pesa menos de lo debido; 28 PARSÍN: el reino de Su Majestad ha sido dividido, y será entregado a medos y persas.»

29 En seguida el rey Belsasar ordenó que vistieran a Daniel con ropas de púrpura y que le pusieran una cadena de oro en el cuello, y comunicó a todos que, desde ese mismo instante, Daniel ocuparía el tercer lugar en el gobierno del reino.

30 Aquella misma noche mataron a Belsasar, rey de los caldeos, 31 (6.1) y Darío de Media se apoderó del reino. Darío tenía entonces sesenta y dos años de edad.

Daniel en el foso de los leones

(2) El rey Darío decidió nombrar ciento veinte gobernadores regionales para que se encargaran de las distintas partes del reino. (3) Al frente de ellos puso tres supervisores, para que vigilaran la administración de los gobernadores, con el fin de que el rey no saliera perjudicado en nada. Uno de los supervisores era Daniel, (4) quien pronto se distinguió de los otros supervisores y jefes regionales por su gran capacidad; por eso el rey pensó en ponerlo al frente del gobierno de la nación. (5) Los supervisores y gobernadores buscaron entonces un motivo para acusarlo de mala administración del reino, pero como Daniel era un hombre honrado, no le encontraron ninguna falta; por lo tanto no pudieron presentar ningún cargo contra él. (6) Sin embargo, siguieron pensando en el asunto, y dijeron: «No encontraremos ningún motivo para acusar a Daniel, a no ser algo que tenga que ver con su religión.»

(7) Así pues, los supervisores y gobernadores se pusieron de acuerdo para ir a hablar con el rey Darío, y cuando estuvieron en su presencia le dijeron:

—¡Que viva Su Majestad para siempre! (8) Todas las autoridades que gobiernan la nación han tenido una junta, en la que acordaron la publicación de un decreto real ordenando que, durante treinta días, nadie dirija una súplica a ningún dios ni hombre, sino sólo a Su Majestad. El que no obedezca, deberá ser arrojado al foso de los leones. (9) Por lo tanto, confirme Su Majestad el decreto, y fírmelo para que no pueda ser modificado, conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada.

(10) Ante esto, el rey Darío firmó el decreto. 10 (11) Y cuando Daniel supo que el decreto había sido firmado, se fue a su casa, abrió las ventanas de su dormitorio, el cual estaba orientado hacia Jerusalén, y se arrodilló para orar y alabar a Dios. Esto lo hacía tres veces al día, tal como siempre lo había hecho. 11 (12) Entonces aquellos hombres entraron juntos en la casa de Daniel, y lo encontraron orando y alabando a su Dios. 12 (13) En seguida fueron a ver al rey para hablarle del decreto, y le dijeron:

—Su Majestad ha publicado un decreto, según el cual, aquel que durante estos treinta días dirija una súplica a cualquier dios o a cualquier hombre que no sea Su Majestad, será arrojado al foso de los leones, ¿no es verdad?

—Así es —respondió el rey—. Y el decreto debe cumplirse conforme a la ley de los medos y los persas, que no puede ser anulada.

13 (14) Entonces ellos siguieron diciendo:

—Pues Daniel, uno de esos judíos desterrados, no muestra ningún respeto por Su Majestad ni por el decreto publicado, ya que lo hemos visto hacer su oración tres veces al día.

14 (15) Al oír esto, el rey quedó muy triste, y buscó la manera de salvar a Daniel. Hasta la hora de ponerse el sol hizo todo lo posible para salvarlo, 15 (16) pero aquellos hombres se presentaron otra vez al rey y le dijeron:

—Su Majestad sabe bien que, según la ley de los medos y los persas, ninguna prohibición o decreto firmado por el rey puede ser anulado.

16 (17) Entonces el rey ordenó que trajeran a Daniel y lo echaran al foso de los leones. Pero antes que se cumpliera la sentencia, el rey le dijo a Daniel:

—¡Que tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve!

17 (18) En cuanto Daniel estuvo en el foso, trajeron una piedra y la pusieron sobre la boca del foso, y el rey la selló con su sello real y con el sello de las altas personalidades de su gobierno, para que también en el caso de Daniel se cumpliera estrictamente lo establecido por la ley. 18 (19) Después el rey se fue a su palacio y se acostó sin cenar y sin entregarse a sus distracciones habituales; además, no pudo dormir en toda la noche. 19 (20) Tan pronto como amaneció, se levantó y fue a toda prisa al foso de los leones. 20 (21) Cuando el rey estuvo cerca, llamó con voz triste a Daniel, diciendo:

—Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, librarte de los leones?

21 (22) Y Daniel le respondió:

—¡Que viva Su Majestad para siempre! 22 (23) Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran ningún daño, pues Dios sabe que soy inocente y que no he hecho nada malo contra Su Majestad.

23 (24) Entonces el rey se alegró mucho y ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no le encontraron ninguna herida, porque tuvo confianza en su Dios. 24 (25) Después, por orden del rey, fueron traídos los hombres que habían acusado a Daniel, y junto con sus mujeres y sus hijos fueron echados al foso de los leones; y aún no habían llegado al fondo cuando ya los leones se habían lanzado sobre ellos y los habían despedazado.

25 (26) Entonces el rey Darío escribió a la gente de todas las naciones y lenguas de la tierra, diciéndoles: «Deseo a ustedes paz y prosperidad, 26 (27) y ordeno y mando que en todo mi imperio se respete y reverencie al Dios de Daniel.

»Porque él es el Dios viviente,
y permanece para siempre.
Su reino no será jamás destruido
ni su poder tendrá fin.
27 (28) Él es el salvador y el libertador;
el que hace señales maravillosas
en el cielo y en la tierra.
Él ha salvado a Daniel
de las garras de los leones.»

28 (29) Y Daniel siguió siendo una alta personalidad del gobierno en el reinado de Darío, y también en el reinado de Ciro, rey de Persia.

La visión de los cuatro monstruos

Una noche, durante el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones. En cuanto se despertó, puso por escrito las cosas principales que había soñado. Esto es lo que escribió:

«Yo veía en mi sueño que los cuatro vientos soplaban y agitaban las aguas del gran mar. De repente, cuatro enormes monstruos, diferentes uno del otro, salieron del mar. El primero se parecía a un león, pero tenía alas de águila. Mientras yo lo estaba mirando, le arrancaron las alas, lo levantaron del suelo y lo apoyaron sobre sus patas traseras, poniéndolo de pie como un hombre, y su cerebro se convirtió en el de un ser humano.

»El segundo se parecía a un oso, alzado más de un lado que de otro, el cual tenía tres costillas entre los dientes; y oí que le decían: “¡Anda, come toda la carne que puedas!”

»El tercero se parecía a un leopardo, pero con cuatro alas en la espalda; también vi que tenía cuatro cabezas y que se le entregaba el poder.

»El cuarto monstruo que vi en mis visiones era terrible, espantoso, y de una fuerza extraordinaria. Tenía grandes dientes de hierro; todo lo devoraba y destrozaba, y pisoteaba las sobras. Era un monstruo diferente de todos los que yo había visto en mi sueño, y tenía diez cuernos en la cabeza.

»Mientras yo estaba mirando los cuernos, vi que de entre ellos salía otro cuerno más pequeño, y entonces le arrancaron tres cuernos para dejar lugar al último que le había salido, el cual tenía ojos como los de un ser humano y una boca que hablaba con mucha arrogancia.

El juicio de Dios

»Seguí mirando,
hasta que fueron puestos unos tronos
y un Anciano se sentó.
Su vestido era blanco como la nieve,
y su cabello como lana limpia.
El trono y sus ruedas eran llamas de fuego,
10 y un río de fuego salía de delante de él.
Miles y miles le servían,
y millones y millones estaban de pie en su presencia.
El tribunal dio principio a la sesión,
y los libros fueron abiertos.

11 »Yo estaba mirando, atraído por las cosas tan arrogantes que el cuerno pequeño decía; y mientras estaba mirando, mataron al monstruo y lo despedazaron, y luego lo echaron al fuego para que se quemara. 12 También a los otros monstruos se les quitó el poder, pero los dejaron seguir viviendo hasta que les llegara su hora.

13 »Yo seguía viendo estas visiones en la noche. De pronto:

»Vi que venía entre las nubes
alguien parecido a un hijo de hombre,
el cual fue a donde estaba el Anciano;
y le hicieron acercarse a él.
14 Y le fue dado el poder, la gloria y el reino,
y gente de todas las naciones y lenguas le servían.
Su poder será siempre el mismo,
y su reino jamás será destruido.

15 »Yo, Daniel, sentí que el terror se apoderaba de mí; y muy preocupado por todo lo que había visto, 16 me acerqué a uno de los que estaban allí de pie, y le pedí que me explicara todo aquello. Él aceptó explicármelo, y me dijo: 17 “Estos cuatro monstruos son cuatro reyes que dominarán el mundo. 18 Pero después el reino será entregado al pueblo del Dios altísimo, y será suyo por toda la eternidad.”

19 »Yo quería saber más acerca del cuarto monstruo, que era tan diferente de los otros, pues su aspecto era horrible: tenía dientes de hierro y garras de bronce; todo lo devoraba y destrozaba, y pisoteaba las sobras. 20 También quería yo saber más acerca de sus diez cuernos, y del cuerno pequeño que tenía ojos y una boca que hablaba con mucha arrogancia, pues hasta parecía más grande que los otros cuernos, y tres cuernos habían caído para dejarle lugar. 21 Entonces vi que este cuerno luchaba contra el pueblo de Dios, y lo vencía, 22 hasta que llegó el Anciano e hizo justicia al pueblo del Dios altísimo, pues se había cumplido el tiempo para que el pueblo de Dios tomara posesión del reino. 23 Y dijo:

»“El cuarto monstruo será un cuarto reino
que habrá sobre la tierra,
diferente de todos los demás.
Devorará toda la tierra,
la pisoteará y la destrozará.
24 Los diez cuernos son diez reyes
que reinarán en ese reino.
Después de ellos subirá otro al poder,
que será muy diferente de los primeros
y que derribará a tres de estos reyes.
25 Insultará al Dios altísimo
e irá acabando con su pueblo;
tratará de cambiar la ley de Dios y las fiestas religiosas,
y el pueblo de Dios estará bajo su poder
durante tres años y medio.
26 Pero el tribunal celebrará un juicio,
y se le arrebatará el poder,
dejándolo completamente destruido.
27 Y el reino, el poder y la gloria
de todos los reinos de la tierra
serán dados al pueblo del Dios altísimo.
Su reino permanecerá para siempre,
y todos los pueblos de la tierra
le servirán y le obedecerán.”

28 »Éste es el final del relato. Y yo, Daniel, me quedé muy preocupado y me puse pálido; pero no dije nada a nadie sobre este asunto.»

Visión del carnero y del chivo

«Durante el tercer año del reinado de Belsasar, yo, Daniel, tuve otra visión, además de la que antes había tenido. Durante la visión, me parecía estar en la ciudadela de Susa, en la provincia de Elam, a orillas del río Ulai. Miré a lo lejos, y vi un carnero que estaba a la orilla del río. Tenía dos cuernos altos, pero uno de ellos le había salido más tarde y era más alto que el otro. Vi que el carnero embestía con sus cuernos hacia el oeste, el norte y el sur, y que ningún otro animal podía hacerle frente ni librarse de sus golpes. Hacía lo que mejor le parecía, y cada vez era más fuerte.

»Todavía estaba yo pensando en lo que había visto, cuando me di cuenta de que un chivo venía del oeste, corriendo tan deprisa que ni siquiera tocaba el suelo. Este chivo tenía un gran cuerno entre los ojos, y cuando llegó cerca del carnero de dos cuernos, que yo había visto junto al río, lo embistió con todas sus fuerzas y le rompió sus dos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para enfrentarse con él. Después el chivo derribó por tierra al carnero y lo pisoteó, sin que nadie pudiera salvarlo.

