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Entraron en la casa, mientras Isbóset dormía en el lecho de su habitación, lo hirieron mortalmente y lo decapitaron. Luego tomaron la cabeza y caminaron por la Arabá durante toda la noche. Llevaron la cabeza de Isbóset a David, a Hebrón, y dijeron al rey:

— Aquí tienes la cabeza de Isbóset, el hijo de Saúl, tu enemigo que intentó matarte. El Señor ha concedido al rey, mi señor, vengarse hoy de Saúl y de su descendencia.

Pero David respondió a Recab y a su hermano Baaná, hijos de Rimón de Beerot:

— ¡Vive el Señor que ha salvado mi vida de todo peligro!

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