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35 Díganle:
¡Sálvanos, oh Dios, salvador nuestro!
¡Recógenos y líbranos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre,
para que alegres te alabemos!
36 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
por toda la eternidad!»

Y todo el pueblo respondió: «¡Amén!», y alabó al Señor.

37 Así pues, David dejó allí delante del arca de la alianza del Señor a Asaf y sus colegas para que sirvieran continuamente según se necesitara cada día.

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