»El chivo se hacía cada vez más fuerte, pero en el momento en que más poder tenía, su gran cuerno se rompió, y en su lugar le salieron cuatro cuernos que apuntaban hacia los cuatro vientos. De uno de ellos salió otro cuerno pequeño, que creció mucho hacia el sur, hacia el este y hacia la Tierra de la Hermosura. 10 Tanto creció que llegó hasta el ejército del cielo, derribó parte de las estrellas y las pisoteó, 11 y aun llegó a desafiar al jefe mismo de ese ejército; suprimió el sacrificio diario y profanó el lugar de adoración. 12 Perversamente hizo que su ejército acampara donde antes se ofrecía el sacrificio, y echó por los suelos la verdad. Hizo, en fin, todo cuanto quiso, y en todo tuvo éxito.

13 »Después oí que un ángel le preguntaba a otro ángel: “¿Cuándo va a terminar esto que se ve en el altar del sacrificio diario? ¿Cuánto va a durar el horrible pecado de entregar el santuario del Señor y los creyentes en él, para ser pisoteados?” 14 Y la respuesta fue: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado.”

15 «Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprender su significado, apareció de repente delante de mí una figura parecida a un hombre, 16 y oí una voz humana que venía del río Ulai, la cual decía: “Gabriel, explícale a este hombre la visión.”

17 »Entonces él se me acercó. Yo me asusté, y me incliné hasta tocar el suelo con la frente, pero él me dijo: “Hijo de hombre, ten en cuenta que esta visión se refiere al final de los tiempos.”

18 »Mientras él me estaba hablando, yo me desmayé y quedé tendido en el suelo; pero él me tocó, hizo que me pusiera de pie, 19 y me dijo:

»“Voy a explicarte lo que va a pasar cuando termine el tiempo de la ira de Dios, pues la visión se refiere al tiempo del fin.

20 »”El carnero con dos cuernos representa a los reyes de Media y de Persia. 21 El chivo es el rey de Grecia, y el gran cuerno que tiene entre los ojos es el primer rey. 22 Los cuatro cuernos que salieron cuando el primer cuerno se rompió, significan que de esta nación saldrán cuatro reinos más, pero no con el poder del primero.

23 »”Cuando el dominio de estos reinos llegue a su fin
y las maldades hayan llegado al colmo,
un rey insolente y astuto ocupará el poder.
24 Llegará a ser poderoso,
pero no con su propio poder;
destruirá de manera increíble
y triunfará en todo lo que haga.
Destruirá a hombres poderosos
y también a muchos del pueblo de Dios.
25 Por su astucia,
sus engaños triunfarán.
Se llenará de orgullo,
y a mucha gente que vivía confiada
le quitará la vida a traición.
Hará frente al príncipe de príncipes,
pero será destruido por él.

26 »”La visión de las tardes y las mañanas te ha sido revelada, y es verdadera; pero tú manténla en secreto, pues se cumplirá cuando haya pasado mucho tiempo.”

27 »Yo, Daniel, sentí que me faltaban las fuerzas, y estuve enfermo varios días. Después me levanté y seguí atendiendo los asuntos del gobierno de la nación. Pero estaba yo muy preocupado por la visión que había tenido, pues no podía comprenderla.

Daniel ora por su pueblo

»Darío, hijo de Asuero, de la raza de los medos, gobernaba el reino de los caldeos. En el primer año de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en el libro del profeta Jeremías acerca de los setenta años que debían pasar para que se cumpliera la ruina de Jerusalén, según el Señor se lo había dicho al profeta. Y dirigí mis oraciones y súplicas a Dios el Señor, ayunando y vistiéndome con ropas ásperas, y sentándome en ceniza. Oré al Señor mi Dios, y le hice esta confesión:

»“Señor, Dios grande y poderoso, que siempre cumples tus promesas y das pruebas de tu amor a los que te aman y cumplen tus mandamientos: hemos pecado y cometido maldad; hemos hecho lo malo; hemos vivido sin tomarte en cuenta; hemos abandonado tus mandamientos y decretos. No hemos hecho caso a tus siervos los profetas, los cuales hablaron en tu nombre a nuestros reyes, jefes y antepasados, y a todo el pueblo de Israel. Tú, Señor, eres justo, pero nosotros los judíos nos sentimos hoy avergonzados; tanto los que viven en Jerusalén como los otros israelitas, los de cerca y los de lejos, que viven en los países adonde tú los arrojaste por haberse rebelado contra ti. Nosotros, Señor, lo mismo que nuestros reyes, jefes y antepasados, nos sentimos avergonzados porque hemos pecado contra ti. Pero de ti, Dios nuestro, es propio el ser compasivo y perdonar. Nosotros nos hemos rebelado contra ti 10 y no te hemos escuchado, Señor y Dios nuestro, ni hemos obedecido las enseñanzas que nos diste por medio de tus siervos los profetas. 11 Todo Israel desobedeció tus enseñanzas y se negó a obedecer tus órdenes; por eso han caído sobre nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, tu siervo, porque hemos pecado contra ti. 12 Tú, al enviarnos una calamidad tan grande, has cumplido la amenaza que nos hiciste a nosotros y a los que nos gobernaron; pues jamás ha habido en el mundo nada comparable al castigo que ha caído sobre Jerusalén. 13 Todo este mal ha venido sobre nosotros, tal como está escrito en la ley de Moisés; pero nosotros no te hemos buscado, Señor y Dios nuestro, ni hemos abandonado nuestras maldades, ni hemos seguido tu verdad. 14 Por eso, Señor, has preparado este mal y lo has enviado sobre nosotros; porque tú, Señor y Dios nuestro, eres justo en todo lo que haces; pero nosotros no quisimos escucharte.

15 »”Señor y Dios nuestro, tú mostraste tu gran poder al sacar de Egipto a tu pueblo, haciendo así famoso tu nombre desde aquellos días hasta hoy; pero nosotros hemos pecado y hemos hecho lo malo. 16 Señor, sabemos que eres bondadoso. Por favor, aparta de Jerusalén tu ira y furor, porque ella es tu ciudad, tu monte santo. Toda la gente de las naciones vecinas se burla de Jerusalén y de tu pueblo, por culpa de nuestros pecados y de los de nuestros antepasados. 17 Dios nuestro, escucha la oración y las súplicas de este siervo tuyo; por tu nombre, Señor, mira con amor la triste situación en que ha quedado tu templo. 18 Atiende, Dios mío, y escucha; mira con atención nuestra ruina y la de la ciudad donde se invoca tu nombre. No te hacemos nuestras súplicas confiados en la rectitud de nuestra vida, sino en tu gran compasión. 19 ¡Señor, Señor! ¡Escúchanos, perdónanos! ¡Atiéndenos, Señor, y ven a ayudarnos! ¡Por ti mismo, Dios mío, y por tu ciudad y tu pueblo, que invocan tu nombre, no tardes!”

Profecía de las setenta semanas

20 »Yo seguí orando y confesando mis pecados y los de mi pueblo Israel, y presentando mis súplicas al Señor mi Dios por su monte santo. 21 Mientras yo oraba, Gabriel, que se me había aparecido antes en la visión, vino volando a donde yo estaba. Era casi la hora de ofrecer a Dios el sacrificio de la tarde. 22 Y me dijo:

»“Daniel, he venido ahora para hacerte entender estas cosas. 23 En cuanto comenzaste a orar, Dios te respondió. Yo he venido para darte su respuesta, porque Dios te quiere mucho. Ahora, pues, pon mucha atención a lo siguiente, para que entiendas la visión:

24 »”Setenta semanas han de pasar
sobre tu pueblo y tu ciudad santa
para poner fin a la rebelión y al pecado,
para obtener el perdón por la maldad
y establecer la justicia para siempre,
para que se cumplan la visión y la profecía
y se consagre el Santísimo.
25 Debes saber y entender esto:
Desde el momento en que se ordene
restaurar y reconstruir Jerusalén,
hasta la llegada del jefe consagrado,
han de pasar siete semanas,
y las calles y murallas reconstruidas de Jerusalén
durarán sesenta y dos semanas,
pero serán tiempos de mucha angustia.
26 Después de las sesenta y dos semanas
le quitarán la vida al jefe consagrado.
Jerusalén y el templo serán destruidos
por la gente de un rey que vendrá.
El fin llegará de pronto, como una inundación,
y hasta el fin seguirán la guerra y las destrucciones
que han sido determinadas.
27 Durante una semana más,
él hará un pacto con mucha gente,
pero a mitad de la semana
pondrá fin a los sacrificios y las ofrendas.
Y un horrible sacrilegio se cometerá
ante el altar de los sacrificios,
hasta que la destrucción determinada
caiga sobre el autor de estos horrores.”»

Visión de Daniel junto al río Tigris

10 Durante el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel, llamado también Beltsasar, tuvo una revelación verdadera, pero de significado muy difícil de entender. Sin embargo, Daniel puso toda su atención en ello y pudo comprender el sentido de la revelación.

«En aquellos días, yo, Daniel, estuve muy triste durante tres semanas. No comí alimentos exquisitos, ni probé carne ni vino, ni me puse ningún perfume hasta que pasaron esas tres semanas. El día veinticuatro del primer mes del año, estaba yo a la orilla del gran río Tigris. De pronto, me fijé y vi un hombre vestido con ropas de lino y un cinturón de oro puro. Su cuerpo brillaba como el topacio, su cara resplandecía como un relámpago, sus ojos eran como antorchas encendidas, sus brazos y sus pies brillaban como el bronce, su voz parecía la de una multitud.

»Sólo yo pude ver la visión, pues los hombres que estaban conmigo no se dieron cuenta de nada, porque el miedo se apoderó de ellos y corrieron a esconderse. Yo estaba solo cuando tuve esta gran visión. Me puse completamente pálido y sentí que me faltaban las fuerzas. Cuando le oí hablar, caí desmayado y quedé tendido en el suelo. 10 En seguida, una mano me agarró y me levantó, hasta dejarme apoyado sobre mis manos y rodillas. 11 Luego me dijo: “Daniel, a quien Dios ama, escucha bien lo que te voy a decir: levántate; porque yo he sido enviado a ti.”

»Tan pronto como terminó de decir estas palabras, yo, tembloroso, me puse de pie. 12 Entonces me dijo: “No tengas miedo, Daniel, porque desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y decidiste humillarte ante tu Dios, él escuchó tus oraciones. Por eso he venido yo. 13 El ángel príncipe del reino de Persia se me ha opuesto durante veintiún días; pero Miguel, uno de los ángeles príncipes más altos, vino en mi ayuda, pues yo me había quedado solo junto a los reyes de Persia. 14 Así que he venido a explicarte lo que va a pasarle a tu pueblo en el futuro, porque la visión que has tenido se refiere a ese tiempo.”

15 »Mientras me decía esto, yo estaba con la mirada fija en el suelo y sin decir una sola palabra. 16 De pronto, alguien parecido a un hijo de hombre me tocó los labios. Entonces le dije al que estaba ante mí: “Señor, esta visión me ha llenado de angustia y me ha dejado sin fuerzas. 17 ¿Cómo va a poder hablar contigo este siervo tuyo, si estoy completamente sin fuerzas y hasta me falta el aliento?”

18 »Aquel que parecía un hijo de hombre me volvió a tocar, me dio nuevas fuerzas 19 y me dijo: “No tengas miedo ni te preocupes. Dios te ama; ¡anímate y ten valor!”

»Mientras me hablaba, sentí que me iba reanimando, y dije: “Señor, háblame, pues me has devuelto las fuerzas.” 20 Entonces me dijo: “¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a luchar con el ángel príncipe de Persia. Y cuando haya terminado de luchar con él, vendrá el ángel príncipe de Grecia. 21 Ahora voy a decirte lo que está escrito en el libro de la verdad: En mi lucha contra ellos sólo tengo la ayuda de Miguel, el ángel príncipe de Israel.”

