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Salmo 30 (29)

A ti clamé y me curaste

30 Salmo. Canto para la consagración del Templo. De David.
Señor, te alabaré porque me has salvado
y no has dejado que mis enemigos se burlen de mí.
Señor Dios mío, a ti clamé y me curaste.
Señor, me libraste de ir al reino de los muertos,
me devolviste la vida cuando agonizaba.
Canten al Señor los que le son fieles,
alaben su santo nombre,
pues es pasajera su ira y eterna su bondad:
quien de noche se retira llorando,
por la mañana es un clamor de alegría.
Yo, sosegado, decía: “Nunca más sucumbiré”.
Señor, tu ayuda me exaltó cual monte poderoso,
pero ocultaste tu rostro y sentí miedo.
A ti, Señor, clamo; a mi Señor suplico.
10 ¿Qué provecho hay en mi muerte,
en que yo baje a la tumba?
¿Podrá alabarte el polvo?
¿Anunciará él tu fidelidad?
11 ¡Escucha, Señor, ten compasión de mí;
Señor, ven en mi ayuda!
12 Convertiste mi llanto en danza,
me despojaste del luto, me vestiste de fiesta
13 para que te cante sin callar nunca;
Señor, Dios mío, te alabaré por siempre.