Add parallel Print Page Options

Cada vez que me acuerdo de cómo lloraste y te pusiste triste, me dan más ganas de verte. ¡Cómo me alegraría eso! Tu abuela Loida y tu madre Eunice confiaron sinceramente en Dios; y cuando me acuerdo de ti, me siento seguro de que también tú tienes esa misma confianza.

No hay que avergonzarse

Por eso te recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te dio cuando puse mis manos sobre tu cabeza.[a]

Read full chapter

Footnotes

  1. 2 Timoteo 1:6 Puse mis manos sobre tu cabeza: Cuando una persona era nombrada como líder de la iglesia, o elegida para hacer un trabajo especial para Dios, otro líder o varios de ellos ponían sus manos sobre la cabeza de la persona escogida y oraban pidiendo la bendición de Dios.