11 »Yo también le animé y ayudé cuando Darío, el rey de Media, estaba en el primer año de su reinado. Y ahora te voy a dar a conocer la verdad:

Los reyes del norte y del sur

»“Todavía gobernarán en Persia tres reyes, después de los cuales ocupará el poder un cuarto rey que será más rico que los otros tres. Y cuando por medio de sus riquezas haya alcanzado gran poder, pondrá todo en movimiento contra el reino de Grecia. Pero después gobernará un rey muy guerrero, que extenderá su dominio sobre un gran imperio y hará lo que se le antoje. Sin embargo, una vez establecido, su imperio será deshecho y repartido en cuatro partes. El poder de este rey no pasará a sus descendientes, ni tampoco el imperio será tan poderoso como antes lo fue, ya que quedará dividido y otros gobernarán en su lugar.

»”El rey del sur será muy poderoso, pero uno de sus generales llegará a ser más fuerte que él y extenderá su dominio sobre un gran imperio. Al cabo de algunos años, los dos harán una alianza: el rey del sur dará a su hija en matrimonio al rey del norte, con el fin de asegurar la paz entre las dos naciones. Pero el plan fracasará, pues tanto ella como su hijo, su marido y sus criados, serán asesinados. Sin embargo, un miembro de su familia atacará al ejército del norte y ocupará la fortaleza real, y sus tropas dominarán la situación. Además, se llevará a Egipto a sus dioses, a sus imágenes hechas de metal fundido, junto con otros valiosos objetos de oro y plata. Después de algunos años sin guerra entre las dos naciones, el rey del norte tratará de invadir el sur, pero se verá obligado a retirarse.

10 »”Pero los hijos del rey del norte se prepararán para la guerra y organizarán un gran ejército. Uno de ellos se lanzará con sus tropas a la conquista del sur, destruyéndolo todo como si fuera un río desbordado; después volverá a atacar, llegando hasta la fortaleza del rey del sur. 11 La invasión del ejército del norte enojará tanto al rey del sur, que éste saldrá a luchar contra el gran ejército enemigo y lo derrotará por completo. 12 El triunfo obtenido y el gran número de enemigos muertos lo llenará de orgullo, pero su poder no durará mucho tiempo. 13 El rey del norte volverá a organizar un ejército, más grande que el anterior, y después de algunos años volverá a atacar al sur con un ejército numeroso y perfectamente armado.

14 »”Cuando esto suceda, muchos se rebelarán contra el rey del sur. Entre ellos habrá algunos hombres malvados de Israel, tal como fue mostrado en la visión, pero fracasarán. 15 El rey del norte vendrá y construirá una rampa alrededor de una ciudad fortificada, y la conquistará. Ni los mejores soldados del sur podrán detener el avance de las tropas enemigas. 16 El invasor hará lo que se le antoje con los vencidos, sin que nadie pueda hacerle frente, y se quedará en la Tierra de la Hermosura destruyendo todo lo que encuentre a su paso. 17 Además, se preparará para apoderarse de todo el territorio del sur; para ello, hará una alianza con ese rey y le dará a su hija como esposa, con el fin de destruir su reino, pero sus planes fracasarán. 18 Después atacará a las ciudades de las costas, y muchas de ellas caerán en su poder; pero un general pondrá fin a esta vergüenza, poniendo a su vez en vergüenza al rey del norte. 19 Desde allí, el rey se retirará a las fortalezas de su país; pero tropezará con una dificultad que le costará la vida, y nunca más se volverá a saber de él.

20 »”Su lugar será ocupado por otro rey, que enviará un cobrador de tributos para enriquecer su reino; pero al cabo de pocos días lo matarán, aunque no en el campo de batalla.

21 »”Después de él reinará un hombre despreciable, a quien no le correspondería ser rey, el cual ocultará sus malas intenciones y tomará el poder por medio de engaños. 22 Destruirá por completo a las fuerzas que se le opongan, y además matará al jefe de la alianza. 23 Engañará también a los que hayan hecho una alianza de amistad con él y, a pesar de disponer de poca gente, vencerá. 24 Cuando nadie se lo espere, entrará en las tierras más ricas de la provincia y hará lo que no hizo ninguno de sus antepasados: repartirá entre sus soldados los bienes y riquezas obtenidas en la guerra. Planeará sus ataques contra las ciudades fortificadas, aunque sólo por algún tiempo.

25 »”Animado por su poder y su valor, atacará al rey del sur con el apoyo de un gran ejército. El rey del sur responderá con valor, y entrará en la guerra con un ejército grande y poderoso; pero será traicionado, y no podrá resistir los ataques del ejército enemigo. 26 Los mismos que él invitaba a comer en su propia mesa, le prepararán la ruina, pues su ejército será derrotado y muchísimos de sus soldados morirán. 27 Entonces los dos reyes, pensando sólo en hacerse daño, se sentarán a comer en la misma mesa y se dirán mentiras el uno al otro, pero ninguno de los dos logrará su propósito porque todavía no será el momento. 28 El rey del norte regresará a su país con todas las riquezas capturadas en la guerra, y entonces se pondrá en contra de la santa alianza; llevará a cabo sus planes, y después volverá a su tierra. 29 Cuando llegue el momento señalado, lanzará de nuevo sus tropas contra el sur; pero en esta invasión no triunfará como la primera vez. 30 Su ejército será atacado por tropas del oeste traídas en barcos, y dominado por el pánico emprenderá la retirada. Entonces el rey del norte descargará su odio sobre la santa alianza, valiéndose de los que renegaron de la alianza para servirle a él.

31 »”Sus soldados profanarán el templo y las fortificaciones, suspenderán el sacrificio diario y pondrán allí el horrible sacrilegio. 32 El rey tratará de comprar con halagos a los que renieguen de la alianza, pero el pueblo que ama a su Dios se mantendrá firme y hará frente a la situación. 33 Los sabios del pueblo instruirán a mucha gente, pero luego los matarán a ellos, y los quemarán, y les robarán todo lo que tengan, y los harán esclavos en tierras extranjeras. Esto durará algún tiempo. 34 Cuando llegue el momento de las persecuciones, recibirán un poco de ayuda, aunque muchos se unirán a ellos sólo por conveniencia propia. 35 También serán perseguidos algunos de los que instruían al pueblo, para que, puestos a prueba, sean purificados y perfeccionados, hasta que llegue el momento final que ya ha sido señalado.

36 »”El rey del norte hará todo lo que se le antoje. Será tal su orgullo que se creerá superior a todos los dioses, y dirá terribles ofensas contra el verdadero Dios; y todo le saldrá bien, hasta que Dios le envíe su castigo; porque lo que Dios ha de hacer, lo hará. 37 Este rey no tomará en cuenta a los dioses de sus antepasados, ni a los dioses adorados por las mujeres, ni a ningún otro dios, porque se creerá superior a todos ellos. 38 Sin embargo, adorará al dios de las fortalezas; honrará a este dios que sus antepasados no adoraron, y le ofrecerá oro, plata, piedras preciosas y objetos de gran valor. 39 Para defender las fortificaciones usará gente que adora a un dios extranjero; y a todos los que adoren a este rey, él les hará grandes honores, los pondrá en puestos importantes y les dará tierras como recompensa.

40 »”Cuando llegue el momento final, el rey del sur atacará al rey del norte; pero éste saldrá a su encuentro y, como una tormenta, se lanzará contra el sur, inundando todo el país con carros de guerra, tropas de caballería y muchos barcos. 41 También entrará en la Tierra de la Hermosura y matará a muchísima gente; pero se salvarán los habitantes de Edom y Moab, y la mayor parte del territorio de Amón. 42 Su ejército ocupará otros países, y ni siquiera Egipto se librará. 43 Se llevará los tesoros de oro y plata, y todos los objetos preciosos de Egipto; luego les llegará su turno a Libia y Etiopía. 44 Pero recibirá noticias del este y del norte, que le dejarán alarmado; entonces saldrá furioso, con la idea de hacer una gran matanza, 45 y establecerá su campamento real entre el mar y el santo monte de la Hermosura. Pero allí mismo llegará la hora de su muerte, y no habrá nadie que lo ayude.

La hora final

12 »”En ese momento aparecerá Miguel, el gran ángel protector que defiende a tu pueblo.

»”Será un momento angustioso,
un momento como no ha habido otro
desde que existen las naciones.
Cuando ese momento llegue,
se salvarán todos los de tu pueblo
que tienen su nombre escrito en el libro.
Muchos de los que duermen en la tumba, despertarán:
unos para vivir eternamente,
y otros para la vergüenza y el horror eternos.
Los hombres sabios,
los que guiaron a muchos por el camino recto,
brillarán como la bóveda celeste;
¡brillarán por siempre, como las estrellas!

»”Pero tú, Daniel, guarda estas cosas en secreto y sella el libro hasta el tiempo del fin. Mucha gente andará de acá para allá, buscando aumentar sus conocimientos.”

»Yo, Daniel, vi que otros dos hombres estaban de pie, uno a cada lado del río. Y uno de ellos le preguntó al hombre vestido con ropas de lino, que estaba sobre las aguas del río: “¿Cuándo van a terminar estas cosas tan extraordinarias?” El hombre vestido de lino levantó sus manos al cielo y, jurando en el nombre del Dios viviente, dijo: “Dentro de tres tiempos y medio, cuando deje de ser destrozado el poder del pueblo de Dios, entonces terminarán todas estas cosas.”

»Yo escuché lo que decía, pero no entendí nada. Entonces le pregunté: “Señor, ¿qué va a pasar después de todo esto?” Y él me contestó: “Sigue tu camino, Daniel, pues estas cosas deben ser mantenidas en secreto hasta que llegue el momento final. 10 Muchos pasarán por los sufrimientos anunciados, y saldrán de ellos purificados y perfeccionados. Los malvados seguirán cometiendo maldades, sin entender lo que pasa, pero los hombres sabios lo comprenderán todo. 11 Mil doscientos noventa días pasarán desde el momento en que se suspenda el sacrificio diario y se ponga el horrible sacrilegio en el templo del Señor. 12 Feliz aquel que espere confiado hasta que hayan pasado mil trescientos treinta y cinco días. 13 Pero tú, Daniel, camina hacia tu fin y reposa, que en los últimos días te levantarás para recibir tu recompensa.”»

Historia de Daniel (1—6)

Comienzo de la historia

1-2 El rey Nabucodonosor de Babilonia llegó a la ciudad de Jerusalén para conquistarla con su ejército, y Dios le permitió tomar prisioneros al rey Joacín y a muchos israelitas, y llevárselos a Babilonia. Dios también le permitió llevarse muchos de los utensilios que se usaban en el templo de Jerusalén. Nabucodonosor se los llevó y los juntó con los tesoros que había en el templo de sus dioses. Cuando esto sucedió, Joacín llevaba tres años de reinar en Judá.

3-5 El rey Nabucodonosor quería tener a su servicio gente joven y bien parecida, que no tuviera ningún defecto; además deberían saber de todo. Por eso ordenó que, de entre los prisioneros israelitas, le llevaran los jóvenes más inteligentes y de las mejores familias. Durante tres años, esos jóvenes comerían y beberían lo mismo que el rey; mientras tanto, estudiarían y aprenderían el idioma y la cultura de los babilonios. Pasado ese tiempo, ellos entrarían a servir en el palacio del rey.

Aspenaz, jefe de los que servían en el palacio, se encargaría de cumplir las órdenes del rey.

