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¡Jerusalén, quítate tu ropa de luto y aflicción,
y vístete de gala con el esplendor eterno que Dios te da!
Vístete la túnica de la victoria de Dios,
y ponte en la cabeza la corona de gloria del Eterno.
Dios mostrará en toda la tierra tu esplendor,
pues el nombre eterno que Dios te dará es:
«Paz en la justicia y gloria en el servicio a Dios.»
¡Levántate, Jerusalén, colócate en lugar alto,
mira hacia el oriente y verás
cómo vienen tus hijos de oriente y occidente,
reunidos por orden del Dios santo,
alegres al ver que Dios se acordó de ellos!
Cuando se alejaron de ti, iban a pie,
llevados por sus enemigos;
pero Dios te los traerá gloriosamente,
como reyes en su trono.
Dios ha ordenado que se aplanen
los altos montes y las colinas eternas,
que las cañadas se rellenen
y la tierra quede plana,
para que Israel pase por ellos tranquilamente,
guiado por la gloria de Dios.
Los bosques y todos los árboles olorosos
darán sombra a Israel por orden de Dios,
porque él guiará a Israel con alegría,
a la luz de su gloria,
y le mostrará su amor y su justicia.

V. CARTA DE JEREMÍAS

Esta es una copia de la carta enviada por Jeremías a los israelitas que el rey de Babilonia iba a llevarse cautivos a Babilonia, en la que les comunicaba un mensaje recibido de Dios.

»Ciudad de Jerusalén,
quítate esa ropa de luto;
aleja tu tristeza y amargura.
¡Vístete para siempre
con el poder que Dios te da!
Que la justicia de Dios
te cubra como un manto,
y que el poder de Dios
sea la corona de tu cabeza.
Dios mismo mostrará
tu grandeza y esplendor,
y todo el mundo lo verá.
Dios te dará un nuevo nombre,
y para siempre te llamarán:
“Paz en la justicia,
y poder en el servicio”.

»Jerusalén, ponte de pie,
sube a la colina más alta,
mira hacia donde sale el sol,
y contempla a tus habitantes.
El Dios todopoderoso
los ha reunido y llamado
de todas las naciones del mundo.
Vienen llenos de alegría,
porque Dios les ha dado libertad.

»Sus enemigos los tomaron presos,
y se los llevaron a pie;
pero Dios traerá a tus habitantes
en carruajes de reyes.
Dios mismo ha dado la orden
de aplanar montañas y colinas,
y de rellenar todos los valles,
hasta que la tierra quede pareja.
Así tus habitantes,
guiados por Dios mismo,
no encontrarán ningún tropiezo.
Dios también ha ordenado
que los árboles aromáticos
den su sombra a los israelitas.
Dios guiará a su pueblo con alegría,
y los protegerá con su poder,
con su amor y su justicia».