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Joab y la mujer de Tecoa

14 Joab, hijo de Sarvia, comprendió que el corazón del rey se inclinaba hacia Absalón(A). Y Joab envió a Tecoa(B) a traer[a] a una mujer sabia de allí, y le dijo: Te ruego que finjas estar de duelo, te pongas ahora ropas de luto y no te unjas con óleo, sino pórtate como una mujer que por muchos días ha estado de duelo por un muerto(C); después ve al rey y háblale de esta manera. Y Joab puso las palabras en su boca(D).

Cuando la mujer de Tecoa habló[b] al rey, cayó sobre su rostro en tierra, y postrándose(E), dijo: ¡Socorro, oh rey(F)! Y el rey le dijo: ¿Qué te sucede? Y ella respondió: Ciertamente soy viuda, pues mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos; lucharon entre sí en el campo, y no habiendo quien los apartara[c], uno hirió al otro y lo mató. Y he aquí que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, y dicen: «Entrega al que hirió a su hermano, para que le demos muerte por la vida de su hermano a quien mató(G), y destruyamos al heredero también(H)». Así extinguirán el ascua que me queda, no dejando[d] a mi marido nombre ni remanente sobre la faz de la tierra.

Respondió el rey a la mujer: Ve a tu casa, y daré órdenes respecto a ti. Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Oh rey mi señor(I), la iniquidad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero el rey y su trono sean sin culpa(J). 10 Entonces el rey dijo: Cualquiera que te hable, tráemelo, y no te molestará más. 11 Y ella dijo: Te ruego, oh rey, que te acuerdes del Señor tu Dios, para que el vengador de sangre no aumente el daño(K), no sea que destruya a mi hijo. Y él dijo: Vive el Señor, ni un pelo de tu hijo caerá a tierra(L).

12 Dijo entonces la mujer: Permite que tu sierva diga una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. 13 Y la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tal cosa contra el pueblo de Dios(M)? Porque al decir esta palabra, el rey se hace como uno que es culpable, ya que el rey no hace volver a su desterrado(N). 14 Pues ciertamente moriremos(O); somos como el agua derramada(P) en tierra que no se vuelve a recoger. Pero Dios no quita la vida, sino designa medios para que el desterrado no sea alejado de él(Q). 15 Ahora, la razón por la cual[e] he venido a decir esta palabra a mi señor el rey, es porque el pueblo me ha atemorizado; por eso tu sierva se dijo: «Hablaré ahora al rey, tal vez el rey cumpla la petición[f] de su sierva. 16 Pues el rey oirá y librará[g] a su sierva de mano[h] del hombre que destruiría a ambos[i], a mí y a mi hijo, de la heredad de Dios(R)». 17 Se dijo además tu sierva: «Sea consuelo[j] la palabra de mi señor el rey, pues como el ángel de Dios, así es mi señor el rey para discernir el bien(S) y el mal. ¡Que el Señor tu Dios sea contigo!».

18 Respondió el rey y dijo a la mujer: Te ruego que no me ocultes nada de lo que voy a preguntarte. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. 19 Y el rey dijo: ¿Está contigo la mano de Joab en todo esto? Y la mujer respondió y dijo: Vive tu alma, mi señor el rey, nadie puede desviarse ni a la derecha ni a la izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado. En verdad fue tu siervo Joab quien me mandó, y fue él quien puso todas estas palabras en boca de tu sierva(T); 20 tu siervo Joab ha hecho esto con el fin de cambiar el aspecto de las cosas. Pero mi señor es sabio, como con la sabiduría del ángel de Dios(U), para saber todo lo que hay en la tierra.

Regreso de Absalón

21 Entonces el rey dijo a Joab: He aquí, ciertamente ahora haré esto; ve y trae al joven Absalón(V). 22 Joab cayó rostro en tierra, y postrándose, bendijo al rey; entonces Joab dijo: Oh rey mi señor, hoy tu siervo sabe que he hallado gracia ante tus ojos, puesto que el rey ha concedido la petición[k] de su siervo. 23 Joab se levantó, fue a Gesur y trajo a Absalón(W) a Jerusalén. 24 Pero el rey dijo: Que vuelva a su casa y no vea mi rostro. Y Absalón(X) volvió a su casa, y no vio el rostro del rey.

25 En todo Israel no había nadie tan bien parecido ni tan celebrado como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había defecto en él(Y). 26 Cuando se cortaba el cabello(Z) (y era al final de cada año que se lo cortaba, pues le pesaba mucho y por eso se lo cortaba), el cabello pesaba doscientos siclos[l] según el peso real. 27 Y a Absalón le nacieron tres hijos(AA) y una hija que se llamaba Tamar; era ella una mujer de hermosa apariencia(AB).

28 Absalón residió dos años completos en Jerusalén sin ver el rostro del rey(AC). 29 Entonces Absalón mandó a buscar a Joab para enviarlo al rey, pero él no quiso venir. Y por segunda vez envió por él, pero no quiso venir. 30 Dijo, pues, a sus siervos: Mirad, el campo[m] de Joab está junto al mío(AD), y allí tiene cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo[n]. 31 Entonces Joab se levantó, vino a la casa de Absalón y le dijo: ¿Por qué tus siervos han prendido fuego a mi campo[o]? 32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí, envié por ti, diciendo: «Ven acá, para enviarte al rey a decirle: “¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido estar aún allá”». Ahora pues, vea yo el rostro del rey; y si hay iniquidad en mí, que me dé muerte(AE). 33 Cuando Joab vino al rey y se lo hizo saber, este llamó a Absalón, y este vino ante el rey y se postró sobre su rostro en tierra delante del rey. Y el rey besó a Absalón(AF).