Daniel y sus amigos en el palacio del rey

Entre los que fueron llevados al palacio del rey estaban cuatro jóvenes de la tribu de Judá. Se llamaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, pero el jefe de los sirvientes del palacio les cambió el nombre. A Daniel le puso Beltsasar, a Ananías le puso Sadrac, a Misael le puso Mesac, y a Azarías le puso Abed-nego. Daniel decidió no comer ni beber lo mismo que el rey, porque para él eso era un pecado. Por eso le pidió a Aspenaz que no los obligara a pecar ni a él ni a sus amigos, comiendo esos alimentos. Y aunque Dios había hecho que Daniel le cayera bien a Aspenaz, 10 de todos modos Aspenaz le dijo:

«El rey ya decidió lo que ustedes deben comer y beber. Y yo le tengo miedo. Si llega a ver que ustedes tienen cara de enfermos, mientras que los otros jóvenes se ven sanos, me mandará matar. Y de eso ustedes tendrán la culpa».

11 Entonces Daniel fue a hablar con quien estaba encargado de cuidar de él y de sus amigos, y le dijo:

12 «Nosotros somos sus humildes servidores. Yo le ruego a usted que haga con nosotros una prueba de diez días. Durante ese tiempo, denos usted de comer solamente verduras, y de beber solamente agua. 13 Pasados los diez días, compare usted nuestra cara con la de los jóvenes que comen lo que come el rey. Entonces podrá usted hacer con nosotros lo que le parezca mejor».

14-15 El encargado de cuidarlos aceptó hacer lo que Daniel le propuso, y diez días después Daniel y sus amigos se veían más sanos y fuertes que los jóvenes que comían lo mismo que el rey. 16 Entonces el encargado de ellos dejó de darles el vino y la comida que estaban obligados a beber y comer, y en vez de eso les daba a comer verduras.

17 Estos cuatro jóvenes recibieron de Dios mucha inteligencia y sabiduría para entender toda clase de libros y de ciencias. Además, Daniel podía entender el significado de los sueños y las visiones.

18 Cuando se cumplió el plazo que el rey había puesto, Aspenaz llevó a los jóvenes ante el rey Nabucodonosor. 19 El rey conversó con todos los jóvenes, pero no encontró entre todos ellos uno solo tan inteligente como Daniel y sus amigos Ananías, Misael y Azarías. Por lo tanto, los cuatro se quedaron al servicio del rey, 20 haciendo todo lo que el rey les pedía, aunque lo hacían mejor y con más sabiduría que todos los sabios y adivinos del reino juntos.

21 Fue así como Daniel se quedó en Babilonia hasta un año después de la llegada del rey Ciro de Persia.

El sueño de Nabucodonosor

1-2 En cierta ocasión, Nabucodonosor tuvo unos sueños muy extraños, y se quedó tan inquieto que ya ni dormir podía. Entonces mandó llamar a todos los sabios y adivinos que había en su reino, pues quería que le dijeran qué significado tenían sus sueños. Cuando esto sucedió, Nabucodonosor llevaba dos años de ser rey. Los sabios y adivinos se presentaron ante el rey, y el rey les dijo:

—Tuve un sueño, y me preocupa no saber lo que significa.

Como los sabios hablaban arameo, le contestaron al rey en ese idioma:

—Nosotros estamos para servir a Su Majestad, y le deseamos muchos años de vida. Si Su Majestad nos cuenta su sueño, nosotros le diremos lo que significa.

5-6 El rey les contestó:

—Ya he tomado una decisión. Si ustedes me dicen lo que soñé y lo que el sueño significa, yo les daré muchos regalos y haré que todos les rindan honores. Pero si no me dicen lo que soñé, ni lo que el sueño significa, mandaré que los partan en pedazos y que conviertan sus casas en basureros. Más les vale, entonces, decirme lo que soñé y lo que quiere decir.

Los sabios volvieron a decirle:

—Si Su Majestad nos cuenta lo que soñó, nosotros le diremos lo que significa.

8-9 El rey les dijo:

—Creo que ustedes quieren ganar tiempo. Se están poniendo de acuerdo para decirme puras mentiras. Pero mi decisión no va a cambiar. Díganme qué fue lo que soñé, y así sabré que son capaces de decirme lo que significa. Si no me lo dicen, mandaré que los castiguen a todos.

10 Los sabios se defendieron:

—Nunca ningún rey, por más poderoso que fuera, les ha pedido a sus sabios y adivinos responder a algo tan difícil. Ni hay nadie en el mundo capaz de adivinar lo que Su Majestad quiere saber. 11 Tal vez los dioses podrían darle una respuesta, ¡pero ellos no viven en este mundo!

12 Al oír esto, el rey se enojó mucho y mandó que mataran a todos los sabios que vivían en Babilonia, 13 así que también buscaron a Daniel y a sus amigos, para matarlos.

Daniel le explica al rey su sueño

14 El jefe de los soldados del rey, que se llamaba Arioc, se dispuso a matar a todos los sabios de Babilonia, 15 pero Daniel fue a verlo, y con mucho tacto le preguntó por qué había ordenado el rey matar a todos los sabios.

En cuanto Arioc le explicó la razón de la orden, 16 Daniel fue a hablar con el rey y se comprometió a explicarle el significado del sueño. Pero le dijo que, para eso, necesitaba un poco más de tiempo. 17-18 Después fue a su casa, y allí les contó a sus amigos lo que pasaba. También les pidió que oraran a Dios por él, para que no les pasara nada ni a él ni a ellos, ni a los sabios de Babilonia.

19 Esa misma noche, Dios ayudó a Daniel y le aclaró el misterio del sueño. Entonces Daniel bendijo a Dios con estas palabras:

20 Dios mío,
sólo tú eres sabio y poderoso.
¡Bendito seas por siempre!
21-22 Tú eres el Dios de la historia.
Todo en el mundo sucede
porque quieres que suceda.

A unos los haces reinar,
y a otros los quitas del trono.
Tú haces que los sabios entiendan
los misterios más profundos.
Donde tú te encuentras
no hay lugar para las sombras,
porque la luz eres tú.

23 A ti, Dios de mis padres,
te doy gracias y te alabo,
porque me has hecho entender
qué fue lo que el rey soñó.

24 Después de eso, Daniel fue a ver a Arioc y le dijo: «Antes de que mate usted a alguien, lléveme a ver al rey. Yo le voy a explicar lo que quiere decir su sueño».

25 Enseguida Arioc presentó a Daniel ante el rey, y le dijo: «Tengo aquí a un jovencito, de los que trajimos de Judá. Dice que él puede decir a Su Majestad lo que significa su sueño».

26 En Babilonia conocían a Daniel con el nombre de Beltsasar. Entonces el rey le dijo a Daniel:

—¿Así que tú vas a decirme lo que soñé, y lo que significa mi sueño?

27 Y Daniel le contestó:

—No hay ningún sabio ni adivino capaz de adivinar lo que Su Majestad quiere saber. 28-30 Yo mismo, no soy más sabio que nadie. Pero en el cielo hay un Dios que conoce todos los misterios.

»Mientras Su Majestad dormía, pensaba mucho en el futuro y comenzó a soñar. Pues bien, Dios ha hecho ver a Su Majestad, en esos sueños, lo que está por suceder. Y a mí, me ha dado a conocer el significado de esos sueños.

31 »Su Majestad soñaba que veía una estatua muy grande y fea, la cual le causaba mucho miedo. 32 La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y los muslos eran de cobre, 33 y las piernas eran de hierro. ¡Pero los pies eran de una mezcla de hierro y barro!

34 »Mientras Su Majestad contemplaba la estatua, una piedra que nadie arrojó vino rodando, golpeó a la estatua en los pies, ¡y la estatua se vino abajo! 35 Todos los metales de la estatua se hicieron polvo. Y enseguida vino un viento muy fuerte, y se llevó todo eso como si fuera paja. Nunca volvió a encontrarse nada de la estatua. Sin embargo, la piedra que golpeó la estatua llegó a ser una gran montaña. ¡Era tan grande que llenaba toda la tierra!

36-38 »Este sueño quiere decir que Su Majestad es el rey más poderoso de todos los reyes. Su Majestad es la cabeza de oro, pues el Dios del cielo lo ha hecho rey y le ha dado mucho poder y mucha honra. También le ha dado poder sobre toda la gente que vive en la tierra, y sobre todos los animales que hay en la tierra y en el cielo.

39 »Después de Su Majestad habrá otro rey, menos importante que usted. Luego vendrá un tercer rey, representado por el cobre, que dominará toda la tierra. 40 Por último, vendrá otro rey que tendrá la fuerza del hierro. Este rey vencerá a los otros reyes, así como el hierro vence a los otros metales.

41-42 »Su Majestad vio en su sueño que los pies de la estatua eran de hierro y de barro. Eso quiere decir que el último reino estará dividido. Será fuerte como el hierro, pero también será débil como el barro. 43 La mezcla de hierro y barro en sus pies quiere decir que este reino tratará de mantenerse unido. Para eso, habrá matrimonios entre las familias de diferentes reinos. Pero así como no es posible unir el hierro con el barro, tampoco será posible que ese reino se mantenga unido.

44 »Sin embargo, en esos días el Dios del cielo enviará a un rey que reinará para siempre, y al que nadie podrá vencer. Al contrario, será él quien destruya a los otros reinos. 45 Eso es lo que significa la piedra que nadie arrojó, y que destruyó la estatua.

»Su Majestad, esto es lo que el gran Dios quiere que usted sepa acerca del futuro. Tanto el sueño como su significado son verdad, y todo pasará como se lo he dicho.

46 Cuando el rey Nabucodonosor oyó esto, se arrojó al suelo con la intención de adorar a Daniel. Además, ordenó que le presentaran a Daniel ofrendas, como si Daniel fuera Dios. 47 Luego le dijo a Daniel:

—No hay duda. Tu Dios es el Dios de todos los dioses; ¡es el rey de todos los reyes! Él lo sabe todo, y por eso tú pudiste explicarme este sueño tan misterioso.

48 Enseguida, el rey le dio muchos regalos costosos, y además lo nombró gobernador de toda Babilonia y jefe de todos los sabios. 49 Entonces Daniel le pidió al rey que pusiera a sus amigos en puestos de mucha importancia. Y así Sadrac, Mesac y Abed-nego llegaron a ser administradores en Babilonia. Daniel, por su parte, se quedó en la corte del rey.

La gente adora la estatua de oro

El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro. La estatua tenía treinta metros de alto y tres metros de ancho, y fue puesta en el valle de Durá, que está en la provincia de Babilonia. 2-3 Para la presentación de la estatua, el rey mandó que se reunieran todas las personas importantes de su gobierno. Cuando toda esa gente estuvo reunida, 4-5 un mensajero anunció:

«Hay aquí gente que viene de diferentes pueblos y habla distintos idiomas. A todos ustedes, el rey Nabucodonosor les ordena prestar atención a los músicos, que van a tocar sus instrumentos. En cuanto oigan la música, todos ustedes deberán inclinarse hasta el suelo y adorar a la estatua que el rey mandó hacer. Quien no se incline para adorar a la estatua, será arrojado de inmediato a un horno encendido».

Y así fue. En cuanto la gente oyó la música, todos se arrodillaron y adoraron a la estatua de oro. Pero como los judíos no obedecieron la orden, unos babilonios fueron a ver al rey para acusarlos. Le dijeron:

«¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años! 10 Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música. 11 También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un horno encendido. 12 Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia. Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-nego».

13 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enojó muchísimo y mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando ellos se presentaron ante el rey, 14 él les preguntó:

—He sabido que ustedes no adoran a mis dioses ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. ¿Es cierto eso? 15 Voy a darles una oportunidad. Si al escuchar la música, se inclinan y adoran a la estatua, no les haré nada. Pero si no la adoran, ordenaré que de inmediato los echen al horno. ¡Y ya verán que no habrá Dios que pueda salvarlos!

16-18 Sadrac, Mesac y Abed-nego le respondieron:

—Su Majestad, eso no es algo que nos preocupe. Si el Dios que adoramos así lo quiere, es capaz de librarnos del fuego y del poder de Su Majestad. Pero aun si no quisiera hacerlo, nosotros no pensamos adorar esa estatua de oro.

