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Micaías profetiza contra Acab

18 El rey Josafat llegó a ser muy rico y poderoso, y emparentó con Acab, quien era el rey de Israel. Algunos años más tarde bajó a Samaria para visitar al rey Acab, el cual mató muchas ovejas y vacas para darles la bienvenida a Josafat y a sus acompañantes. Luego, el rey Acab le pidió al rey Josafat que uniera fuerzas con él en contra de Ramot de Galaad.

3-5 ―¡Por supuesto! —contestó el rey Josafat—. Estoy contigo en todo. ¡Estaremos contigo en la batalla! Sin embargo, será bueno que primero lo pongamos a la consideración del Señor.

El rey Acab mandó a buscar a cuatrocientos de sus profetas paganos, y cuando estos llegaron, les preguntó:

―¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?

Y ellos aconsejaron:

―¡Vayan a la guerra, porque Dios les dará una gran victoria!

6-7 Pero Josafat no estaba satisfecho, y dijo:

―Quiero saber si hay también por aquí algún profeta del Señor, a quien le podamos consultar.

―Sí —dijo Acab—, hay uno, pero lo detesto, ¡porque nunca profetiza otra cosa sino el mal! Su nombre es Micaías hijo de Imlá.

―¡No hables de esa manera! —exclamó Josafat—. Veamos lo que nos dice.

El rey de Israel llamó, pues, a uno de sus ayudantes, y le ordenó que fuera con toda prisa a llamar a Micaías hijo de Imlá.

Los dos reyes tenían puestas sus vestiduras reales y estaban sentados en sus tronos, en un lugar alto, a la entrada de Samaria. Todos los profetas estaban delante de ellos dando sus profecías. 10 Uno de ellos, llamado Sedequías, hijo de Quenaná, se hizo algunos cuernos de hierro para esta ocasión y proclamó: «¡El Señor dice que ustedes acornearán a los sirios hasta acabar con ellos! 11 Y los demás asentían en coro: “Sí, suban a Ramot de Galaad y vencerán, porque el Señor la entregará en manos del rey”».

12 El hombre que fue a llamar a Micaías, al llegar le dijo:

―Mira, todos los profetas, sin excepción, han profetizado la victoria del rey. Así que procura dar un mensaje similar.

13 No obstante, como respuesta, Micaías expresó:

―Prometo delante del Señor que sólo diré lo que él me diga.

14 Cuando llegó a la presencia del rey, este le dijo:

―Micaías, ¿debemos ir a la guerra en contra de Ramot de Galaad o no?

Y Micaías le respondió:

―¡Claro que sí! ¡Vayan y obtendrán una gloriosa victoria!

15 ―Mira, Micaías —le dijo en tono enérgico el rey—, ¿cuántas veces tengo que decirte que sólo me digas la verdad en nombre del Señor?

16 Entonces Micaías se dirigió al rey de Judá en los siguientes términos:

―En mi visión observé al pueblo de Israel desparramado sobre la montaña como ovejas sin pastor. Y el Señor dijo: “Esta gente no tiene un jefe que los dirija. ¡Regresen a sus hogares en paz!”.

17 El rey de Israel, dirigiéndose a Josafat, exclamó:

―¿No te lo dije? Siempre hace lo mismo. Nunca profetiza sino lo malo para mí.

18 ―El Señor me dijo algo más —agregó Micaías—. Yo vi al Señor sentado en su trono y rodeado por una inmensa multitud de ángeles. 19-20 Y dijo el Señor: “¿Quién puede incitar al rey Acab a que vaya a la guerra en contra de Ramot de Galaad, para que encuentre allí la muerte?”. Hubo muchas propuestas, pero finalmente un espíritu avanzó, y delante del Señor dijo: “¡Yo puedo hacerlo!”. El Señor le preguntó: “¿Cómo lo harás?”. 21 Y el espíritu respondió: “¡Actuaré como un espíritu de mentira en la boca de todos los profetas del rey!”. Entonces el Señor le dijo: “Anda y hazlo, porque así lo seducirás”. 22 Así que el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de tus profetas. ¡En realidad, el Señor ha decidido precisamente lo contrario de lo que ellos te están diciendo!

23 Entonces Sedequías hijo de Quenaná se acercó a Micaías y le pegó una cachetada.

―¡Eres un mentiroso! —vociferó—. ¿Cuándo fue que el espíritu de Dios me dejó para entrar en ti?

24 ―Lo sabrás pronto —dijo Micaías—, ¡cuando tengas que esconderte en el más oscuro y apartado aposento!

25 ―Prendan a este hombre y entréguenlo al gobernador Amón y a mi hijo Joás —ordenó el rey de Israel—. 26 ¡Díganles que yo ordeno que pongan a este sujeto en prisión y lo alimenten a pan y agua hasta que yo regrese a salvo de esta batalla!

27 Micaías respondió:

―Si regresas sano y salvo, el Señor no ha hablado a través de mí.

Entonces, dirigiéndose a los que lo rodeaban, recalcó:

―¡Tomen nota de lo que he dicho!

Muerte de Acab en Ramot de Galaad

28 Así que el rey de Israel y el rey de Judá subieron contra Ramot de Galaad.

29 El rey de Israel dijo a Josafat:

―Me disfrazaré para que nadie pueda reconocerme, pero tú vístete con los trajes reales.