Footnotes

  1. 2 Samuel 14:2 Lit., y tomó
  2. 2 Samuel 14:4 Muchos mss. y versiones antiguas dicen: vino
  3. 2 Samuel 14:6 Lit., libertador entre ellos
  4. 2 Samuel 14:7 Lit., no poniendo
  5. 2 Samuel 14:15 Lit., Y ahora que
  6. 2 Samuel 14:15 Lit., palabra
  7. 2 Samuel 14:16 Lit., para librar
  8. 2 Samuel 14:16 Lit., palma
  9. 2 Samuel 14:16 Lit., juntos
  10. 2 Samuel 14:17 Lit., para descanso
  11. 2 Samuel 14:22 Lit., palabra
  12. 2 Samuel 14:26 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos
  13. 2 Samuel 14:30 Lit., la porción
  14. 2 Samuel 14:30 Lit., a la porción
  15. 2 Samuel 14:31 Lit., porción

Joab procura el regreso de Absalón

14 Conociendo Joab hijo de Sarvia que el corazón del rey se inclinaba por Absalón, envió Joab a Tecoa, y tomó de allá una mujer astuta, y le dijo: Yo te ruego que finjas estar de duelo, y te vistas ropas de luto, y no te unjas con óleo, sino preséntate como una mujer que desde mucho tiempo está de duelo por algún muerto; y entrarás al rey, y le hablarás de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca.

Entró, pues, aquella mujer de Tecoa al rey, y postrándose en tierra sobre su rostro, hizo reverencia, y dijo: ¡Socorro, oh rey! El rey le dijo: ¿Qué tienes? Y ella respondió: Yo a la verdad soy una mujer viuda y mi marido ha muerto. Tu sierva tenía dos hijos, y los dos riñeron en el campo; y no habiendo quien los separase, hirió el uno al otro, y lo mató. Y he aquí toda la familia se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mató a su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano a quien él mató, y matemos también al heredero. Así apagarán el ascua que me ha quedado, no dejando a mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra.

Entonces el rey dijo a la mujer: Vete a tu casa, y yo daré órdenes con respecto a ti. Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey señor mío, la maldad sea sobre mí y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sean sin culpa. 10 Y el rey dijo: Al que hablare contra ti, tráelo a mí, y no te tocará más. 11 Dijo ella entonces: Te ruego, oh rey, que te acuerdes de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no aumente el daño, y no destruya a mi hijo. Y él respondió: Vive Jehová, que no caerá ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra.

12 Y la mujer dijo: Te ruego que permitas que tu sierva hable una palabra a mi señor el rey. Y él dijo: Habla. 13 Entonces la mujer dijo: ¿Por qué, pues, has pensado tú cosa semejante contra el pueblo de Dios? Porque hablando el rey esta palabra, se hace culpable él mismo, por cuanto el rey no hace volver a su desterrado. 14 Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver a recogerse; ni Dios quita la vida, sino que provee medios para no alejar de sí al desterrado. 15 Y el haber yo venido ahora para decir esto al rey mi señor, es porque el pueblo me atemorizó; y tu sierva dijo: Hablaré ahora al rey; quizá él hará lo que su sierva diga. 16 Pues el rey oirá, para librar a su sierva de mano del hombre que me quiere destruir a mí y a mi hijo juntamente, de la heredad de Dios. 17 Tu sierva, pues, dice: Sea ahora de consuelo la respuesta de mi señor el rey, pues que mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo. Así Jehová tu Dios sea contigo.

18 Entonces David respondió y dijo a la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi señor el rey. 19 Y el rey dijo: ¿No anda la mano de Joab contigo en todas estas cosas? La mujer respondió y dijo: Vive tu alma, rey señor mío, que no hay que apartarse a derecha ni a izquierda de todo lo que mi señor el rey ha hablado; porque tu siervo Joab, él me mandó, y él puso en boca de tu sierva todas estas palabras. 20 Para mudar el aspecto de las cosas Joab tu siervo ha hecho esto; pero mi señor es sabio conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra.

21 Entonces el rey dijo a Joab: He aquí yo hago esto; ve, y haz volver al joven Absalón. 22 Y Joab se postró en tierra sobre su rostro e hizo reverencia, y después que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey señor mío, pues ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho. 23 Se levantó luego Joab y fue a Gesur, y trajo a Absalón a Jerusalén. 24 Mas el rey dijo: Váyase a su casa, y no vea mi rostro. Y volvió Absalón a su casa, y no vio el rostro del rey.

25 Y no había en todo Israel ninguno tan alabado por su hermosura como Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto. 26 Cuando se cortaba el cabello (lo cual hacía al fin de cada año, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba), pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real. 27 Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar, la cual era mujer de hermoso semblante.

28 Y estuvo Absalón por espacio de dos años en Jerusalén, y no vio el rostro del rey. 29 Y mandó Absalón por Joab, para enviarlo al rey, pero él no quiso venir; y envió aun por segunda vez, y no quiso venir. 30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo. 31 Entonces se levantó Joab y vino a casa de Absalón, y le dijo: ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi campo? 32 Y Absalón respondió a Joab: He aquí yo he enviado por ti, diciendo que vinieses acá, con el fin de enviarte al rey para decirle: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar aún allá. Vea yo ahora el rostro del rey; y si hay en mí pecado, máteme. 33 Vino, pues, Joab al rey, y se lo hizo saber. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey, e inclinó su rostro a tierra delante del rey; y el rey besó a Absalón.