Dios salva del fuego a los tres jóvenes

19 Cuando Nabucodonosor oyó esto, se enojó mucho con los tres jóvenes y mandó que calentaran el horno al máximo. 20 Luego ordenó que sus hombres más fuertes ataran a los jóvenes y los echaran al fuego.

21-22 Los hombres del rey ataron de inmediato a Sadrac, a Mesac y a Abed-nego. Como el rey quería que los echaran al horno enseguida, los hombres del rey les dejaron la misma ropa fina que traían puesta. Pero el horno estaba demasiado caliente, así que al momento en que arrojaron a los tres jóvenes al horno, el fuego alcanzó a los hombres del rey y los mató. 23 Los jóvenes, en cambio, cayeron al horno atados.

24 Cuando Nabucodonosor vio esto, se levantó rápidamente y les preguntó a sus consejeros:

—Me parece que los jóvenes que echamos al horno eran tres, y los tres estaban atados.

—Así es —respondieron los consejeros.

25 —Entonces —dijo el rey—, ¿cómo es que yo veo a cuatro? Todos ellos están desatados, y andan paseándose por el horno, sin que les pase nada. Además, ¡el cuarto joven parece un ángel!

26 Dicho esto, Nabucodonosor se acercó al horno lo más que pudo, y gritó: «Sadrac, Mesac y Abed-nego, servidores del Dios altísimo, ¡salgan de allí!»

Los tres jóvenes salieron del horno. 27 Enseguida los rodearon todas las personas importantes del gobierno, y se quedaron sorprendidos al ver que el fuego no les había hecho ningún daño. No se les había quemado la piel ni el pelo, ¡y ni siquiera su ropa olía a quemado!

28 El rey exclamó:

«Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió a su ángel para salvarlos. Tanto confían ellos en su Dios, que no quisieron obedecer mis órdenes. ¡Estaban dispuestos a morir, antes que adorar a otro dios!

29 »No hay otro dios que pueda hacer lo que el Dios de estos jóvenes ha hecho. Por lo tanto, ordeno que quien hable mal de este Dios sea cortado en pedazos, y que su casa se convierta en un basurero. ¡No me importa de dónde sea ni qué idioma hable!»

30 Además, Nabucodonosor les dio a los tres jóvenes puestos aun más importantes en el gobierno de Babilonia.

Nabucodonosor se vuelve loco

Después de eso, Nabucodonosor dijo:

«Con mis mejores deseos de paz y abundancia para todos los pueblos de la tierra, yo, el rey Nabucodonosor, quiero contar las cosas tan maravillosas que el Dios altísimo ha hecho conmigo. ¡Qué grandes son sus milagros y maravillas! Su reino durará para siempre, y su poder nunca tendrá fin.

»Mientras yo descansaba muy tranquilamente en mi palacio, tuve un sueño. Lo que vi en el sueño me asustó mucho. Entonces ordené que se presentaran ante mí todos los sabios de Babilonia, para que me explicaran el sueño. Cuando vinieron, les conté mi sueño; pero ninguno pudo decirme lo que significaba. 8-9 Después se presentó Daniel. Nosotros lo conocemos como Beltsasar, en honor de mi Dios. Yo sé que a Daniel lo guía el espíritu del Dios único. Por eso le conté mi sueño, y le dije:

»Tú, Beltsasar, eres más sabio que todos los sabios juntos. Yo sé que no hay nada que tú no sepas. He tenido un sueño, y quiero que me digas lo que significa. 10 Esto fue lo que soñé:

»En medio de la tierra
había un árbol muy alto.
11 No había otro árbol más fuerte;
no había otro árbol más grande.
Se podía ver desde lejos,
y llegaba hasta el cielo.
12 Eran tan verdes sus hojas
y tan abundante su fruta,
que alcanzaba para alimentar
a todas las aves del cielo,
a todos los animales del campo
y a toda la gente.

13 »Mientras yo seguía acostado,
un ángel bajó del cielo
14 y a gritos anunció:

“¡Echen abajo ese árbol!
Córtenle las ramas,
déjenlo sin hojas,
arránquenle su fruta.
Que se vayan los animales
que se cubren con su sombra;
que se vayan los pájaros
que anidan en sus ramas.
15-16 Déjenle sólo el tronco,
y no le arranquen las raíces.
Déjenlo entre la hierba del campo,
y que lo riegue el rocío.

”Dejen que ese árbol,
que es el rey Nabucodonosor,
cambie su manera de pensar
y se vuelva como los animales.
Déjenlo que coma hierba,
como los animales,
y sujétenlo con cadenas
durante siete años.

17 ”Los mensajeros de Dios
han decidido castigarlo.
Así todo el mundo sabrá
que sólo el Dios altísimo
gobierna a todos los reinos.
Hace rey a quien él quiere,
y hace jefe de un país
a la persona más sencilla”.

18 »Éste es el sueño que tuve, y que ningún sabio me pudo explicar. Pero yo sé que tú puedes hacerlo, porque el espíritu del Dios único está en ti».

19 Daniel estaba muy preocupado por las ideas que le venían a la cabeza, así que se quedó callado. Pero el rey lo llamó por su otro nombre y le dijo:

—No te preocupes, Beltsasar. Dime lo que significa el sueño.

Y Daniel le contestó:

—¡Cómo quisiera yo que el significado del sueño tuviera que ver con los enemigos de Su Majestad! 20-22 El árbol grande y poderoso que usted vio en su sueño es usted mismo. Su Majestad llegó a ser tan poderoso que su grandeza llegaba hasta el cielo. Y así como el árbol tenía hojas muy verdes, y todos comían de su fruta, así también Su Majestad cubría toda la tierra, y todo el mundo sabía de su poder.

23 »En el sueño usted vio que un ángel bajaba del cielo, y ordenaba que cortaran el árbol. Pero tenían que dejarle el tronco y las raíces, y sujetarlo con cadenas durante siete años. Además, el árbol debía quedarse en el campo, junto con los animales.

24 »Eso quiere decir que el Dios altísimo ha decidido castigar a Su Majestad. 25 Usted ya no vivirá con la gente, sino que vivirá con los animales, y comerá hierba como ellos. Se bañará con el rocío del cielo, y así estará usted durante siete años. Al final de esos siete años, Su Majestad reconocerá que sólo el Dios altísimo gobierna a todos los reinos del mundo, y que sólo él puede hacer rey a quien él quiere.

26 »Al árbol se le dejaron el tronco y las raíces. Eso quiere decir que Su Majestad volverá a reinar, pero sólo cuando haya reconocido el poder del Dios del cielo.

27 »Yo le aconsejo a Su Majestad que deje de hacer lo malo, y que ayude a la gente pobre y necesitada. Tal vez así pueda vivir Su Majestad tranquilo y feliz.

28 Lo que Daniel le dijo al rey Nabucodonosor se hizo realidad. 29 Un año después, el rey andaba paseando por su palacio 30 y dijo: «¡Qué grande es Babilonia! ¡Yo fui quien la hizo grande y hermosa, para mostrar mi poder a todo el mundo!»

31 Todavía estaba hablando el rey, cuando se oyó una voz del cielo que le dijo:

«Rey Nabucodonosor, a partir de este momento dejarás de ser rey. 32 No vivirás ya entre la gente, sino que vivirás siete años entre los animales. Comerás hierba del campo, como ellos, hasta que reconozcas que el Dios altísimo es el único rey de este mundo. Sólo Dios puede hacer rey a quien él quiere que sea rey».

33 Estas palabras se cumplieron inmediatamente, y el rey dejó de vivir entre la gente. Comía pasto, como los toros, y se bañaba con el rocío del cielo. Sus cabellos parecían plumas de águila, y sus uñas parecían garras de pájaro.

Nabucodonosor sana de su locura

34 «Al cabo de los siete años, yo, Nabucodonosor, dejé de estar loco. Entonces levanté los ojos al cielo y le di gracias al Dios altísimo, que vive para siempre. Lo alabé y le dije:

“Tu poder durará para siempre,
y tu reino no tendrá fin.
35 Ante ti, nada podemos hacer
los que vivimos en la tierra.
Tú haces lo que quieres
con los ejércitos del cielo
y con los habitantes del mundo.
Nadie puede oponerse a ti,
ni hacerte ningún reclamo”.

36 »Tan pronto como dije esto, sané de mi locura y recuperé la grandeza de mi reino. ¡Volví a ser el mismo de antes! Todos mis consejeros y jefes de mi reino vinieron a servirme, y llegué a ser más poderoso que antes. 37 Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos. Lo digo yo, el rey Nabucodonosor».

La fiesta de Belsasar

El rey Belsasar hizo una gran fiesta, a la que invitó a las mil personas más importantes de su reino. Todos los asistentes a la fiesta bebieron mucho vino. 2-3 También Belsasar bebió mucho, y ya borracho mandó traer las copas de oro y plata que su padre Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén. Las mandó traer para que él y sus invitados siguieran bebiendo en ellas. Y mientras bebían, cantaban alabanzas a sus dioses, que eran simples estatuas de oro, plata, cobre, hierro, madera y piedra.

Dios escribe en la pared

De pronto, una mano apareció sobre la pared y comenzó a escribir. La luz de las lámparas permitía ver bien cómo escribía. En cuanto el rey vio la mano, se puso blanco y comenzó a temblar de miedo. Enseguida llamó a gritos a sus sabios y adivinos, y les ordenó: «¿Hay alguien aquí que me pueda explicar lo que está escrito en la pared? Al que lo haga, lo vestiré como un príncipe y le daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino».

Pero ninguno de los sabios y adivinos entendía lo que estaba escrito, así que tampoco podían explicárselo al rey. Por eso el rey se preocupó mucho, y se asustó aún más. También sus invitados estaban muy confundidos.

10 Cuando la reina oyó los gritos de Belsasar y de sus invitados, entró al salón del banquete y le dijo al rey:

«¡Deseo que Su Majestad viva muchos años! ¡No se preocupe más, ni tenga tanto miedo! 11 Aquí en Babilonia hay un joven muy inteligente y sabio. En él vive el espíritu del Dios único. Nabucodonosor, padre de Su Majestad, lo conocía bien, y por eso lo puso como jefe de todos los sabios.

12 »Ese joven puede explicar los sueños y las cosas más difíciles y misteriosas. Se llama Daniel, aunque el rey Nabucodonosor le cambió el nombre y le puso Beltsasar. Llámelo usted. Él le dirá a Su Majestad lo que significa esa escritura en la pared».

13 El rey mandó llamar a Daniel. Y cuando Daniel llegó, el rey le preguntó:

—¿Así que tú eres uno de esos judíos que mi padre trajo de Judá? 14 Según me contaron, en ti vive el espíritu del Dios único, y por eso eres muy inteligente y sabio.

15 »Yo mandé traer a todos los sabios y adivinos, para que me explicaran lo que está escrito en la pared, pero no pudieron hacerlo. 16 Yo sé que tú puedes explicar cosas muy difíciles. Si me dices qué significa lo que está escrito en la pared, mandaré que te vistan como a un príncipe. Además, te daré el tercer lugar de importancia y autoridad en mi reino.»

17 Y Daniel le contestó:

—Yo puedo explicar a Su Majestad lo que significa la escritura en la pared. Pero no tiene que hacerme ningún regalo ni darme ningún puesto importante.

18-19 »El Dios altísimo dio un reino muy grande al rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad. Todas las naciones lo respetaban y reconocían su grandeza. También le tenían miedo, porque él decidía a quién matar y a quién dejar con vida, a quién humillar y a quién poner en un lugar importante.

20 »El rey Nabucodonosor se sentía tan importante y poderoso, que empezó a tratar mal a la gente. Por eso Dios le quitó el reino, 21 y Nabucodonosor no pudo seguir viviendo entre la gente, pues se portaba como un animal. Vivía entre los burros salvajes, comía pasto como los toros, y se bañaba con el rocío del cielo. Así vivió hasta que reconoció que sólo el Dios altísimo reina sobre todas las naciones, y que sólo él decide quién puede ser rey.

