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31 Entonces llegó el cusita y anunció:

―Le traigo buenas noticias a mi señor el rey. El Señor te ha librado hoy de todos los que se habían rebelado en contra ti.

32 ―¿Y está bien el joven Absalón? —preguntó el rey.

El cusita contestó:

―¡Que sufran como ese joven los enemigos de mi señor el rey, y todos los que intentan hacerte mal!

33 Al oír esto, el rey se estremeció; y mientras subía al cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!»

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