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Salmo 141 (140)

Señor, acude a mí

141 Salmo de David.
Señor, a ti clamo, acude a mí,
escucha mi voz cuando te llamo.
Que mi oración sea ante ti como incienso,
mis manos alzadas como ofrenda de la tarde.
Señor, pon en mi boca un centinela
que vigile a la puerta de mis labios.
No dejes que mi corazón se incline al mal,
que cometa injusticias con los malhechores.
¡Que no pruebe yo sus manjares!
Que el justo por amor me corrija y me reprenda,
que el aceite del malvado no perfume mi cabeza,
que mi oración se alce frente a sus maldades.
Serán arrojados sus magistrados contra las rocas
y sabrán entonces que eran suaves mis palabras.
Como tierra que se rompe y desmenuza,
se esparcen sus huesos
a las puertas del reino de los muertos.
Señor, Dios mío, hacia ti dirijo mis ojos,
en ti me refugio, no me desampares.
Guárdame de la red que me han tendido,
de las trampas de los malhechores.
10 Que caigan los malvados en sus trampas,
mientras yo sigo adelante.