22 »Su Majestad ya sabía todo esto, y aunque lo sabía no quiso ser humilde. 23 Al contrario, Su Majestad mandó traer las copas del templo de Dios, y en ellas bebieron Su Majestad y todos sus invitados. Para colmo, en vez de que usted adorara al Dios que lo hizo y que tiene poder sobre su vida, tanto usted como sus invitados adoraron a sus dioses. ¡Esos dioses no pueden ver ni oír ni pensar, pues están hechos de metal, madera y piedra!

»Tales acciones de Su Majestad hicieron enojar al Dios del cielo. 24 Por eso él mandó que la mano escribiera: 25 “mené, mené, tekel y parsín”, 26 y esto es lo que significan estas palabras:

»“Mené” quiere decir que Dios ha decidido poner fin al reinado de Su Majestad. 27 “Tekel” quiere decir que Dios concedió a Su Majestad una oportunidad, pero Su Majestad no la aprovechó. 28 “Parsín” quiere decir que Dios partirá en dos el reino de Su Majestad, y que se lo dará a los medos y a los persas.»

29 Enseguida el rey Belsasar ordenó que vistieran a Daniel como a un príncipe. También hizo anunciar que, en todo el reino, Daniel tendría el tercer lugar de mayor importancia y autoridad. 30 Y esa misma noche mataron a Belsasar, rey de los babilonios. 31 Así Darío llegó a ser rey de los medos. Cuando esto sucedió, Darío tenía sesenta y dos años.

Daniel en la cueva de los leones

Para mantener el control de su reino, Darío nombró a ciento veinte personas que le ayudaban a gobernar. A esos ciento veinte los vigilaban tres jefes superiores a ellos. Uno de esos tres jefes era Daniel. Y tan bueno fue el desempeño de Daniel que el rey lo nombró jefe de todos, y hasta llegó a pensar en hacerlo jefe de todo el reino.

Los otros sólo esperaban que Daniel hiciera algo malo, o que cometiera algún error, para acusarlo con el rey. Pero no pudieron acusarlo de nada, pues Daniel siempre hacía bien su trabajo. Por eso se pusieron de acuerdo y dijeron: «Como no tenemos nada de qué acusar a Daniel, lo haremos caer solamente con algo que tenga que ver con su religión».

Entonces los jefes principales fueron a ver al rey Darío, y le dijeron:

«¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años! Todos los jefes y gobernantes queremos sugerir a Su Majestad que ponga en vigor una nueva ley. Según esa ley, durante un mes nadie podrá adorar a ningún dios ni persona, sino sólo a Su Majestad. Esa ley se aplicará en todo el reino, y cualquiera que la desobedezca será echado vivo a la cueva de los leones. Si Su Majestad firma esta ley, nada ni nadie podrá cambiarla. Así lo dice la ley de los medos y los persas».

El rey aceptó firmar la ley. 10 Daniel lo supo, pero de todos modos se fue a su casa para orar a Dios. Daniel acostumbraba orar tres veces al día, así que entró en su cuarto, abrió la ventana y, mirando hacia Jerusalén, se arrodilló y comenzó a orar.

11 Cuando los jefes principales vieron que Daniel estaba orando a Dios, 12 fueron y lo acusaron con el rey. Le dijeron:

—Su Majestad ha ordenado que durante un mes nadie adore a ningún dios ni persona, que no sea usted. El mes no ha terminado todavía, ¿no es cierto? Además, Su Majestad ha ordenado también que quien desobedezca sea echado a la cueva de los leones.

El rey respondió:

—Así es, y las leyes de los medos y los persas nadie las puede cambiar.

13 Entonces dijeron:

—Pues ese Daniel, que trajeron preso de la tierra de Judá, no obedece la ley de Su Majestad. Al contrario, ¡tres veces al día se arrodilla para orar a su Dios!

14 Cuando el rey escuchó esto, se puso muy triste, y toda la noche estuvo pensando en cómo salvar a Daniel. 15 Al día siguiente, los jefes principales fueron a verlo y le dijeron:

—Su Majestad sabe bien que Daniel debe morir. Cuando un rey de los medos y los persas firma una ley, nadie puede cambiarla.

16 Entonces el rey mandó traer a Daniel, para que lo echaran a la cueva de los leones. Pero antes de que lo echaran, el rey le dijo: «Daniel, deseo que te salve el Dios a quien tú siempre has adorado».

17 Enseguida echaron a Daniel a la cueva de los leones. Luego taparon la cueva con una piedra muy grande, y el rey puso su sello en la entrada. Lo mismo hicieron los jefes principales para que nadie se atreviera a sacar de allí a Daniel.

18 Después de eso, el rey se fue a su palacio, pero en toda la noche no comió nada. Y aunque no podía dormir, tampoco quiso que le llevaran música. 19 En cuanto amaneció, el rey se levantó y fue enseguida a la cueva donde habían echado a Daniel. 20 Cuando estuvo cerca de la cueva, se puso muy triste y gritó:

—¡Daniel, tú siempre has adorado al Dios de la vida! ¿Pudo tu Dios salvarte de los leones?

21 Y Daniel le contestó:

—¡Deseo que Su Majestad viva muchos años! 22 Mi Dios envió a su ángel para cerrarles la boca a los leones, para que no me hicieran daño. Mi Dios sabía que yo no he hecho nada malo, y que tampoco he traicionado a Su Majestad.

23 Al oír esto, el rey se puso muy contento y mandó que sacaran de la cueva a Daniel. Una vez que lo sacaron, todos pudieron ver que los leones no le habían hecho ningún daño, porque él había confiado en su Dios.

24 Más tarde, el rey mandó que trajeran a quienes habían acusado a Daniel, y que los echaran a la cueva de los leones, junto con sus mujeres y sus hijos. ¡Y enseguida los leones los agarraron y les rompieron los huesos! ¡Antes de que tocaran el suelo, ya los habían despedazado!

25 Entonces el rey Darío escribió un mensaje para todas las naciones y los pueblos de su reino. Ese mensaje decía:

«Con mis deseos de paz para todos, 26 ordeno a los habitantes de mi reino que adoren y obedezcan al Dios de Daniel. Su Dios vive para siempre, y su reino nadie puede destruirlo. Su poder será siempre el mismo. 27 El Dios de Daniel puede salvar y libertar, y hacer grandes maravillas en el cielo y en la tierra. ¡El Dios de Daniel pudo salvarlo de las garras de los leones!»

28 Y así Daniel siguió siendo una persona muy importante en el reinado de Darío, y también en el reinado de Ciro, rey de Persia.

Sueños de Daniel (7—12)

Durante el primer año del reinado de Belsasar en Babilonia, Daniel tuvo un sueño, y en ese sueño vio muchas cosas. Cuando despertó, puso por escrito lo que había soñado. Y esto fue lo que escribió:

Los cuatro monstruos

«Yo soy Daniel. Una noche soñé que los cuatro vientos del cielo soplaban muy fuerte sobre el gran mar. De repente salieron del mar cuatro grandes monstruos, todos ellos diferentes.

»El primer monstruo parecía un león con alas de águila. Pero le cortaron las alas, y entonces se paró sobre sus pies como una persona. Y en lugar de su corazón, se le dio un corazón humano.

»El segundo monstruo parecía un oso, pero uno de sus costados era más alto que el otro. Entre sus dientes tenía tres costillas. Entonces recibió la orden de levantarse y comer mucha carne.

»El tercer monstruo parecía una pantera. Tenía cuatro alas de ave en la espalda, y tenía también cuatro cabezas. A este monstruo se le dio poder para reinar.

»Yo seguí soñando, y de pronto apareció el cuarto monstruo. Era muy diferente a los otros tres, y tan fuerte que sólo de verlo daba mucho miedo. Tenía diez cuernos, y sus dientes eran dos grandes hileras de puntas de hierro. Hacía pedazos todo lo que comía, y lo demás lo pisoteaba y destruía.

8-12 »Mientras yo miraba los diez cuernos, de pronto le salió otro cuerno más pequeño, que al salir echó abajo a tres de ellos. A estos tres se les quitó el poder, pero se les dejó con vida, pues todavía no había llegado la hora de su muerte. Luego mataron al cuarto monstruo y echaron su cuerpo al fuego. El pequeño cuerno tenía ojos humanos, y mientras todo esto sucedía hablaba con mucho orgullo.

»Vi que aparecieron unos tronos,
y un Anciano tomó asiento.
Su ropa era blanca como la nieve,
y su pelo era blanco como la lana.
Del trono y de sus ruedas
brotaba un río de fuego.
Miles y miles de personas
adoraban al Anciano todo el tiempo.
El Anciano se sentó para juzgar
y abrió los libros.

13 »Mientras yo miraba todo esto,
un hombre apareció entre las nubes
y se acercó al Anciano.
14 Y ese hombre recibió honra y poder
para reinar sobre todo el mundo.
Pude ver que lo obedecían
todos los pueblos y naciones.
Su poder será siempre el mismo
y nunca tendrá fin,
y su reino jamás será destruido.

15 »Yo quedé tan confundido por lo que vi, que hasta me enfermé. 16 Entonces me acerqué a uno de los que allí estaban, y le pedí que me explicara lo que significaba el sueño. Y me dijo: 17 “Estos cuatro monstruos son cuatro reyes que reinarán sobre la tierra. 18 Pero el pueblo que ha elegido el Dios altísimo recibirá el reino, y reinará para siempre”.

19-23 »También le pregunté a esa persona por qué el cuarto monstruo era tan diferente. Y es que ese monstruo, con sus dientes de hierro y sus garras de cobre, daba mucho miedo; todo lo devoraba, y el resto lo pisoteaba. Y esa persona me dijo: “El cuarto monstruo es el cuarto reino que habrá sobre la tierra. Será muy diferente a los otros reinos, pues acabará con toda la tierra, y la pisoteará y aplastará”.

»Pregunté entonces qué significaban los diez cuernos que tenía el monstruo en la cabeza. También pregunté qué significaba el pequeño cuerno con ojos, que hablaba con tanto orgullo. Pedí que se me explicara por qué, cuando salió, echó abajo tres cuernos. Yo había visto que ese cuerno pequeño se ponía tan orgulloso, que hasta peleaba contra el pueblo elegido por Dios y lo vencía. Pero llegó el Anciano y le dio a su pueblo la autoridad de juzgar, y también autoridad para reinar.

»Aquella persona me dio esta explicación:

24 “Los diez cuernos representan a diez reyes, que reinarán en la tierra. Después de ellos, se levantará otro rey, muy diferente a los demás, y humillará a tres reyes. 25 Hablará mal contra el Dios altísimo, y peleará contra su pueblo elegido. Tratará de cambiar las costumbres religiosas y la ley de Dios, y durante tres años y medio hará lo que le parezca mejor. 26 Pero ese rey será juzgado y perderá su poder, pues será totalmente destruido. 27 Entonces el pueblo de Dios recibirá poder y dominio sobre todos los reinos de la tierra, y reinará para siempre”.

28 »Esto fue todo lo que vi, y me quedé muy preocupado. Y aunque me entró mucho miedo, no le dije a nadie lo que había visto.

El carnero y el chivo

»Además de este sueño que ya he contado, yo, Daniel, volví a tener otro sueño. Esto sucedió cuando Belsasar llevaba tres años de reinar. En ese sueño me parecía estar junto al río Ulai, en la ciudad de Susa. Esta ciudad es la capital del reino, y se encuentra en la región conocida como Elam.

»En el sueño veía yo, a lo lejos, un carnero parado junto al río. Ese carnero tenía dos cuernos largos, pero uno era más largo que el otro y le había salido después. El carnero atacaba hacia el norte, hacia el sur y hacia el oeste. Pude ver que ningún otro animal podía hacerle frente, ni tampoco se libraba de sus golpes. El carnero hacía lo que quería, y cada vez se volvía más fuerte.