Y así lo hicieron.

30 Por su parte, el rey de Siria había dado orden a sus jinetes y cocheros de cumplir estas instrucciones: «¡Despreocúpense de los demás y concéntrense en atrapar al rey de Israel!».

31 De modo que cuando los capitanes de los carros de combate sirios vieron a Josafat, rey de Judá, en sus ropas de gala, lo rodearon para atacarlo, por cuanto suponían que él era el hombre que debían tomar prisionero. Pero Josafat clamó al Señor para que lo salvara, y el Señor hizo que los cocheros vieran su error, y lo dejaran libre. 32 Tan pronto se dieron cuenta de que aquel no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo. 33 Pero uno de los soldados sirios disparó una flecha al azar contra las tropas israelitas y acertó a dar sobre el rey de Israel, justamente en la abertura donde se juntan la parte baja de la armadura y la placa que cubre el tórax. Entonces el rey le dijo al que guiaba su carro: «¡Da la vuelta, y sácame del campo de batalla, porque estoy herido!». 34 La batalla se fue tornando cada vez más encarnizada, y tuvieron que sostener al rey Acab hasta el atardecer, para que permaneciera de pie peleando contra los sirios. Pero al ponerse el sol, el rey Acab murió.

Micaías profetiza la derrota de Acab

(1 R. 22.1-40)

18 Tenía, pues, Josafat riquezas y gloria en abundancia; y contrajo parentesco con Acab. Y después de algunos años descendió a Samaria para visitar a Acab; por lo que Acab mató muchas ovejas y bueyes para él y para la gente que con él venía, y le persuadió que fuese con él contra Ramot de Galaad. Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra.

Además dijo Josafat al rey de Israel: Te ruego que consultes hoy la palabra de Jehová. Entonces el rey de Israel reunió a cuatrocientos profetas, y les preguntó: ¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Y ellos dijeron: Sube, porque Dios los entregará en mano del rey. Pero Josafat dijo: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, para que por medio de él preguntemos? El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey. Entonces el rey de Israel llamó a un oficial, y le dijo: Haz venir luego a Micaías hijo de Imla. Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su trono, vestidos con sus ropas reales, en la plaza junto a la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas profetizaban delante de ellos. 10 Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho cuernos de hierro, y decía: Así ha dicho Jehová: Con estos acornearás a los sirios hasta destruirlos por completo. 11 De esta manera profetizaban también todos los profetas, diciendo: Sube contra Ramot de Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la entregará en mano del rey.

12 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; yo, pues, te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien. 13 Dijo Micaías: Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré. Y vino al rey. 14 Y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o me estaré quieto? Él respondió: Subid, y seréis prosperados, pues serán entregados en vuestras manos. 15 El rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces te conjuraré por el nombre de Jehová que no me hables sino la verdad? 16 Entonces Micaías dijo: He visto a todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor;(A) y dijo Jehová: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno en paz a su casa. 17 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te había yo dicho que no me profetizaría bien, sino mal? 18 Entonces él dijo: Oíd, pues, palabra de Jehová: Yo he visto a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos estaba a su mano derecha y a su izquierda. 19 Y Jehová preguntó: ¿Quién inducirá a Acab rey de Israel, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía así, y otro decía de otra manera. 20 Entonces salió un espíritu que se puso delante de Jehová y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué modo? 21 Y él dijo: Saldré y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y Jehová dijo: Tú le inducirás, y lo lograrás; anda y hazlo así. 22 Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en la boca de estos tus profetas; pues Jehová ha hablado el mal contra ti.

23 Entonces Sedequías hijo de Quenaana se le acercó y golpeó a Micaías en la mejilla, y dijo: ¿Por qué camino se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti? 24 Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás aquel día, cuando entres de cámara en cámara para esconderte. 25 Entonces el rey de Israel dijo: Tomad a Micaías, y llevadlo a Amón gobernador de la ciudad, y a Joás hijo del rey, 26 y decidles: El rey ha dicho así: Poned a este en la cárcel, y sustentadle con pan de aflicción y agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz. 27 Y Micaías dijo: Si tú volvieres en paz, Jehová no ha hablado por mí. Dijo además: Oíd, pueblos todos.

28 Subieron, pues, el rey de Israel, y Josafat rey de Judá, a Ramot de Galaad. 29 Y dijo el rey de Israel a Josafat: Yo me disfrazaré para entrar en la batalla, pero tú vístete tus ropas reales. Y se disfrazó el rey de Israel, y entró en la batalla. 30 Había el rey de Siria mandado a los capitanes de los carros que tenía consigo, diciendo: No peleéis con chico ni con grande, sino sólo con el rey de Israel. 31 Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y lo rodearon para pelear; mas Josafat clamó, y Jehová lo ayudó, y los apartó Dios de él; 32 pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle. 33 Mas disparando uno el arco a la ventura, hirió al rey de Israel entre las junturas y el coselete. Él entonces dijo al cochero: Vuelve las riendas, y sácame del campo, porque estoy mal herido. 34 Y arreció la batalla aquel día, por lo que estuvo el rey de Israel en pie en el carro enfrente de los sirios hasta la tarde; y murió al ponerse el sol.