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Yo me dije: «Subiré a la palmera y tomaré sus racimos». Sean ahora tus pechos como racimos de uvas y el aroma de tu aliento como manzanas, y tus besos tan embriagantes como el mejor vino, que resbala suavemente por labios y dientes.

La amada

10 Soy de mi amado; ¡su pasión lo atrae hacia mí!

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