»Mientras yo pensaba en lo que había visto, vi que del oeste venía un chivo. Tenía un cuerno muy grande entre los dos ojos, y corría con tanta rapidez que parecía que volaba. Cuando el chivo estuvo cerca del carnero de dos cuernos, lo atacó con todas sus fuerzas y le rompió sus dos cuernos. El carnero no tuvo fuerzas para defenderse, así que el chivo lo tiró al suelo y lo pisoteó. Y nadie pudo salvarlo.

»El chivo se iba haciendo más y más fuerte. Pero en su momento de mayor fuerza, el cuerno más grande se le rompió. En lugar de ese gran cuerno, le salieron otros cuatro cuernos. Uno de ellos apuntaba hacia el norte, otro hacia el sur, otro hacia el este y otro hacia el oeste. A uno de los cuernos le salió otro cuerno pequeño. Y ese cuerno creció mucho, y se extendió hacia el sur, hacia el oeste y hacia la tierra más hermosa. 10 Fue tanto lo que creció, que llegó a tocar las estrellas del cielo. A muchas de ellas las derribó y las pisoteó.

11 »Este cuerno pequeño se atrevió también a desafiar al jefe mismo de las estrellas. Para colmo, prohibió que se presentaran a Dios las ofrendas diarias y se burló del templo. 12 Era tanta su maldad, que ordenó que su ejército acampara en donde todos los días se presentaban las ofrendas; luego echó por los suelos la verdad y comenzó a hacer todo lo que quiso. ¡Y todo le salió bien!

13 »Poco después oí que un ángel le decía a otro ángel: “Esto que estamos viendo, pasa todos los días en el altar de las ofrendas. ¿Cuándo terminará? ¿Hasta cuándo va a permitir Dios que sigan pecando así en el templo? ¿Hasta cuándo va a permitir que sigan maltratando a los creyentes?”

14 »Y el otro ángel contestó: “Hasta que hayan pasado mil ciento cincuenta días, que es un poco más de tres años. Pasado ese tiempo, el templo quedará limpio”.

15 »Mientras yo veía todo esto, y trataba de entenderlo, se apareció ante mí alguien que parecía un hombre. 16 Entonces escuché la voz de alguien que venía del río Ulai. Esa voz decía: “Gabriel, explícale a este hombre lo que significa el sueño”.

17 »Cuando Gabriel se me acercó, yo me asusté tanto que me arrojé al suelo. Pero él me dijo: “Lo que has visto, se hará realidad cuando llegue el fin del mundo”.

18 »Mientras Gabriel me decía esto, yo perdí el sentido y me quedé tirado en el suelo. Pero él vino en mi ayuda y me levantó. 19 Luego me dijo:

“Ahora voy a decirte lo que pasará cuando llegue el fin del mundo. Cuando eso suceda, Dios estará muy enojado con la gente. 20 Tú viste un carnero con dos cuernos. Esos dos cuernos son los reyes de Media y de Persia. 21 El chivo es el rey de Grecia, y el cuerno grande que le salió entre los ojos es el más importante de todos sus reyes. 22 Los cuatro cuernos que salieron cuando se rompió el primero son los cuatro reinos que saldrán de esta nación. Pero esos reinos no tendrán tanto poder como el primero.

23 ”Cuando llegue a su fin
el poder de estos reinos,
y ya nadie soporte su maldad,
vendrá un rey egoísta y orgulloso.
24 Ese rey se irá haciendo
más y más poderoso,
aunque no por sus propias fuerzas.
Le irá bien en todo lo que haga,
pero causará muchos destrozos.
Destruirá a gente poderosa,
y también al pueblo de Dios.
25 Será un rey muy astuto,
y engañará a mucha gente.
Se creerá el rey más importante,
y matará a traición
a gente que vivía tranquila.
Se levantará en armas
contra el Príncipe de príncipes,
pero saldrá derrotado.

26 ”Ya te he explicado lo que viste acerca de los tres años y días. Eso va a suceder así. Pero tú no se lo digas a nadie, porque se hará realidad después de mucho tiempo”.

27 »Yo, Daniel, perdí las fuerzas y estuve muy enfermo durante varios días. Pero finalmente me levanté y seguí ocupándome de los asuntos del rey. Sin embargo, seguí preocupado porque no entendía bien todo lo que había visto».

Daniel le pide a Dios por su gente

1-4 Daniel también escribió:

«Un día, yo estaba leyendo el libro del profeta Jeremías. Cuando llegué al pasaje donde Dios le anuncia al profeta que Jerusalén quedaría destruida durante setenta años, decidí ayunar. Luego me vestí con ropas ásperas, me senté sobre ceniza, y comencé a pedirle a Dios por mi pueblo. Cuando esto sucedió, el rey Darío llevaba un año de reinar sobre los babilonios. Darío era hijo del rey Asuero, y pertenecía al pueblo de los medos.

»Yo le dije a Dios en mi oración:

“Dios mío, tú eres grande y poderoso. Tú siempre cumples lo que prometes, y muestras tu amor a quienes te aman y te obedecen. Por eso, tengo que reconocer que hemos pecado. Nos hemos portado muy mal contigo; hemos vivido como si tú no existieras, y te hemos desobedecido. Los profetas hablaron de ti a nuestros reyes y a nuestros jefes, y también a nuestros padres y a todos nosotros. Pero nunca ninguno de nosotros les hizo caso.

”Dios mío, tú eres justo. Por eso nos sentimos muy avergonzados. Así se sienten los que viven en Jerusalén, y también los que viven en los países lejanos, adonde los expulsaste por haber pecado contra ti.

”Dios mío, todos estamos muy avergonzados por haber pecado contra ti. Están avergonzados nuestros reyes, nuestros jefes y nuestros padres. Pero tú nos entiendes, y habrás de perdonarnos.

”Todos nosotros hemos pecado contra ti. 10-14 No te hemos hecho caso, ni hemos obedecido las enseñanzas que nos diste por medio de tus profetas. No te hemos buscado, ni hemos dejado de hacer lo malo.

”Dios nuestro, tú ya nos lo habías advertido. Si no nos portábamos bien, caerían sobre nosotros maldiciones y castigos. Así nos lo había enseñado Moisés, que siempre estuvo a tu servicio. Y ya has cumplido tus amenazas contra nosotros y nuestros gobernantes. Nunca antes habías castigado a nadie como nos has castigado a nosotros. ¡La destrucción de Jerusalén ha sido terrible! Pero tú eres justo en todo lo que haces. Tú eres nuestro Dios, y ni así te hemos escuchado.

15-16 ”Dios nuestro, en el pasado tú nos diste muestras de tu gran poder. Tú sacaste de Egipto a tu pueblo, y desde entonces te hiciste muy famoso. Además, sabemos que eres muy bondadoso. Es verdad que hemos pecado y que hemos hecho lo malo, pero te rogamos que ya no te enojes contra Jerusalén. Todos los pueblos vecinos se burlan de ella y de tu pueblo. De eso tenemos la culpa nosotros y nuestros padres. Lo reconocemos. ¡Pero recuerda que Jerusalén es tu ciudad, y que está en tu monte santo!

17 ”Por favor, Dios nuestro, escucha mi oración y mis ruegos. Por tu propio honor, te ruego que mires la triste situación en que ha quedado tu templo, y nos muestres tu amor. 18 ¡Escúchame, Dios mío! ¡Mira cómo ha quedado destruida la ciudad donde te adoramos!

”Si te pedimos esto, no es porque creamos que somos buenos, ni porque creamos merecer lo que te pedimos. Lo hacemos porque creemos que tú eres muy compasivo y bondadoso. 19 ¡Escúchanos, Dios mío, y perdónanos! ¡Atiéndenos, y ven en nuestra ayuda! ¡Dios mío, te lo pedimos por ti mismo, por tu ciudad y por tu pueblo, que te adora!”

20 »Mientras yo estaba orando por Jerusalén, y pidiendo perdón por mis pecados y los de mi pueblo, 21 llegó volando el ángel Gabriel, que ya se me había aparecido en sueños. Ya casi era la hora de presentar a Dios las ofrendas de la tarde. 22 Y Gabriel me dijo:

“Escucha, Daniel: vengo para ayudarte a entender todo esto. 23 Dios te quiere mucho, así que tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tus oraciones. Y yo he venido a darte su respuesta. Pon mucha atención, para que entiendas lo que quiere decir tu sueño.

24 ”Tienen que pasar setenta semanas
para que termine el castigo
contra tu pueblo y la ciudad santa,
y Dios les perdone su maldad.
Tienen que pasar setenta semanas
para que lleguen a su fin
la desobediencia y el pecado.
Al cabo de ese tiempo
siempre habrá justicia,
y sucederá lo que viste,
y Dios cumplirá su promesa.
Su santo templo será purificado,
y se le volverá a dedicar.

25 ”Tú debes entender bien esto:
Pasarán siete semanas
desde que se dé la orden
de arreglar y reconstruir Jerusalén,
hasta la llegada del Príncipe elegido.
Las calles de Jerusalén
y sus muros reconstruidos
durarán sesenta y dos semanas.
¡Serán días de angustia y tristeza!

26 ”Pasadas las sesenta y dos semanas,
vendrá un rey con su ejército
y matará al Príncipe elegido.
¡Jerusalén y el templo
serán destruidos por completo!
El fin llegará de repente,
como llega una inundación.
¡La guerra y las destrucciones
que habían sido anunciadas
seguirán hasta que llegue el fin!
27 Durante una semana más,
ese rey malvado hará un pacto
con gran número de gente;
pero a la mitad de la semana
prohibirá que se hagan ofrendas,
y en el altar de los sacrificios
se ofenderá gravemente a Dios.
Después de eso, Dios destruirá
al malvado que lo ofendió”».

Daniel sueña con ángeles

10 1-3 Daniel también escribió:

«Yo tuve otro sueño acerca de lo que estaba por pasar. Cuando eso sucedió, Ciro llevaba ya tres años como rey de Persia. También ese sueño era muy difícil de entender, pero yo me propuse entenderlo, y lo logré.

»Durante tres semanas estuve muy triste. No comí carne ni tomé vino, ni probé nada de lo que me gustaba. Tampoco me puse ningún perfume. El día veinticuatro del mes de Abib,[a] yo estaba a la orilla del gran río Tigris. De pronto, miré a alguien parecido a un hombre. Estaba vestido con ropa de lino, y tenía puesto un cinturón de oro puro. Su cuerpo parecía estar hecho de cristal amarillo, y su cara tenía el brillo de un relámpago. Sus ojos parecían llamas de fuego, sus brazos y sus pies brillaban como metal pulido, y hablaba tan fuerte que su voz sonaba como el murmullo de mucha gente. Se trataba del ángel Gabriel.

7-8 »Cuando tuve este sueño, yo estaba solo, pues los que estaban conmigo se asustaron tanto que fueron a esconderse. Hasta yo mismo me puse pálido de miedo, y sentí que me desmayaba.

»Al oír que el ángel me hablaba, me desmayé y caí de cara al suelo. 10 Pero el ángel me ayudó a levantarme, y me puso de rodillas, con las manos sobre el suelo. 11 Entonces me dijo: “Daniel, levántate y escucha bien lo que voy a decirte. Dios te ama, y por eso me envió a darte este mensaje”.

»Mientras el ángel hablaba conmigo, yo me puse de pie, pero seguía temblando. 12-14 Y el ángel me dijo:

“Daniel, no tengas miedo. Dios escuchó tus oraciones desde el primer día, cuando trataste de entender ese sueño tan difícil y te humillaste ante él. Por eso Dios me envió a decirte que tú has visto lo que va a pasarle a tu pueblo en el futuro.

”Yo iba a venir antes, pero no pude hacerlo porque, durante veintiún días, el ángel encargado de cuidar al reino de Persia me lo impidió. Yo me había quedado solo, junto a los reyes de Persia, pero vino en mi ayuda Miguel, uno de los ángeles más importantes de todos”.

