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Sufrimientos y oración de Sara

Ese mismo día, una mujer llamada Sara, hija de Ragüel, que vivía en la ciudad de Ecbatana, en el país de Media, tuvo que sufrir también los insultos de una criada de su padre. Resulta que Sara había sido dada en matrimonio siete veces, pero en cada caso Asmodeo, un demonio malvado, había matado al esposo antes de que éste se uniera a ella como en todo matrimonio.

Entonces la criada le dijo: «¡Tú eres la que matas a tus maridos! Ya has tenido siete maridos, y no has podido llevar el apellido de ninguno de ellos. Pero el que tus maridos se te mueran no es razón para que nos castigues. ¡Muérete con ellos, sin nunca haber tenido hijos!»

10 Sara se puso muy triste y empezó a llorar. Luego se subió a la parte alta de la casa de su padre, con la intención de ahorcarse. Pero después de pensarlo bien, dijo: «Sería una vergüenza para mi padre que le dijeran: “Tenías una hija única, tan querida, y se ahorcó por sus sufrimientos.” Con eso haría morir de tristeza a mi anciano padre. Es mejor que no me ahorque; pero voy a pedirle al Señor que me haga morir para no tener que oír más insultos en mi vida.»

11 Entonces extendió los brazos hacia la ventana y dijo: «Alabado seas, Dios compasivo; alabado sea tu nombre por siempre; que todo lo que has creado te alabe eternamente. 12 A ti me dirijo, a ti vuelvo mis ojos. 13 Manda que me vea libre de este mundo, para no tener que oír más insultos. 14 Tú, Señor, sabes que soy pura, que ningún hombre me ha tocado. 15 Yo no he deshonrado mi nombre ni el nombre de mi padre en este país de mi destierro. Soy la única hija de mi padre; él no tiene otros herederos, ni ningún pariente cercano o familiar con el que yo pueda casarme. Ya se me han muerto siete esposos. ¿Para qué seguir viviendo? Pero si no quieres mandarme la muerte, mírame y ten compasión de mí; haz que no tenga yo que oír más insultos.»

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Los sufrimientos de Sara

Ese mismo día, una mujer llamada Sara, hija de Ragüel, sufría a causa de los insultos de las sirvientas de su padre. Sara vivía en la ciudad de Ecbatana, que está en el país de Media, y se había casado siete veces. Pero antes de tener relaciones sexuales con cada uno de sus esposos, un demonio muy malo llamado Asmodeo, los mataba. Las sirvientas le decían a Sara:

«Has tenido siete esposos y ni siquiera llevas el apellido de uno de ellos. ¡Tú eres quien los ha matado! ¡No es culpa nuestra que no tengas marido! ¡No te desquites con nosotros! ¡Ojalá te mueras sin tener hijos!»

10 Al oír esto, Sara se puso muy triste y comenzó a llorar. Subió al segundo piso de la casa de su padre, decidida a ahorcarse. Sin embargo, lo pensó dos veces y se dijo:

«No está bien que me ahorque, pues le causaré a mi padre una gran vergüenza. Seguramente la gente le dirá: “La única hija que tenías, y que tanto amabas, se mató porque no pudo soportar sus sufrimientos”. Si me quito la vida, mi anciano padre se morirá de tristeza. Mejor le pediré a Dios que me quite la vida. Así no tendré que soportar más insultos».

11 Luego Sara fue hacia la ventana, y levantando sus brazos hizo esta oración:

«Bendito seas por siempre,
Dios de amor;
¡bendito sea tu nombre!
¡Que toda tu creación
te alabe para siempre!

12 »Hacia ti dirijo la mirada
en busca de auxilio.
13 ¡Por favor, quítame la vida!
¡Ya no quiero oír tantos insultos!

14 »Dios mío,
tú sabes que soy virgen;
nunca he tenido relaciones sexuales.
15 Aunque soy prisionera en este país,
nadie puede hablar mal de mí,
ni tampoco de mi padre.
Yo soy su única hija;
no tiene otro heredero.
No tengo pariente cercano
con quien pueda casarme.
He tenido siete esposos,
y todos han muerto;
¿para qué seguir viviendo?

»Pero si no quieres que yo muera,
¡ten compasión de mí y escúchame!
¡Ponle fin a tantos insultos!»

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