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La voz que yo había oído, y que salía del cielo, volvió a hablarme, y me dijo: «Anda y toma el rollito abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.» Fui al ángel y le pedí que me diera el rollito, y me contestó: «Toma y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago se volverá amargo.»

10 Tomé el rollito de la mano del ángel, y me lo comí; y en mi boca era dulce como la miel, pero una vez que me lo comí, se me volvió amargo en el estómago. 11 Entonces me dijeron: «Tienes que comunicar nuevos mensajes proféticos acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

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Entonces la voz del cielo, que yo había oído antes, me habló otra vez y me dijo: «Ve y toma el librito abierto. Tómalo de la mano del ángel que se detuvo sobre el mar y sobre la tierra.»

Yo fui y le pedí al ángel que me diera el librito. Y el ángel me contestó: «Tómalo y cómetelo. En la boca te sabrá dulce como la miel, pero en el estómago te sabrá amargo.»

10 Yo tomé el librito de la mano del ángel, y me lo comí. Y en efecto, en la boca me supo dulce como la miel, pero en el estómago me supo amargo. 11 Entonces me dijeron: «Tienes que anunciar los planes de Dios a la gente de muchos países, razas, idiomas y reyes.»

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