15 »Mientras el ángel Gabriel me decía todo esto, yo me quedé callado y sólo miraba al suelo. 16-17 Entonces alguien más, que también parecía un hombre, me tocó los labios. Yo le dije al ángel que estaba conmigo: “Mi señor, lo que estoy viendo me llena de angustia y me deja sin fuerzas. ¿Cómo quiere usted que le hable, si casi no puedo respirar?”

18 »Aquel personaje volvió a tocarme, y me dio nuevas fuerzas. 19 Me dijo: “¡No tengas miedo, ni te preocupes de nada! ¡Alégrate y ten valor, pues Dios te ama!”

»Y mientras me decía esto, sentí que me volvían las fuerzas. Entonces le dije: “Mi señor, ahora puede usted hablarme, pues ya tengo nuevas fuerzas”.

20 »Entonces aquel personaje me dijo: “He venido a verte porque tengo que pelear con el ángel encargado de cuidar a Persia. Cuando yo termine de pelear contra él, vendrá el ángel encargado de cuidar a Grecia. 21 En mi lucha contra él, sólo cuento con la ayuda de Miguel, que es el ángel que protege a Israel. Ahora yo te voy a explicar lo que dice el libro de la verdad”».

Guerras entre norte y sur

11 Y aquel personaje siguió diciendo:

«Durante el primer año del reinado de Darío en Media, yo le brindé mi ayuda y mi apoyo. Y es que Persia todavía tendrá tres reyes. Después vendrá un cuarto rey, que será más rico que los tres anteriores. Será tan rico y poderoso que atacará al reino de Grecia.

»Después vendrá un rey muy valiente, que gobernará un gran imperio y hará lo que se le antoje. Cuando su reino ya esté bien establecido, será destruido y se dividirá en cuatro partes. Este rey no les dejará el poder a sus hijos, ni será tan poderoso como antes fue, porque su reino estará dividido y en su lugar gobernarán otros reyes.

»El rey del sur será muy poderoso, pero uno de los jefes de su ejército le ganará en poder y controlará a muchas naciones y pueblos. Después de algunos años, el rey del norte y el rey del sur unirán sus fuerzas. Para que haya paz entre ellos, el rey del norte se casará con la hija del rey del sur. Sin embargo, este plan no tendrá éxito porque matarán a la hija y a su esposo, junto con su hijo y sus criados.

»Un miembro de la familia del rey del sur peleará contra el ejército del rey del norte, y lo vencerá; luego ocupará el castillo del rey, y con su ejército lo controlará todo. Se llevará a Egipto sus dioses de metal, y otros objetos de oro y plata. De este modo, durante algún tiempo no habrá guerra entre estos dos reinos.

»Tiempo después, el rey del norte tratará de conquistar al reino del sur, pero tendrá que regresar a su tierra. 10 Entonces los hijos del rey del norte se enojarán y reunirán un gran ejército para luchar contra el rey del sur. Y lo atacarán, y llegarán hasta el castillo de ese rey. A su paso lo destruirán todo, como si fueran un río desbordado.

11 »Ante este ataque, el rey del sur se enojará mucho. Entonces saldrá a luchar contra el ejército del rey del norte, y lo derrotará por completo. 12 Esta victoria hará que el rey del sur se vuelva muy orgulloso. Pero su orgullo no le durará mucho tiempo, 13 porque el rey del norte organizará otro ejército, más grande y mejor preparado que el primero, y después de algunos años volverá a atacar al rey del sur y lo vencerá.

14 »En ese tiempo, muchos se unirán al rey del norte para pelear contra el rey del sur. Tal y como lo viste en tu sueño, entre ellos habrá algunos israelitas malvados; pero no les irá bien, pues serán derrotados. 15 El rey del norte construirá una rampa alrededor de una ciudad amurallada, y subirá a sus muros y la conquistará. ¡Ni los soldados más valientes del sur podrán detener al ejército enemigo! 16 El rey conquistador hará lo que quiera, y nadie se atreverá a hacerle frente. Destruirá todo lo que encuentre a su paso, y se quedará en la tierra más hermosa.

17 »El rey del norte tratará de vencer por completo al rey del sur. Para quedarse con su reino, firmará la paz y dejará que su hija se case con él. Pero su plan no tendrá éxito. 18 Entonces atacará las ciudades que están a la orilla del mar, y a muchas de ellas las conquistará. Pero un jefe del ejército terminará con esto, y pondrá en vergüenza al rey del norte. 19 Así el rey del norte volverá a sus castillos, pero un accidente le causará la muerte, y nadie más volverá a hablar de él.

20 »Su lugar lo ocupará otro rey, que para hacerse rico enviará uno de sus criados a cobrar impuestos. Pero pocos días después morirá, aunque no en la guerra.

21 »Después de ese rey vendrá un malvado, que no merecerá ser rey, pero que llegará a serlo por medio de engaños, y sin que nadie se dé cuenta de sus intenciones. 22 Ese malvado derrotará por completo a los ejércitos enemigos, y también al príncipe con quien hizo un tratado. 23 Engañará también a sus amigos, y a pesar de no tener un gran ejército logrará sus propósitos.

24 »Ese malvado tomará por sorpresa las tierras más ricas del lugar, y hará lo que no hicieron sus padres ni sus abuelos: repartirá entre sus soldados las riquezas que hayan ganado en la guerra, y hará planes para conquistar a las ciudades más protegidas. Pero esto no durará mucho tiempo. 25 Sin embargo, se sentirá tan poderoso que, con su gran ejército, atacará al rey del sur.

»Pero el rey del sur se le enfrentará valientemente, apoyado por su ejército grande y poderoso. Sin embargo, este rey será traicionado y no podrá resistir los ataques de sus enemigos. 26 Sus propios amigos, a quienes invitaba a comer en su propia mesa, serán la causa de su desgracia. Y así, su ejército perderá la guerra, y muchos de sus soldados perderán la vida.

27 »Estos dos reyes se sentarán a comer en la misma mesa, pero sólo pensarán en hacerse daño. Se engañarán el uno al otro, pero ninguno de los dos logrará su propósito, porque todavía no será el tiempo adecuado. 28 Después de llevar a cabo sus planes, el rey del norte regresará a su país, llevándose todo lo que ganó en la guerra.

»Pasado el tiempo, el rey del norte no cumplirá con el tratado de paz que hizo. 29 Al contrario, en el momento preciso volverá a luchar contra el rey del sur, sólo que esta vez no triunfará. 30 Vendrá en barcos un ejército del oeste, y lo atacará. Esto le dará tanto miedo que lo hará huir. Entonces les hará caso a quienes, por estar a su servicio, no cumplieron con el tratado de paz. Será tanto su odio que hará cosas terribles en contra de ese tratado.

31 »Sus soldados no respetarán el templo ni la ciudad amurallada. No permitirán que se presente la ofrenda de todos los días, y en su lugar ofrecerán algo asqueroso. 32 El rey tratará de ganarse la simpatía de los que no cumplieron con el tratado de paz, pero los que aman a su Dios se mantendrán firmes y no le harán caso.

33-35 »Los maestros del pueblo enseñarán a mucha gente a mantenerse fieles a Dios, aunque serán perseguidos. A unos los matarán, a otros los quemarán, y a otros les robarán todas sus pertenencias. Muchos de ellos serán llevados como esclavos a otros países. Mientras esto suceda, no les faltará un poco de ayuda, aunque muchos se unirán a ellos sólo por conveniencia. Todo esto sucederá como preparación, para que puedan resistir mejor otras pruebas. Pero esto durará sólo un poco de tiempo, hasta que llegue el momento final señalado por Dios.

36-37 »El rey del norte hará todo lo que quiera. Será tanto su orgullo que se creerá superior a todos los dioses. Hasta llegará a ofender gravemente al verdadero Dios. Y todo le saldrá bien, pero sólo hasta que Dios lo castigue, porque lo que Dios tiene que hacer lo hace.

38 »Este rey adorará al dios de las ciudades amuralladas, dios al que ni sus padres ni sus abuelos adoraron, y hasta le ofrecerá oro, plata, piedras preciosas y objetos de mucho valor. 39 Para defender las ciudades conquistadas, pedirá el apoyo de un ejército que adora a otros dioses. Y a todos los que le rindan honores, los recompensará con puestos muy importantes y con grandes territorios.

40 »Cuando llegue el momento final, el rey del sur atacará al rey del norte, pero éste responderá a los ataques. Saldrá al frente de carros de guerra, y de todo un ejército montado a caballo, y apoyado por muchos barcos. ¡Caerá sobre todo el país, con la fuerza de una tormenta! 41 También invadirá la tierra más hermosa, y matará a muchísimas personas; sin embargo, no les pasará nada a los que viven en Edom y Moab, ni a la mayoría de los que viven en Amón.

42 »El ejército del rey del norte conquistará varios países, y ni siquiera Egipto se escapará. 43 El rey se llevará todos los tesoros de Egipto: el oro, la plata y todas sus riquezas. Después de eso, conquistará Libia y Etiopía.

44 »Pero le llegarán noticias del este y del norte, que le darán mucho miedo. Se enojará tanto que querrá matar a muchos. 45 Entonces pondrá su campamento entre el mar y la montaña de Dios, que está en la tierra más hermosa. Allí le llegará la hora de su muerte, y nadie podrá ayudarlo.

Los días finales

12 »En ese tiempo aparecerá Miguel, que es jefe de los ángeles y defensor de Israel.

»Serán días de grandes preocupaciones,
como no las ha habido
desde que Dios creó este mundo.
Cuando llegue el momento,
Dios pondrá a salvo
a todos los de tu pueblo.
Ya el nombre de ellos está escrito
en el libro de la vida.
Ese día volverán a vivir
muchos de los que ya han muerto.
Unos se levantarán de la tumba
para vivir para siempre,
pero otros volverán a vivir
para sufrir por siempre
la vergüenza y el horror.
Pero los maestros sabios,
que enseñaron a muchos
a andar por el buen camino,
brillarán para siempre
como las estrellas del cielo.

»Y tú, Daniel, no digas nada de esto a nadie. Mantén cerrado el libro hasta que llegue la hora final, pues muchos andarán de un lado a otro queriendo saber más».

Yo, Daniel, vi también a otros dos hombres. Uno de ellos estaba en una de las orillas del río, y el otro estaba en la orilla opuesta. Mientras el ángel vestido con ropa de lino estaba parado sobre las aguas del río, uno de aquellos hombres le preguntó:

—¿Cuándo dejarán de suceder estas cosas tan maravillosas?

El ángel levantó las manos al cielo y, en el nombre del Dios de la vida, juró:

—Esto terminará cuando termine la destrucción del pueblo de Dios, es decir, dentro de tres años y medio.

Yo oí lo que el ángel dijo, pero no entendí nada. Por eso le pregunté:

—Mi señor, y después de que haya pasado todo esto, ¿qué sucederá?

El ángel me contestó:

—A ti, Daniel, te toca llevar una vida normal. Nadie debe saber nada de todo esto, hasta que llegue la hora final. 10 Muchos van a sufrir por todo lo que te he dicho, pero después de ese sufrimiento serán mejores personas. La gente malvada seguirá siendo malvada, y no se dará cuenta de lo que estará sucediendo. Pero los maestros sabios sí se darán cuenta de todo.

11-12 »A partir del momento en que no se permita presentar las ofrendas diarias, y que se ofrezca en el templo de Dios algo horrible y asqueroso, pasarán mil doscientos noventa días. Felices los que esperen todo ese tiempo confiando en Dios. 13 Y tú, Daniel, vive tranquilo hasta el día de tu muerte. Cuando llegue la hora final, te levantarás de entre los muertos para recibir tu premio.»

Footnotes

  1. Daniel 10:4 Abib: Primer mes del calendario lunar judío. En nuestro calendario solar corresponde al período que va de mediados de marzo a mediados de abril.