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20-22 Abigail se montó en un burro y empezó a bajar del cerro. También David y sus hombres venían bajando del cerro. Y David les dijo:

«De nada nos ha servido cuidar en el desierto las ovejas de ese hombre. Nunca le he pedido nada y, sin embargo, me ha pagado mal el bien que le he hecho. ¡Que Dios me castigue duramente si antes de que amanezca no he matado a Nabal y a todos sus hombres!»

En ese momento, David y sus hombres se encontraron con Abigail. 23 Cuando ella lo vio, se bajó del burro y se inclinó de cara al suelo, 24-26 y echándose a los pies de David le dijo:

—Señor mío, por favor, ¡escuche usted mis palabras, aunque no soy más que una simple sirvienta suya! ¡No le dé usted importancia a las groserías de Nabal! ¡Su nombre significa “estúpido”, y en verdad lo es!

»¡Yo tengo la culpa de todo! Y la tengo, señor mío, porque no vi a los mensajeros que usted envió. Pero Dios no permitirá que usted se desquite matando a gente inocente. Yo le pido a Dios que castigue a los enemigos de usted del mismo modo que será castigado Nabal.

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